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César Cepeda, el púgil que perdió su honor en una sala de operaciones
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UN FALLO MÉDICO CORTÓ SU PROMETEDORA CARRERA DEPORTIVA

César Cepeda, el púgil que perdió su honor en una sala de operaciones

César Cepeda no es un boxeador corriente. Uno de los púgiles españoles con la carrera más prometedora de los últimos años se vio obligado a dejar

Foto: César Cepeda, el púgil que perdió su honor en una sala de operaciones
César Cepeda, el púgil que perdió su honor en una sala de operaciones

César Cepeda no es un boxeador corriente. Uno de los púgiles españoles con la carrera más prometedora de los últimos años se vio obligado a dejar el deporte después de ser intervenido por una lesión en su mano. En quirófano, a la hora de hacer frente a una dolencia bastante corriente y sin mayor complicación, una confusión provocó que se operara la mano sana además de la lesionada, y más de un lustro después de aquello, Cepeda no sólo tuvo que dejar el deporte, sino que sus manos se han quedado sin fuerza para la vida normal.

El joven boxeador estaba llamado a marcar una época en el boxeo. Con un registro de 23 peleas y 21 victorias, sin duda era una de las carreras más prometedoras del panorama nacional. Pero un problema, a priori, menor en la mano izquierda de Cepeda provocó la retirada prematura del púgil tras pasar por el quirófano. El joven boxeador nunca llegó a recuperarse y, a día de hoy, sufre las secuelas de la intervención, que le impiden hacer una vida normal al haber perdido toda la fuerza en ambas manos.

El Confidencial pudo charlar con Cepeda en la escuela de boxeo que regenta en la localidad madrileña de Móstoles: "Todo ocurrió en septiembre de 2006, cuando sufrí una lesión peleando en la mano izquierda. El traumatólogo que me vio, que se convirtió en el futuro cirujano, es el que empezó a hacerme pruebas. Tras seis meses, dictaminó que la mejor solución era operar, porque tenía rota una vaina, que es como un cinturón de seguridad que abrocha el tendón y una pequeña bursitis. Antes de intervenir, me aseguró que era una operación de trámite".

Entre pruebas y más pruebas, Cepeda estuvo más de seis meses con la lesión a cuestas, de la que fue intervenido el 21 de abril de 2007. Pero en la operación las cosas no salieron tal y como estaban previstas, y la situación se complicó en el quirófano. Tuvo que ser el propio boxeador quien, recién despertado, reconoció que había habido un error en la operación, lo que provocó que el equipo médico se viera obligado a volver a intervenir para solucionar su propia equivocación.

"Cuando me desperté de la anestesia, me vi la mano derecha vendada y entonces les dije a las enfermeras allí presentes que se habían equivocado de mano. Tal y como se lo dije, me volvieron a dormir, sin autorización ninguna, para volver a operar. Me desperté de la doble anestesia a las cinco de la tarde, y entonces hablé con mi entrenador, que me dijo que no fuera vaya del hospital, porque él se dirige para allá. Pero en el hospital me dicen que según echara la anestesia me marchara, y a las 7 de la tarde me mandaron a casa".

Una lucha que aún no ha encontrado respuesta

Desde ese momento, Cepeda empezó a tramitar las diversas denuncias, pero lo peor vino con la recuperación. Según empezaron a desaparecer los efectos de la anestesia, el boxeador comenzó a notar que algo no iba bien en sus manos, una sensación que tristemente se confirmó cuando las cicatrices dejaron de doler. Con movilidad limitada, y sin fuerza en las manos, la preocupación de Cepeda fue en aumento, una hecho que se complicó cuando decidió acudir a forenses para que analizaran los daños que le habían quedado.

"Unos me decían que no me iban a mirar la mano derecha, porque la lesionada era la izquierda; otros, que era imposible que hubiera perdido la fuerza en la mano derecha porque tenía callos en ella; otros, que es normal que tenga las manos así, que si no hubiera boxeado no me hubiera pasado nada. Y después de varias pruebas, descubrimos que en la mano 'buena', que era la derecha, sólo tenía once kilos de agarre, mientras que en la izquierda, que era la lesionada, tenía 32", asegura aún a día de hoy desolado.

De momento, Cepeda sigue a la espera de que se resuelva su caso. Muy claro y contundente, asegura que él no quiere "dinero ni ninguna indemnización, sólo justicia". Pero, lo que más le duele después de seis años es que se haya querido mancillar su nombre: "Pudimos llegar a un acuerdo por un cantidad muy elevada de dinero con la condición de que no volviera a salir en los medios o me denunciarían por atentar contra el honor del hospital. Evidentemente, no llegué a un acuerdo, pues mi honor lo perdí en un quirófano".

"Mi oficio era ser boxeador, no sé ni cantar, ni bailar, ni pintar cuadros, sólo boxear. Y lo compaginaba con un trabajo de mozo de almacén, que era el único que me permitía entrenar y viajar. Pero un día me despierto, y descubro que ni soy boxeador, ni puedo utilizar las manos porque me he quedado sin fuerza en ellas. Por lo menos sé que detrás de mí tengo mucho apoyo social,. Por ejemplo, en Facebook hay varios grupos de apoyo creados, con más de 13.500 personas", asegura Cepeda, un hombre cuyo sueño se quedó por el camino.

César Cepeda no es un boxeador corriente. Uno de los púgiles españoles con la carrera más prometedora de los últimos años se vio obligado a dejar el deporte después de ser intervenido por una lesión en su mano. En quirófano, a la hora de hacer frente a una dolencia bastante corriente y sin mayor complicación, una confusión provocó que se operara la mano sana además de la lesionada, y más de un lustro después de aquello, Cepeda no sólo tuvo que dejar el deporte, sino que sus manos se han quedado sin fuerza para la vida normal.