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Floriano y González Pons, cara y cruz de la apoteosis ‘marianista’ en Sevilla
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COSPEDAL ASUME LA PORTAVOCÍA DE UN PP EN EL QUE SUBEN COBO Y GONZÁLEZ

Floriano y González Pons, cara y cruz de la apoteosis ‘marianista’ en Sevilla

El XVII Congreso Nacional del PP ha sido una auténtica apoteosis del marianismo, un despliegue de unanimidad en torno al jefe que ha llevado a la

Foto: Floriano y González Pons, cara y cruz de la apoteosis ‘marianista’ en Sevilla
Floriano y González Pons, cara y cruz de la apoteosis ‘marianista’ en Sevilla

El XVII Congreso Nacional del PP ha sido una auténtica apoteosis del marianismo, un despliegue de unanimidad en torno al jefe que ha llevado a la organización a tener más poder que nunca en su historia, pero deja importantes cuestiones organizativas sin resolver y algunos dirigentes todavía más descolocados que antes de la asamblea. Es el caso de Esteban González Pons. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, en su voluntaria acumulación de funciones sancionada por Rajoy, asume hasta las labores de comunicación del partido, lo que hasta ahora hacía el político valenciano.

Igual que Soraya Sáenz de Santamaría en el Ejecutivo, Cospedal se responsabiliza de la organización interna y de la acción externa, pero en su caso en el partido. Y además tiene que gobernar la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el mejor ejemplo de administración en quiebra técnica dentro del insostenible sistema autonómico. Aunque fuera algo previsto y anunciado, la acumulación de cargos y cometidos en la persona de la secretaría general suscita muchas dudas en el partido.

Como Rajoy lleva casi cuatro años encadenando aciertos en los nombramientos, victorias electorales, y bastante tiene con gobernar un Estado arruinado, nadie le discute en público ni en privado. Pero la legislatura no ha hecho más que empezar y después de las elecciones del próximo 25 de marzo (en Andalucía y en Asturias) se abrirá una dura etapa de choque total con la izquierda, en las instituciones y en la calle, y de incomprensiones o roces entre gobiernos regionales por intereses encontrados o agravios comparativos (trasvases, modelos de financiación, inversiones, recortes o cierres en empresas públicas...). Además, el partido tendrá que asumir la tarea de defender al Gobierno como primera misión.

Como se vio entre 1996 y 2004 será fundamental entonces que desde la sede central de Génova haya un dirigente de peso que se dedique a controlar y conciliar a los dirigentes locales del partido, que fue lo que hicieron en su día Ángel Acebes y Javier Arenas por delegación de José María Aznar cuando era presidente del Gobierno. Lo hicieron ambos sin tener que atender al mismo tiempo cargo institucional alguno. Y apenas daban abasto para apagar fuegos internos, según recordaban este fin de semana sus más directos colaboradores de esa época.

El papel de Cospedal

Cospedal tendrá que hacer, como en los últimos siete meses, de presidenta autonómica en Toledo y de secretaria general en la calle Génova de Madrid, pero sin poder contar con una experta en la organización del partido como es Ana Mato (vicesecretaria saliente ahora ministra de Sanidad) y ejerciendo al tiempo de González Pons. El responsable de comunicación del PP se ha podido quemar como ariete de oposición al zapaterismo, pero en todos los medios del partido se le reconoce como un trabajador infatigable y sin medida en el empeño de desgastar al PSOE: brillante cuando acertaba en la crítica y "mete patas" en algunas ocasiones, pero de tanto perseverar en su misión. De hecho, fue uno de los que más aplausos recibió en Sevilla en reconocimiento a su labor.

Después de quedarse fuera del Gobierno, el vicesecretario de comunicación tampoco ha sido ascendido en la dirección del partido (no es del gusto de Cospedal), deja de ser el portavoz de la organización y, además, el promocionado a vicesecretario de organización (en cierta medida "número tres" del "aparato") resulta ser su hasta ahora colaborador y subordinado Carlos Floriano.

González Pons ha decidido aparentar tranquilidad. Ayer declaraba a Europa Press que entendía que Rajoy le destinara a "estudios y programas" porque es muy importante ante la crisis en que está sumida España. En medios del PP no saben qué pensar, si el vicesecretario general se puede considerar maltratado y se dispone a dejar ya la política o simplemente guarda las formas a la espera de tiempos y cargos mejores. Su caso es en parte como el de Juan Carlos Vera, eterno responsable de organización que, contra todo pronóstico, tampoco ha sido ascendido. Son tan "de la casa" y disciplinados que los jefes siempre aplazan su promoción porque no se van a quejar ni a plantear problemas como otros más exigentes.

El agravio a González Pons puede ser mayor si se considera que Cospedal, con el visto bueno de Rajoy, ha aprovechado para resolver otros problemas personales y de equilibrios internos y lo ha hecho con gran generosidad. Ha entrado en el comité ejecutivo el hombre de confianza de toda la vida de Alberto Ruiz-Gallardón, Manuel Cobo, para dedicarse a su especialidad de la política municipal. Un descolocado menos para mayor tranquilidad del hoy ministro de Justicia. Además, vuelve a sentarse en la dirección el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que se destacó en la crítica a Rajoy hace menos de cuatro años. Mariano compensa así a casi todos… menos a González Pons.

El XVII Congreso Nacional del PP ha sido una auténtica apoteosis del marianismo, un despliegue de unanimidad en torno al jefe que ha llevado a la organización a tener más poder que nunca en su historia, pero deja importantes cuestiones organizativas sin resolver y algunos dirigentes todavía más descolocados que antes de la asamblea. Es el caso de Esteban González Pons. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, en su voluntaria acumulación de funciones sancionada por Rajoy, asume hasta las labores de comunicación del partido, lo que hasta ahora hacía el político valenciano.