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Nace la primera unidad de terapia vaginal postparto para madres con problemas
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LAS SECUELAS SON MUY FRECUENTES TRAS PARTOS DIFÍCILES

Nace la primera unidad de terapia vaginal postparto para madres con problemas

Incontinencia urinaria, descontrol de los esfínteres, dolor al mantener relaciones sexuales o molestias generalizadas en la zona vaginal pueden ser algunas de las consecuencias que muchas

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Nace la primera unidad de terapia vaginal postparto para madres con problemas

Incontinencia urinaria, descontrol de los esfínteres, dolor al mantener relaciones sexuales o molestias generalizadas en la zona vaginal pueden ser algunas de las consecuencias que muchas mujeres sufran tras dar a luz. Y, generalmente, son secuelas que se sufren en silencio, por vergüenza, por pudor o por simple desconocimiento, porque pocas hablan de este tipo de males, eclipsados por la llegada del bebé, y los médicos normalmente tampoco avisan.

Pero a partir de ahora las parturientas catalanas lo tendrán más fácil para sobrellevar estos dolores posteriores al alumbramiento que sufren más del 80% de las mujeres gracias a la nueva Unidad de Terapia Vaginal que ha abierto recientemente el Hospital Vall d`Hebron de Barcelona.

Hasta ahora, según explica el centro sanitario, ningún hospital público de Cataluña se había ocupado de evaluar, cuando acaban de parir y de forma preventiva, a las mujeres que por el tipo de embarazo y las circunstancias del parto que acaban de protagonizar son claras candidatas a sufrir esos malestares. Tienen grandes posibilidades de padecerlos, por ejemplo, las madres mayores de 41 años, las que necesitan la ayuda de fórceps o palas para dar a luz, o las que dan a luz a un bebé que pese más de 4 kg.

Para vigilar y ayudar a este grupo de riesgo, un equipo de ginecólogos, obstetras y psiquiatras del Vall d’Hebron ha creado la primera unidad que cubre ese vacío y ya han atendido a 110 de las cerca de 2.000 mujeres que han parido en ese centro en lo que va de año.

Según explica a El Confidencial una de las impulsoras del proyecto, la doctora Anabel Montero, el equipo es multidisciplinar y está formado por seis ginecólogos, un neurofisiólogo, dos médicos rehabilitadores, un psiquiatra y dos coloproctólogos.

“Los ginecólogos tenemos la capacidad de captar rápidamente a las pacientes de riesgo y derivarlas a la unidad, de esa forma se evitan el vía crucis por el que tenían que pasar antes hasta que llegaban a la unidad de suelo pélvico normal, un doloroso proceso que podía durar hasta un año”, explica la ginecóloga. Efectivamente, antes de la aparición de esta unidad, las mujeres que sufrían problemas tras el parto eran atendidas en el ambulatorio o por las comadronas, pero no existía ninguna unidad hospitalaria tan específica como esta.

“Hasta ahora, sabíamos que muchísimas mujeres tienen problemas en el suelo pélvico, porque atendemos partos en los que se producen desgarros graves en la vagina o el ano, pero las perdíamos de vista al darles el alta después del nacimiento de su hijo”, explica José Luis Sánchez, coordinador de la unidad de disfunción del suelo pélvico posparto.

“Muchas mujeres que sufren incontinencia fecal no se lo dicen ni a su médico, aunque es un problema con gravísimas consecuencias”, explica Sánchez. “Las lesiones del suelo pélvico no matan a nadie, pero es terrible no poder moverte de casa, o sentir vergüenza cada vez que has de salir corriendo para ir al váter – añade–. Nuestras abuelas lo silenciaban, pero no es tolerable seguir ignorando un problema que, además, tiene solución”.

Partos con prisas

Desde el Hospital Vall d`Hebron ejemplifican la necesidad de una unidad como la inaugurada con un caso concreto. La alegría que le supuso a Maite, enfermera de 44 años, el nacimiento de su hija –una niña conseguida tras costosos intentos de fecundación artificial– se sigue mezclando con las gravísimas secuelas que le dejó un parto que se prolongó durante más de 24 horas. En el proceso Maite sufrió una infección abdominal que complicó la posibilidad de hacerle cesárea o adormecerla con una inyección epidural y ante ello los ginecólogos temían por la salud de la niña, cuyas constantes medían cada 10 minutos con un leve pinchazo en la coronilla.

Al ver que la vagina de la madre no conseguía dilatarse  apareció en la sala de partos un ginecólogo provisto de unos fórceps, una pala articulada que sujetó la cabeza del bebé y tiró súbitamente de ella.  

“Sufrí más de un desgarro, en la vagina, en el ano y en toda la musculatura de la pelvis”, relata Maite. Inmediatamente fue conducida a la unidad del doctor Sánchez. Desde entonces –la niña tiene 18 meses– esta enfermera ha pasado por periodos de incontinencia fecal y de orina, que ha sobrellevado con la constante repetición de unos ejercicios intrauterinos que le han enseñado los ginecólogos, aunque aún sigue con flatulencia incontrolada. “Me ha caído la vejiga sobre el útero y retengo la orina sin ser consciente de ello, con riesgo de infección que esto conlleva”, explica, resumiendo un largo episodio posparto que deberá resolver con una intervención quirúrgica.

“Me pondrán unas mallas para que ascienda la vejiga”, explica Maite. “Un nacimiento con fórceps usados con prisas convierte a la parturienta es candidata a recibir tratamiento”, añade el doctor Sánchez.

Incontinencia urinaria, descontrol de los esfínteres, dolor al mantener relaciones sexuales o molestias generalizadas en la zona vaginal pueden ser algunas de las consecuencias que muchas mujeres sufran tras dar a luz. Y, generalmente, son secuelas que se sufren en silencio, por vergüenza, por pudor o por simple desconocimiento, porque pocas hablan de este tipo de males, eclipsados por la llegada del bebé, y los médicos normalmente tampoco avisan.