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Engaños y dudas sobre el sexo de los atletas en la alta competición
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LA SUDAFRICANA CASTER SEMENYA, UNA DE LAS FAVORITAS EN 800, ES EL CASO MÁS RECIENTE

Engaños y dudas sobre el sexo de los atletas en la alta competición

¿Hombre o mujer? Ésa es la pregunta que muchas atletas de la distancia del 800 se realizaron cuando en los Campeonatos del Mundo de Berlín (2009)

Foto: Engaños y dudas sobre el sexo de los atletas en la alta competición
Engaños y dudas sobre el sexo de los atletas en la alta competición

¿Hombre o mujer? Ésa es la pregunta que muchas atletas de la distancia del 800 se realizaron cuando en los Campeonatos del Mundo de Berlín (2009) una atleta sudafricana, de nombre Mokgadi Caster Semenya, se imponía de manera aplastante en dicha prueba y se colgaba la correspondiente medalla de oro. Sus rasgos y su constitución, muy poco femeninos, llevaron a varias de sus competidoras a dudar de su sexualidad y la ‘legalidad’ de su éxito. Tanto, que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAFF) llegó a solicitar un test de verificación de sexo a la atleta. El argumento desde el máximo organismo de este deporte eran los elevados niveles de testosterona (tres veces por encima de lo normal) que la sudafricana había dado en unas pruebas previas al Campeonato del Mundo en tierras alemanas.

Tras varios análisis y exámenes por parte de expertos médicos, se comprobó que Semenya padece una anomalía cromosómica por la que no tiene útero y sí testículos internos. Esto, sin embargo, ni le desposeyó del título mundial, ni le impidió seguir compitiendo como mujer, más aún cuando la IAAF, siguiendo la opinión de los doctores, aceptó que la atleta sudafricana siguiera participando como mujer sin ningún tipo de cortapisa. Concluía así una situación desagradable para la deportista y su entorno y echaba por tierra las quejas y pataletas de aquellas que habían argumentado el éxito de Semenya en su ‘masculinidad’.

Concluida la polémica, llegaron los Mundiales de Daegu (2011). La sudafricana acudía nuevamente como una de las favoritas y otra vez como el foco de atención de público y medios de comunicación. En esta ocasión, Semenya no fue la reina de los 800, la rusa Mariya Savinova le arrebató el título, algo que la sudafricana tomó con la naturalidad habitual de la alta competición, no como las rivales que ella tuvo en Berlín. Ahora, Semenya se presenta por primera vez en unos Juegos Olímpicos, cargada de ilusión y ganas por alcanzar la gloria olímpica. Es una de las candidatas al oro en Londres, pero de nuevo se verá las caras con Savinova, además de con las keniatas Pamela Jelimo y Janeth Busienei, oro y plata hace cuatro años en Pekín. La cita promete.

Engaño olímpico

Pero indagando en la historia de las grandes competiciones, concretamente en los Juegos Olímpicos, descubrimos un caso parecido, que no igual, al de la corredora sudafricana. Nos remontamos a los Juegos de Berlín (1936), donde Dora Ratjen tomó parte en la disciplina de salto de altura femenino. Sus alarmantes rasgos masculinos (foto) provocaron inmediatamente una tremenda polémica, que concluyó con el argumento por parte de Dora de que sufría un problema de hermafroditismo.

La atleta alemana finalizó en cuarta posición esos Juegos, aunque posteriormente, en el año 1938, consiguió batir el récord del mundo de la disciplina. Las dudas sobre su sexualidad seguían inquietando a los dirigentes y aficionados al atletismo, hasta que en 1954 se descubre que es un hombre. Tras varias informaciones, en las que se aseguraba la masculinidad de Dora, una serie de exámenes médicos terminaron por confirmar todas las sospechas al descubrir que... ¡tenía genitales! Realmente Dora era Heinrich, un hombre.

El propio deportista reconoció su masculinidad y explicó el porqué de su actitud y de su apuesta por competir como una mujer. La explicación, bien sencilla. En los Juegos de Berlín, la mejor saltadora de altura en Alemania y que debiera haber competido en la cita olímpica era una judía, algo que el régimen nazi no estaba dispuesto a consentir. Por ello, Heinrich fue obligado a disfrazarse como mujer y competir en dicha disciplina. Una rocambolesca historia que forma parte de la gran enciclopedia de los Juegos.

¿Hombre o mujer? Ésa es la pregunta que muchas atletas de la distancia del 800 se realizaron cuando en los Campeonatos del Mundo de Berlín (2009) una atleta sudafricana, de nombre Mokgadi Caster Semenya, se imponía de manera aplastante en dicha prueba y se colgaba la correspondiente medalla de oro. Sus rasgos y su constitución, muy poco femeninos, llevaron a varias de sus competidoras a dudar de su sexualidad y la ‘legalidad’ de su éxito. Tanto, que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAFF) llegó a solicitar un test de verificación de sexo a la atleta. El argumento desde el máximo organismo de este deporte eran los elevados niveles de testosterona (tres veces por encima de lo normal) que la sudafricana había dado en unas pruebas previas al Campeonato del Mundo en tierras alemanas.