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Sé inteligente, saca partido de los celos de tu pareja
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Sé inteligente, saca partido de los celos de tu pareja

"Los celos están compuestos por la envidia, el resentimiento, el miedo, el egoísmo y la sospecha"

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Sé inteligente, saca partido de los celos de tu pareja

"Los celos están compuestos por la envidia, el resentimiento, el miedo, el egoísmo y la sospecha. No conozco un enemigo mayor del amor, el matrimonio, la sociedad y la política que ellos. Y aun así, ¿cuántos de nosotros podemos decir que no los hemos sentido alguna vez?". En estos términos se expresaba la autora de La voz de la experiencia, un famoso panfleto publicado en Estados Unidos durante los años treinta y que, al parecer, es residente habitual de gran parte de las estanterías de los hogares americanos. Marion Sayle Taylor, que así se llamaba la consultora sentimental que se escondía tras tan rimbombante nombre, ofrecía así una síntesis de la concepción popular de los celos como sentimiento negativo, maligno.

Podría considerarse que dicha afirmación es ampliamente compartida. A menudo se han identificado los celos —el "monstruo de ojos verdes", en palabras de William Shakespeare— con la figura del diablo: se trata del maestro del engaño, y los celos se caracterizan precisamente por la realidad deformada que percibe el celoso. Consideramos los celos un sentimiento malo, que ha de ser erradicado, por mucho que se parapete detrás de la coartada del amor romántico. Así, los celos no son tan sólo indeseados, sino retrógrados y dictatoriales porque coartan la libertad de la pareja. Y sin embargo, muchos enamorados se encuentran con un problema: sentirlos de forma irracional y no saber muy bien qué hacer con ellos.

La pareja de su propiedad

Las últimas investigaciones sobre los celos demuestran que son un sentimiento habitual y propio de todos los seres humanos, y que sentirlos no nos convierte en malas personas. En ese sentido, Aaron Ben-Ze'ev afirma en su artículo Jealousy and Romantic Love publicado en The Handbook of Jealousy que "la mayor parte de la gente no considera a su amado de su propiedad, pero sin embargo, nos sentimos celosos cuando consideramos la posibilidad de perderlo". Boris Sokoloff ya afirmaba en el año 1947 que los celos "no sólo están imbricados en la naturaleza humana, sino que se trata de la emoción más básica y omnipresente en todos los aspectos de las relaciones humanas".

"Las explicaciones habituales invocan la baja autoestima, la inmadurez o los defectos de carácter para explicarlos. Según esta línea de pensamiento, los adultos que gozan de alta autoestima, madurez y solidez psicológica no deberían padecer estos sentimientos. Si los defectos de la personalidad crean celos, curar esos defectos debería eliminarlos", afirma por su parte David M. Buss. "Pero eso es sólo un mito".

¿De dónde vienen?

La mayor parte de definiciones sobre los celos románticos coinciden en un elemento común: la sensación de amenaza provocada por una tercera persona. Raramente tienen relación con la infidelidad, ya que surgen previamente a esta y en la mayor parte de casos, sin que dicha traición llegue a consumarse: es una alarma que suena en la cabeza del celoso. Para Ben-Ze'ev, los celos amorosos tienen que ver con la exclusividad, "que emana de la propia naturaleza de los sentimientos. Estos son parciales y se dedican a un objeto concreto, lo que posibilita su intensidad. No tiene sentido que sean indiscriminados, pues no podemos amar a toda la humanidad por igual. Los celos surgen de esa demanda de exclusividad que sentimos los humanos ante ciertas personas".

Enajenación causada por los celos

Evidentemente, no se trata de un sentimiento positivo: a través de encuestas se ha descubierto que la gran primera pelea de una pareja suele ser provocada por los celos, y su persistencia daña la salud de la relación y puede llevar a acabar con ella. Ello sin tener en cuenta los celos patológicos que pueden llevar al maltrato físico o psicológico, y que escapan de la normalidad de la relación. Es lo que se conoce como el síndrome de Otelo —por el personaje de Shakespeare que acababa con la vida de su esposa Desdémona— y en el que la deformación de la realidad es tal que suele acabar en tragedia: gran parte de los crímenes pasionales tienen su origen en la enajenación causada por los celos, lo que los ha convertido en un sentimiento tabú.

Sin embargo, la célebre psicoanalista Jane G. Goldberg defendía en The Dark Side of Love (Transaction Publishers) que los celos no tienen nada de excepcional ni muestran la maldad del que los siente, sino que es preferible tratarlos con cautela que reprimirlos. De hecho, apostaba que la aceptación de la furia, los celos y la competición pueden llegar a mejorar la intimidad de la pareja. ¿De qué manera?

Utilizar los celos en tu provecho

Las teorías evolucionistas consideran que los celos provienen, al igual que otros sentimientos, de nuestra necesidad de adaptarnos al entorno. David M. Buss se propuso ofrecer en The Dangerous Passion (The Free Press) una visión desmitificadora y polémica de dicha problemática. "El principio de la interferencia estratégica explica por qué necesitamos pasar estas experiencias dolorosas. Nos alertan de amenazas reales de rivales reales. Nos señalan cuándo la indiferencia sexual de un compañero puede significar algo más que una mera distracción circunstancial. Nos envían señales sutiles que, cuando se encajan adecuadamente, presagian una separación real. Experimentamos dolor porque el dolor nos motiva a actuar y a resolver problemas adaptativos verdaderos".

Las investigaciones igualmente se han encontrado con una realidad bastante habitual: los celos inducidos. Según un estudio realizado por E.G. Brainerd, P.A. Hunter, D. Moore y T.R. Thompson llamado Jealousy induction as a predictor of power and the use of other control methods in heterosexual relationships, entre el 70 y el 80 por ciento de los estudiantes de instituto consultados reconocían haber actuado alguna vez en su vida con el objetivo de que sus parejas sintiesen celos. Las razones que se han proporcionado para explicar dicha situación son diversas: son una útil herramienta para probar los sentimientos de la otra persona, darle una llamada de atención o mejorar la propia autoestima.

Igualmente se ha comprobado que el período posterior a una discusión causada por los celos suele estar marcado por el aumento de la pasión. Es lo que Ben-Ze'ev señala el "efecto del consumidor", por el cual "un producto se convierte en más deseable cuando se percibe que es deseado por otros". Así, "un hombre puede desear más a una mujer si siente que otros hombres la desean, y por lo tanto, mostrar que los otros están interesados es una buena forma de incrementar el interés de tu pareja". Por otra parte, los celos mejoran la atención dedicada a la pareja siempre y cuando ésta se quiera conservar, ya que el que experimenta celos toma conciencia de la posibilidad efectiva del abandono, lo que le lleva a renovar su compromiso y mostrar mayor atención.

Por último, según un estudio realizado por David Lester, George Deluca, William Hellinghausen y David Scribner llamado Jealousy and irrationatily in love, los celos afloran con mayor frecuencia en aquellas parejas que tienen una concepción más romántica del amor. Es decir, pueden servir como indicador de la vitalidad de la relación, pues los celos tienden a desaparecer en la mayor parte de parejas tras un largo período de convivencia.

Entendiendo nuestros sentimientos

En su artículo Disarming Jealous in Couples Relationships, Michele Scheinkman y Denise Werneck proponen una terapia para solucionar los celos dañinos que implica a ambos miembros de la relación. El primer paso consistiría en que los dos miembros de la pareja intercambiasen papeles y se pusiesen en lugar del otro, con el objetivo de tomar conciencia de la perspectiva contraria. Más tarde, se interrogaría a la pareja sobre la situación personal que atraviesan en el momento en que el sentimiento emerge, ya que factores externos como la carga de trabajo o los repetidos viajes laborales pueden disparar la susceptibilidad. La última etapa se encamina a sanar lo herido: se pide que se expresen los sentimientos subjetivos de cada cual con el objetivo de que afloren los sentimientos de miedo al abandono o al rechazo que suelen encontrarse en la raíz del problema.

De forma natural

Los autores señalan que "los celos son un tipo de reacción retrasada a una situación en la que la persona se sintió humillada o desvalida, generalmente en la infancia del individuo". Aunque se trate de una guía para terapeutas, dicha hoja de ruta puede resultar útil en la autoexploración de los sentimientos de la pareja.

Decía el escritor escocés Robert Louis Stevenson que "los celos son en realidad una consecuencia del amor: guste o no, existen". Quizá la del autor de La isla del tesoro sea la visión más realista, pues como hemos visto, se trata de un sentimiento más que no deriva necesariamente de la pretendida maldad del celoso. Sólo tomándolos de forma natural y desdramatizada podremos aplacar mejor sus efectos y, por qué no, utilizar esos pequeños episodios como un tónico revitalizante para nuestra vida en pareja.

"Los celos están compuestos por la envidia, el resentimiento, el miedo, el egoísmo y la sospecha. No conozco un enemigo mayor del amor, el matrimonio, la sociedad y la política que ellos. Y aun así, ¿cuántos de nosotros podemos decir que no los hemos sentido alguna vez?". En estos términos se expresaba la autora de La voz de la experiencia, un famoso panfleto publicado en Estados Unidos durante los años treinta y que, al parecer, es residente habitual de gran parte de las estanterías de los hogares americanos. Marion Sayle Taylor, que así se llamaba la consultora sentimental que se escondía tras tan rimbombante nombre, ofrecía así una síntesis de la concepción popular de los celos como sentimiento negativo, maligno.

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