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El ingeniero que salvó al reloj suizo y que ahora salva vidas
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elmar mock, nominado al inventor europeo 2017

El ingeniero que salvó al reloj suizo y que ahora salva vidas

El país helvético es famoso por sus relojes, pero en los 80 su industria estaba en crisis. Un nuevo tipo de soldadura le dio cuerda durante 35 años

Foto: El 'padre' de Swatch, Elmar Mock
El 'padre' de Swatch, Elmar Mock

"En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, matanzas, asesinatos... Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cual fue el resultado? El reloj de cuco". La famosa escena de la película 'El tercer hombre' omite que fue la Segunda Guerra Mundial la que dio origen a una de las mayores revoluciones que vivió esta máquina para medir el tiempo, cuando los soldados británicos ataron sus relojes de bolsillo a la muñeca con una correa para así poder mirar la hora aun con las manos ocupadas.

Foto: José Ángel Ávila (izquierda), junto al investigador con el que comparte la nominación, Laurent Lestarquit.

La segunda revolución tuvo un origen más pacífico y, en una suerte de justicia poética, llegó de la mano de un suizo: Elmar Mock. Hasta los años 70 los relojes helvéticos dominaban el 90% del mercado global, pero a partir de los 80 el porcentaje cayó hasta el 15%. Entonces apareció un joven ingeniero de 26 años con ganas de experimentar. Mock desarrolló un tipo de soldadura ultrasónica que abarató los costes de un producto, hasta entonces demasiado caro, al reducir el número de piezas necesarias de 91 a 51. Así nació la marca Swatch, que ha sobrevivido a los aparatos digitales y hoy se enfrenta a los 'smartwatches' que dan mucho más que la hora.

Acabamos demostrando que con una buena aproximación podías hacer algo de calidad y bajo precio en Suiza

Más de tres décadas después, Mock ha sido nominado al Premio al inventor europeo del año en la categoría Logro a toda una vida por la Oficina de Patentes Europea que, en un guiño a la escena de Orson Welles, entregará hoy el galardón en la italiana ciudad de Venecia. Nos sentamos a charlar con el ingeniero horas antes de que se sepa si ha ganado y, antes de nada, comprobamos que sí, que no ha cedido a los 'smartwatches' y porta un reloj mecánico, al igual que su esposa.

"No estaba intentando salvar la industria del reloj sino probar cosas nuevas, pero acabamos demostrando que con una buena aproximación podías hacer algo de calidad y bajo precio en Suiza", confiesa Mock. "En realidad sólo intenté salvarme a mí mismo, porque estuve cerca de perder mi trabajo por pedirle a mi jefe una máquina de inyección plástica de moldes muy puntera y tuve dos horas para explicarle para qué. Hice un boceto en papel milimetrado y le convencí". Swatch estaba a un paso de nacer, pero por entonces el ingeniero no pensaba en renovar estas máquinas de medición de tiempo.

Tres años después Swatch llegaba al mercado. "Nuestro sueño era sobrevivir 5 años y vender 5 millones. Llevamos 35 años con más de 600 millones vendidos", asegura Mock sobre el "inesperado" éxito del reloj. "No estaba planeado, éramos jóvenes que tocaban música en la calle y de repente teníamos éxito. No fue ni la tecnología ni el diseño, sino que la población suiza estaba hambrienta de buenas noticias y les encantó que la vieja industria relojera pudiera hacer algo fresco".

El reloj ya no hace tic tac

Ya en el siglo XXI, el reloj suizo vuelve a estar amenazado: en 2016, las exportaciones cayeron al nivel más bajo desde 1984, justo antes de que el invento de Mock viera la luz. Los 'smartwatches' todavía son minoritarios, pero ¿quién necesita preguntar la hora cuando tenemos un móvil en el bolsillo? "Hoy son mucho más que un reloj, es una tendencia clara. Creo que los mecánicos son hermosos y tienen una tradición artística, Igual que todavía se hacen espadas samuráis, nunca desaparecerán". Como prueba de ello, el ingeniero asegura que su nieto tiene un reloj.

Los 'smartwatch' son una pantalla en la muñeca, y no estoy tan seguro de que deba ser una pantalla. Es la forma fácil, pero no la definitiva

El ciclo se repite. El reloj de bolsillo pasó a la muñeca. Ahora volvemos a llevarlo en el bolsillo, en forma de 'smartphone', antes de que vuelva a la muñeca como un 'smartwatch'. Mock considera que queda un largo camino por recorrer: "Los 'smartwatches' de hoy no son lo suficientemente 'smart'. No es cuestión de reloj sino de muñeca, un área sensible, móvil y de fácil acceso. Es la forma perfecta de comunicarse con el resto del cuerpo". La clave, en su opinión, es que sean capaces de filtrar los mensajes importantes, aprovechar el sentido del tacto. "De momento son una pantalla en la muñeca, y no estoy tan seguro de que deba ser una pantalla. Es la forma fácil, pero no la definitiva".

Mock no podía imaginar en los 80 que la máquina que compró su jefe daría pie a una nueva técnica de soldadura ultrasónica y a una marca de relojes. Hoy, el suizo utiliza su tecnología en otras aplicaciones, desde la creación de muebles a la de implantes ortopédicos que se pegan a las vértebras con una resina adhesiva que se derrite con ultrasonidos. "La tecnología es como la música: no es el instrumento sino la música que usas".

"En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, matanzas, asesinatos... Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cual fue el resultado? El reloj de cuco". La famosa escena de la película 'El tercer hombre' omite que fue la Segunda Guerra Mundial la que dio origen a una de las mayores revoluciones que vivió esta máquina para medir el tiempo, cuando los soldados británicos ataron sus relojes de bolsillo a la muñeca con una correa para así poder mirar la hora aun con las manos ocupadas.

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