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Contador, sancionado dos años y sin equipo tras la rescisión de contrato de Saxo Bank
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EL CICLISTA NO NIEGA LA PERSECUCIÓN FRANCESA HACIA EL DEPORTE ESPAÑOL

Contador, sancionado dos años y sin equipo tras la rescisión de contrato de Saxo Bank

Macarena rompió a llorar en el momento en el que Alberto Contador entró en el salón del hotel Las Artes de Pinto, a escasos quinientos metros

Foto: Contador, sancionado dos años y sin equipo tras la rescisión de contrato de Saxo Bank
Contador, sancionado dos años y sin equipo tras la rescisión de contrato de Saxo Bank

Macarena rompió a llorar en el momento en el que Alberto Contador entró en el salón del hotel Las Artes de Pinto, a escasos quinientos metros de su domicilio. A su alrededor, toda la familia y amigos del ciclista, que fue recibido por un minuto de aplausos, intentaban consolar a la esposa del sancionado deportista. Era el momento de la explicación a una situación que se inició en el Tour de 2010 y que ha terminado con dos años de sanción al no poder probar la inocencia de un positivo detectado en dos controles de la ronda gala. Ese llanto encierra diecisiete meses de dudas, del incierto futuro que queda ahora con la rescisión de contrato por parte de Saxo Bank, del dinero perdido, de muchos días de angustia. "Lo que no me van a quitar ni a mí, ni a los míos, ni a los aficionados son las victorias que he conseguido. Esas son mías y de todos aquellos que las tienen grabadas en sus retinas. El dinero, sí me lo pueden arrebatar, los triunfos no".

Cincuenta cámaras de televisión, catorce unidades móviles, treinta fotógrafos y cien periodistas convirtieron la presencia de Contador en el mayor acontecimiento que ha vivido Pinto, por encima, incluso, de los triunfos en el Tour, Giro o Vuelta. Directos de televisiones francesas, danesas, alemanas, españolas, por su puesto, y presencia de reporteros de todo tipo de programas, incluidos programas de corazón. Curioso. En las puertas del hotel no estaban los cientos de pinteños que acostumbran a pasear los éxitos de su vecino y amigo. Veinte valientes se atrevieron a plantarse frente a la puerta del hotel con pancartas a favor del corredor y poniendo en duda la honestidad y deportividad de Francia.

La emoción inicial del ciclista pasó a la rabia contenida, al prudente silencio a la hora de valorar la persecución iniciada por la Unión Ciclista Internacional y refrendada por la Agencia Mundial Antidopaje y el Tribunal de Arbitraje Deportivo. El precio, la rescisión de contrato por parte de Saxo Bank, que no admite en sus filas corredor alguno relacionado con algún caso de dopaje, tal y como admitió Riis, presente en la rueda de prensa. "Desde el primer día Alberto me dijo que no se había dopado. Le creo a él y a su carrera hecha en todos estos años", afirmó el director del equipo danés y que años después reconoció haberse dopado en el Tour que ganó. La puerta a la continuidad tras el 5 de agosto no está cerrada, pero a día de hoy, Contador se ha quedado compuesto y sin equipo. Además, claro está, de los cuatro millones que en total que se ha gastado en abogados y lo que dejará de recibir por los permiso que tiene que devolver. Fran, su hermano y agente, lo reconoce. "La primera opción es para el Saxo".

Un simple gesto valió más que los cincuenta y cinco minutos de rueda de prensa. Tras los minutos de tanteo, se pasó a las preguntas que hacían referencia al orgullo, al ataque del resto del mundo contra España y sus deportistas. "¿Se siente perseguido por los franceses?" le preguntaron. La respuesta fue encogerse de hombros y no negar nada de lo dicho en la pregunta hecha con toda la intención del mundo. Contador sabía que estaba en el punto de mira, pero no esperaba tal campaña hecha por el país vecino, en el que han participado desde el director del Tour de Francia hasta periodistas que manipulan la realidad, como sucedió ayer cuando Le Figaro dijo que el aplauso del inicio de la rueda de prensa fue surrealista al partir de los periodistas. Miente. Los aplausos fueron de los amigos y familiares de Contador.

Antes y después de la rueda de prensa, Contador se reunió con su equipo de asesores y abogados. La orden es clara. "No parar hasta que mi nombre quede limpio, sin mancha". Y ese no parar, evidentemente, es acudir a la justicia ordinaria como última alternativa legal para que le den la razón y limpien el expediente, aunque sabe que la sanción deportiva no se la puede quitar nada ni nadie. Y eso significa que hasta el próximo 6 de agosto, no podrá colocarse un maillot de equipo alguno, ni competir ni contra nada ni contra nadie, solo contra el tiempo.

Macarena rompió a llorar en el momento en el que Alberto Contador entró en el salón del hotel Las Artes de Pinto, a escasos quinientos metros de su domicilio. A su alrededor, toda la familia y amigos del ciclista, que fue recibido por un minuto de aplausos, intentaban consolar a la esposa del sancionado deportista. Era el momento de la explicación a una situación que se inició en el Tour de 2010 y que ha terminado con dos años de sanción al no poder probar la inocencia de un positivo detectado en dos controles de la ronda gala. Ese llanto encierra diecisiete meses de dudas, del incierto futuro que queda ahora con la rescisión de contrato por parte de Saxo Bank, del dinero perdido, de muchos días de angustia. "Lo que no me van a quitar ni a mí, ni a los míos, ni a los aficionados son las victorias que he conseguido. Esas son mías y de todos aquellos que las tienen grabadas en sus retinas. El dinero, sí me lo pueden arrebatar, los triunfos no".

Alberto Contador