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Twitter: el instrumento perfecto para hacer la pelota
  1. Alma, Corazón, Vida
SE HA CONVERTIDO EN UN NIDO DE CHASCARRILLOS Y COTILLEOS INÚTILES

Twitter: el instrumento perfecto para hacer la pelota

Jota es periodista freelance. Ha escrito en diarios de tirada nacional, medios especializados de Internet, revistas de música, y casi cualquier soporte que uno pueda imaginarse. Como

Foto: Twitter: el instrumento perfecto para hacer la pelota
Twitter: el instrumento perfecto para hacer la pelota

Jota es periodista freelance. Ha escrito en diarios de tirada nacional, medios especializados de Internet, revistas de música, y casi cualquier soporte que uno pueda imaginarse. Como la mayor parte de quienes luchan en primera línea de la información con galones de soldado raso, está al tanto de las innovaciones tecnológicas, a veces por voluntad y a veces por fuerza. Últimamente, lo que le trae de cabeza es el archiconocido twitter, esa ambigua herramienta cuyo potencial verdadero parece aún por delimitar. “Al principio, me pareció una cosa magnífica. Todo el mundo me empezó a hablar maravillas y me convencieron, literalmente, de que era mejor que lo que yo hacía entonces, que era mantener un blog donde volcaba mis opiniones personales sobre temas de actualidad. Una especie de columna periodística personal”.

Los argumentos que le dieron eran claros: “me decían que era como el blog pero directo, como un puñetazo, que podías contar lo que pensaras al momento y sin ambages, y llegar a un número mayor de gente mucho más rápido”, comenta. ”Yo era de los que defendían que hay que apostar también por los recorridos más largos, por los libros de toda la vida, vamos, por un ritmo más pausado, pero me convencieron”. 

Seis meses después de su inmersión total en el mundo twitter, su ilusión inicial se ha desvanecido. Por un lado, sostiene que es “inevitable”, y por otro que es “perjudicial”. De innovación revolucionaria, ha pasado a ser una carga que hay que soportar con resignación porque, reflexiona, “la realidad es que todo ha cambiado y las redes sociales ya no son una moda. Están metidas hasta en la sopa y creciendo… no es sólo una paginita para ver a tus amigos y comentar la borrachera de la fiesta de fulano. No lo sé, pero es que exceptuando a los obreros de la construcción, en el resto de curros ya están pesadísimos con las redes sociales”. El problema es que twitter en concreto se ha convertido, según Jota, en un nido de chascarrillos, cotilleos inútiles y lo que es peor, peloteo.

Esperan que el jefe opine para decirle "qué listo eres"

Un rato después, mientras ve el partido Madrid-Barça con unos amigos, también periodistas, Jota explica lo del peloteo entre cerveza y cerveza. “Aquel de allí es Pascual”, dice señalando a uno de los invitados que “tuitea” las incidencias del partido y sus impresiones personales cada par de minutos, “está enganchado a twitter pero, al menos, lo aplica a lo suyo. Es periodista deportivo y habla de su tema. El problema es que hay un número importante de personas que lo usan simplemente para trepar y hacer la pelota. Ahora la gente sale de trabajar y hasta que se duerme está con eso. Los típicos pelotas de siempre están absolutamente enganchados. Están esperando a que el jefe de turno opine en twitter sobre cualquier cosa para decirle “que listo eres, que razón tienes. Un peloteo de jornada completa, incluido el fin de semana. Alucinante. Marca el Barça el segundo, la gente grita. El tal Pascual levanta la cabeza y anuncia: “ha llegado un twitt de Marta. “¿Qué dice?”, le pregunta alguien. Dice “Goooooooooooool”, contesta él.

Antonio es un amigo de Jota y los demás. También periodista, pero tiene diez años más, menos ganas de salir a los bares y más de usar las redes sociales como medio de contacto. Sus opiniones sobre la influencia de twitter en la vida privada de los jóvenes cachorros del periodismo son serias y reflexionadas. “Para hablar de twitter”, afirma, “hay que empezar por algo que parece una obviedad pero que no lo es: hay que repetir que las tecnologías no son ni buenas, ni malas, depende del uso que se les dé. En este caso, del uso que los periodistas les demos. Por ejemplo, como herramienta para pelotear al jefe, twitter es nefasto, porque te ven todos. Y, sin embargo, se usa. Hay gente que es pelota y usa el twitter para hacer la pelota. Eso no requiere mayor indagación pero, al darse este peloteo de forma pública y en red, puede haber profesionales que se vean atrapados en ese propio tejido de peloteo y acaben obligados a 'ponerse a la altura' del pelota para no quedar mal... “Eso tiene más alcance del que pudiese parecer. Gente que antes no despachaba nunca con el jefe, pero que ahora le “tuitea” todos los días. Es parte de la dinámica en red, pero muchos jefes no lo perciben así, sino que siguen anclados en esquemas jerárquicos: creen que son ellos quienes con su mera presencia incitan al peloteo”.

"Si no dices nada, parece que no eres nadie"

Antonio va más allá, afirmando que esa dependencia de twitter ha cambiado la posición misma del jefe con respecto a sus subordinados. “Los jefes”, dice, “también se ven obligados a mostrarse. Antes no sabías lo que pensaba un jefe sobre determinados temas si no eras de su camarilla; ahora todos lo sabemos; la propia interacción en red te lleva a una situación en la que todos han dado ya su opinión y si tú no dices nada, parece que no eres nadie, lo cual probablemente es falso, porque la mayoría de “tuits” se pierden en el océano sin dejar huella. Pero cuando estás dentro de esa interacción te sientes obligado a dejar claro que existes y que tienes tu opinión”.

Según Antonio, y no es el único, twitter, pese a su indudable potencial, interfiere en la vida del profesional y a menudo lo confunde. “Se está usando twitter”, apunta acusador, “para buscar un compromiso en el periodista que sea de 24 horas y siete días a la semana. Y a menudo el redactor lo acepta porque él mismo queda fascinado por las posibilidades de la tecnología y por comprobar que mucha gente le sigue. Pero ese compromiso muchas veces no es correspondido por la empresa; por ejemplo, hay periodistas muy activos profesionalmente que se pueden ir a la calle o, simplemente, ser cambiados de sección próximamente. A esos periodistas que usan twitter y luego son víctimas de un ERE o un movimiento interno se ven de repente con un montón de seguidores que no tienen nada que ver, ni con su vida, ni con su profesión. No son amigos, no son clientes, pero están ahí”.

Esos no amigos y no clientes, esa masa anónima pero presente, merece comentario aparte. Félix fue periodista pero, “asqueado”, según sus propias palabras, se retiró del asunto y ahora ejerce la abogacía, una profesión a la que en algún momento juró no volver. Está al tanto de las nuevas tecnologías y es un “tuitero” de pro. Él afirma que “sería enormemente interesante investigar quienes son esas personas. Se tiene la intuición de que los seguidores son un activo importante, pero nadie sabe muy bien qué hacer con ellos. Sin duda, hay profesionales que creen que pueden usarlo en su propio beneficio para promocionarse dentro de la empresa de comunicación”. Según su experiencia, a falta de calidad, siempre se han buscado sucedáneos con más o menos éxito: “se puede usar para tratar de suplir otros valores, como la capacidad de redactar, de comunicar, de opinar... o como complemento. La gente vende su disponibilidad en las redes y su destreza en el manejo de las mismas para tratar de promocionar su carrera ahora mismo, es la forma más fácil de destacar: no requiere formación, ni habilidades especiales, tan sólo estar ahí todo el día. Tampoco hay que estudiar, ni cuesta dinero: todos podemos ser community managers... Claro que la mayor parte es humo... acciones en redes sociales que realmente se traduzcan en un beneficio económico o de imagen para la empresa, hay muy pocas.

¿No llevarse el trabajo a casa?

Todos ellos, Jota, Antonio y Félix, coinciden, sin embargo, en que la herramienta muestra posibilidades y que sus efectos nefastos, cuando se dan, provienen de su mal uso por las personas. Algo más radical es Vicente, informático, que trabaja en Berlín, viaja a Nueva York asiduamente y habla tres idiomas. Él tiene una cuenta de twitter, pero sólo la usó una vez. “Ahora prefiero estar lejos de esas cosas, no sea que acabe como él”, dice señalando a un compañero de trabajo que, en la hora del almuerzo que usamos para conversar, entra y sale del restaurante contestando “tuits”, poniendo mensajes de móvil y respondiendo a ocasionales llamadas telefónicas al viejo estilo. “Además”, añade Vicente, “no soporto no poder empezar una conversación y acabarla sin que haya treinta interrupciones y tampoco me he enterado de nada por twitter que no pudiese esperar al día siguiente. De hecho, no hay nada que no pueda esperar al día siguiente”.

La razón de que tenga una cuenta es algo peregrina. “Fue una boda”, recuerda, “en la que durante el banquete y las copas todos los invitados íbamos “tuiteando” impresiones y comentarios, y éstos iban saliendo en tiempo real en una pantalla enorme que había en la sala. Era como un regalo que entonces nos pareció gracioso. Ahora, suena bastante ridículo”. A estas alturas, considera que tiene bastante con su horario laboral, y es crítico con los enganches que van más allá de éste : “el trabajo nos ocupa la vida física y psíquicamente entre 8 y 11 horas de las 16 o 18 que estamos “despiertos”, al menos, ¿no? Cinco de los diete días de la semana. Eso si no pensamos en que los domingos por la tarde son un purgatorio en el que algunos “ya están trabajando”. Con esto quiero decir, ¿cuánto espacio en horas nos queda fuera de lo relacionado con el trabajo? La respuesta es “nada”.  Si estás en una cadena de montaje, estás jodido, pero es más factible “no llevarse el trabajo a casa”, ni en lo físico, ni en lo psíquico. Pero si es un trabajo administrativo, intelectual… Por lo tanto, el grado de incidencia de lo laboral en la vida de una persona es casi total. Y eso destruye muchas vidas. Yo no pienso estar atado a twitter el poco tiempo que no estoy pringado trabajando. Prefiero quedar con un amigo y simplemente charlar.

Jota es periodista freelance. Ha escrito en diarios de tirada nacional, medios especializados de Internet, revistas de música, y casi cualquier soporte que uno pueda imaginarse. Como la mayor parte de quienes luchan en primera línea de la información con galones de soldado raso, está al tanto de las innovaciones tecnológicas, a veces por voluntad y a veces por fuerza. Últimamente, lo que le trae de cabeza es el archiconocido twitter, esa ambigua herramienta cuyo potencial verdadero parece aún por delimitar. “Al principio, me pareció una cosa magnífica. Todo el mundo me empezó a hablar maravillas y me convencieron, literalmente, de que era mejor que lo que yo hacía entonces, que era mantener un blog donde volcaba mis opiniones personales sobre temas de actualidad. Una especie de columna periodística personal”.