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El vendedor que dio el 'gordo' dos veces en cuatro días
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UN VENDEDOR DE LA ONCE DE ALICANTE REPARTE MÁS DE 600.000 EUROS EN UNA SEMANA

El vendedor que dio el 'gordo' dos veces en cuatro días

No cabe duda. Para un vendedor de boletos sólo hay una cosa más improbable que vender el número premiado con el gordo: volver a venderlo. A Julián

Foto: El vendedor que dio el 'gordo' dos veces en cuatro días
El vendedor que dio el 'gordo' dos veces en cuatro días

No cabe duda. Para un vendedor de boletos sólo hay una cosa más improbable que vender el número premiado con el gordo: volver a venderlo. A Julián Ferrer, el único distribuidor de la ONCE en la localidad alicantina de Polop de la Marina, no sólo le ha ocurrido, sino que además ha sido en menos de una semana. En cuatro días ha vendido dos primeros premios y ha repartido más de 650.000 euros entre los clientes de este pueblo de 4.500 habitantes. Pese a tan improbable golpe doble de la fortuna, Ferrer no se permite el acceso de superstición. "Ha sido casualidad", explica. "Mucha, pero casualidad".

El pasado jueves 6 este vendedor itinerante repartió por las calles de Polop las cinco cifras que resultaron premiadas con el primer premio del sorteo –06.031–, y repitió hazaña estadística el siguiente lunes cuando sus cupones –esta vez con el número 90.739– se llevaron de nuevo el primer premio. En total 315.000 euros con la primera combinación y 350.000 con la segunda, distribuidos en diecinueve cupones vendidos a sus vecinos. Cada uno de los polopinos agraciados se llevó 35.000 euros por cupón.

"Sólo había vendido un premio antes y fue el ocho del ocho de 2008", cuenta este hombre que se tiene por afortunado, ya que "hay gente que  se jubila sin haber dado ni un solo premio". De hecho, el de esta semana no ha sido el primer encuentro de Julián con lo improbable, aunque en otras ocasiones la suerte no ha jugado tanto a su favor.

La peor, cuando una doctora le dijo que ella "no hacía milagros". Se refería a su visión, que Ferrer acababa de perder. "Siempre he tenido problemas de vista", aclara con humor, y pone un ejemplo elocuente: "Con veinte años tenía más de 23 dioptrías". Siendo joven llegó incluso a perderla, pero fue operado de ambos ojos y recuperó en parte el sentido. Un accidente laboral, sin embargo, frustró su recuperación. "Perdí la retina cargando un barril", explica, en el bar que regentaba. "Hice un postoperatorio muy duro, pero era autónomo, y los autónomos tienen que trabajar". Una segunda operación le devolvió la vista, pero de forma muy limitada.

La suerte te pilla trabajando

En mayo hará nueve años que empezó a trabajar con la ONCE, y desde entonces el vendedor sigue siempre la misma rutina. "Salgo a las ocho de la mañana y vendo hasta las tres, más o menos. Después voy a casa a comer y a las cinco ya estoy otra vez en la calle, hasta las nueve". Ferrer invita a no echar cuentas con su horario laboral, y cuando se le pregunta por el número de horas diarias que dedica a la venta de cupones, no da una cifra, sino una palabra: "Todas".

Reconoce, eso sí, que la suya no es la jornada normal de un vendedor de la organización de los ciegos españoles y que echa horas porque "le gusta su trabajo". Presume, además, de mañas de comerciante experimentado. "Sigo un itinerario, aunque va variando. Polop es un sitio pequeño, y siempre sabes quién suele comprar y en qué bar vas a encontrar a tal o cual persona".

Algo que, según él, hace más especial haber repartido los dos premios que le han convertido en una celebridad local. "Te da más satisfacción que se lleve el premio gente del pueblo,  gente trabajadora", indica. Una satisfacción que celebra especialmente con las dos familias a las que vendió boletos premiados tanto el jueves como el lunes. En una de ellas el padre adquirió tres números el jueves y su hijo, otro de los boletos premiados el lunes.

Aun así, Julián no ha repartido todo lo que quisiera. "Algunos de mis amigos me quieren matar", ironiza. "Siempre me compran, menos los dos días en que tocó". Lo cierto es que esta vez la suerte no ha querido limitarse a pasar por sus manos y se ha quedado también en casa. "Le vendí a mi hijo uno de los cupones con premio", explica Ferrer. Un pellizco de 35.000 euros del que se siente particularmente orgulloso, "sobre todo con los tiempos que corren".

Haber repartido dos gordos en cuatro días no va a alterar los planes de este vendedor. Tanto que Julián se irá de vacaciones en octubre, pese a que su golpe de suerte haya aumentado su número de clientes, que "han venido de otras partes de la comarca y hasta de Benidorm" para comprarle cupones. "Mis amigos me dicen que estoy loco, que tengo que quedarme a vender mientras dure, pero yo les digo a todos lo mismo: las vacaciones son sagradas". 

De momento, se conforma con agradecer las muestras de cariño y repetir a los clientes atraídos por su súbita fama que, como vendedor, él no elige los números que vende y que no es posible, por lo tanto, tentar a la suerte con algunas de las combinaciones recientemente premiadas, sino de la forma tradicional: jugando con las terminaciones. "Cada semana tengo cifras distintas. A la hora de venderlas siempre hay gente que quiere que acabe en un número o en otro, y la terminación es lo único en lo que puedo echarles una mano", explica. "Lo que sí pasa es que ahora me preguntan cuál de los números que vendo es el que me gusta más a mí". 

No cabe duda. Para un vendedor de boletos sólo hay una cosa más improbable que vender el número premiado con el gordo: volver a venderlo. A Julián Ferrer, el único distribuidor de la ONCE en la localidad alicantina de Polop de la Marina, no sólo le ha ocurrido, sino que además ha sido en menos de una semana. En cuatro días ha vendido dos primeros premios y ha repartido más de 650.000 euros entre los clientes de este pueblo de 4.500 habitantes. Pese a tan improbable golpe doble de la fortuna, Ferrer no se permite el acceso de superstición. "Ha sido casualidad", explica. "Mucha, pero casualidad".