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La cámara de oxígeno de Guns N´ Roses y otras leyendas periodísticas
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Crónicas desde la otra cara de EEUU

La cámara de oxígeno de Guns N´ Roses y otras leyendas periodísticas

Un libro recoge las mejores crónicas del escritor John Jeremiah Sullivan, última gran esperanza blanca del nuevo periodismo estadounidense

Foto: Concierto de Guns N`Roses en Bangalore en 2010 (EFE)
Concierto de Guns N`Roses en Bangalore en 2010 (EFE)

Cuando Michael Jackson decidió bautizar a su primer hijo como Prince Michael Jackson I, se armó una buena chirigota. Era la enésima extravagancia de un estrella del pop que había perdido hace tiempo el sentido de la realidad. ¿No le podía haber llamado simplemente Michael y quitarle lo de Prince? Muy mal, Michael, muy mal. Salvo que lejos de ser una excentricidad, el nombre escondía una gran carga política y simbólica. Atentos:

"Prince Screws fue un esclavo de una plantación de algodón de Alabama que se convirtió en granjero arrendatario después de la Guerra Civil, probablemente de las tierras de su antiguo amo. Su hijo, Prince Screws Jr., compró una pequeña granja. Y el hijo de ese hombre, Prince Screws III, dejó el hogar para marcharse a Indiana, donde encontró trabajo como mozo de la Pullman, formando parte del éxodo de negros del Sur hacia las ciudades industriales del Norte. Y ahí se produjo un corte en la línea sucesoria. El último Prince Screws, el que emigró al Norte, no tendría hijos varones. Tuvo dos hijas, Kattie y Hattie. Kattie dio a luz a diez hijos, el octavo un varón, Michael, que bautizaría a sus hijos como Prince en honor a su madre, a la que adoraba, y como reivindicación de sus ancestros. De modo que el ridículo apodo otorgado por un blanco a su esclavo negro, igual que uno le pone un nombre a un perro, les fue otorgado por un rey negro a sus hijos y herederos de piel blanquecina. Creíamos que ese nombre era un manierismo y nos mofamos. Lo cual no quiere decir que no pudiese ser objeto de burla, pero de entre todas las cosas que convierten a Michael Jackson en un misterio, tal vez pensar que lo conocíamos es la más engañosa".

El escritor realiza un esfuerzo titánico por comprender a unos personajes, llámense Michael Jackson o Axl Rose, convertidos en objeto de mofa y befa en sus años de decadencia

Lo cuenta el escritor estadounidense John Jeremiah Sullivan (Kentucky, 1974) en Pulphead (Mondadori, 2013), primera recopilación de las crónicas más vistosas de este colaborador de medios como The New York Times Magazine. Se dice (en la contraportada del libro) que tiene "la energía gonzo de Hunter S. Thompson, la agudeza de David Foster Wallace y el ingenio y la perspicacia de John Didion". Pero, ay, no hay escritor vivo o muerto capaz de cargar con unelogio de tal calibre, y Jeremiah Sullivan no es una excepción, aunque es cierto queparece tener algo de los tres iconos del periodismo literario estadounidense, sobre todo de David Foster Wallace. Guardando las distancias, Jeremiah Sullivan también escribe textos larguísimos con tendencia a irse por las ramas y con una raracapacidad para mezclar lo personal y lo social en un todo divertido, melancólico y doloroso. El escritor, en definitiva,cava profundo para ir más allá del tópico, como en eltexto sobre Michael Jackson, en el querealiza un esfuerzo titánico por comprender a un personaje convertido en objeto de mofa y befa en sus últimos años.

Pulphead es un buen ejemplo de lo mucho que pueden dar de sí un país con una cultura popular tan activa: uno puede volar a Indiana a buscar pistas sobre los años de formación de Axl Rose (cantante y líder de Guns N´Roses), vibrar en el festival de rock cristiano más grande de todos los tiempos o ir de manifestación con el Tea Party.

GN´R contra viento y marea

No es extraño que Pulphead se abra con un ensayosobre el regreso a los escenarios de Axl Rose, dado que John Jeremiah Sullivan, gran aficionado a la música popular, se crece cada vez que encara un perfil de un rockero descarriado. El regreso final de Axl Rose es la gran joya del libro. Donde se hacen más evidentes las virtudes del escritor: capacidad para empatizar con el hombre al que todo el mundo ataca en la cuesta abajo de su carrera, arsenal retórico para describir la experiencia musical,sucesión de fogonazos de humor.

Guns N´Roses eran grotescos, vulgares y estúpidos en ocasiones, incluso la mayor parte del tiempo. Pero siempre sabías que estabas viendo algo interesante cuando los veías

Sus motivos para defender a Guns N´Roses a viento y marea son los siguientes: "1) Fueron la última gran banda de rock que no pensaban que había algo ligeramente embarazoso en formar parte de una banda de rock". 2) "Hicieron posible a Nirvana. Cuando uno piensa en el nicho que Nirvana supuestamente creó y perfeccionó -una megabanda que los snobs indies no podían rechazar por completo, por mucho que lo deseasen-, lo cierto es que Guns N´ Rosesllegaron allí antes. O al menos llegaron casi al mismo sitio. 3) "Se vestían de manera idiota. No parecían saber diferenciar sus buenas canciones de las que eran una mierda. Pero también debemos recordar que aparecieron en un momento en que los grupos con cantantes con la pinta de Axl que movían las caderas sin asomo de ironía y con solistas que abrían las piernas y se montaban largas improvisaciones de dioses de la guitarra se suponía que no eran en absoluto interesantes ni melódica, ni culturalmente, ni en ningún otro sentido. Guns N´ Rosessí lo eran. También eran grotescos, vulgares y estúpidos en ocasiones, incluso la mayor parte del tiempo. Incluso casi todo el rato. Pero siempre sabías que estabas viendo algo interesante cuando los veías".

A Jeremiah Sullivan, por tanto, le encantaban estos patanes maravillosos capaces de lo mejor y de lo peor inclusodentro de la misma canción.En plenitud y en decadencia, a las duras y a las maduras, digan lo que digan, como cuando Axl Rose tocó en Bilbao y fue linchado por la prensa española...

Corría el año2006 yRose había resucitado a la banda de rock duro para unnuevotourmundial. La clásica gira de grupo en decadencia y en vías de desintegración (el único miembro original del grupo era el propioAxl Rose) que bascula entre el deseo de reverdecer glorias pasadas y la realidad de hacer caja para mantener un frenético tren de vida. La banda venía de vender más de 100 millones de discos entre 1987 y 1993. Desde entonces, los miembros se habían dedicado a pelearse entre ellos y a amenazar con publicar un nuevo álbum (Chinese Democracy) que tardaría nada menos que 15 años en grabarse (2008). El caso es que Axl Rose aterrizó en Bilbao en julio de 2006 y ahí estaba John Jeremiah Sullivan. Observando el concierto desde un lateral del escenario, para intentar explicar por qué, en su opinión, Axl Rose seguía siendo el Axl Rose de toda la vida y no un mono de feria delrock.


El escritor pone el pie en el festival donde toca la banda (Bilbao Live). Loprimero que le llama la atención es un grupo de rap rock al que describe así: "La justificación para el rap rock parece ser que, si mezclas rock realmente malo y rap realmente malo, el resultado es de alguna manera bueno, siempre que los raps sean vociferados por un tipo blanco con sobrepeso, rapado y con los brazos llenos de tatuajes". Amén.

A Jeremiah Sullivan se le podrá acusar de muchas cosas, pero no de no hacer sutrabajo (de investigación): al día siguiente del bolo de Axl Rose, se leyó todos y cada uno de los artículos publicados en España sobre el concierto. Y ahí arranca el delirio. "La prensa española no fue muy amable. Dijeron que Axl era 'un espectáculo grotesco'", describe el escritor. El crítico de El Diario vasco, por ejemplo,calificó a la banda de "bullanguera formación de mercenarios al servicio del ego del vocalista". Y en otro artículo se aseguró que Axl tiene "la voz de un gallo priápico". Pero lo mejor fueron las descripciones costumbristas de las extravagancias de una estrella del rock llamadaAxl Rose:

"Cuentan que pide que su habitación esté cubierta de alfombras orientales y que no se relaciona con el resto de miembros de la banda. Que llegó en un avión diferente. Cuentan que a los guardias de seguridad les han dado instrucciones de que nunca le miren a los ojos. También explican que el resto de los miembros de la banda se odian entre sí y piden que los alojen en plantas diferentes del hotel. Cuentan que él viaja con una diminuta gurú asiática llamada Sharon Maynard, alias Yoda, y que no hace nada sin pedirle antes consejo, que ella elige la gente a la que tiene que contratar examinando sus caras", escribe Jeremiah Sullivan.

Pero el verdadero giro desternillante ocurre cuando Jeremiah Sullivan analiza la "obsesión" de los medios españoles con lo que a primera vista parece una leyenda urbana de tomo y lomo: la existencia de una cámara de oxígeno secreta en la que Axl Rose "supuestamente desaparece durante los conciertos y de la que sale 'más fresco que una lechuga'".

El escritor dice no poder "confirmar ni desmentir" el Oxigenogate y asegura que no es fácil dilucidar "si las constante menciones en la prensa son la evidencia de que eso es real o si simplemente todo el mundo se limita a reciclar el mismo rumor". Pero justo cuando Sullivan parece estar a punto de decir que todo eso de la cámara de oxígeno no es más que un bulo disparatado, escribe lo siguiente:

"Lo que os puede contar, basado en mi privilegiado puesto de observación [a un lado del escenario], es que hay una especie de celda cuadrada tapada con cortinas negras, a la izquierda, justo detrás del escenario. A través de las cortinas nos se vislumbra ni un hilo de luz, y eso que yo he intentado ver algo. Axl se mete en este artilugio unas quince veces durante el concierto. En algunas ocasiones emerge con una nueva vestimenta -lo cual tiene sentido-, pero otras no. En ocasiones se mete allí cuando uno de los chicos está haciendo su solo o algo por el estilo -lo cual tiene sentido-, pero otras veces se mete en un momento es que resulta desconcertante que no esté en el escenario. No sé si Sharon Maynard está en la celda. No sé qué hace él allí dentro. Si aspira gas reconstituyente, no sé si está en plan 'Esto es bueno para mí' a lo Michael Jackson, o si tiene algún problema real en los pulmones. No tengo ni la más remota idea de qué pasa en el interior de la celda, sólo sé que sí que existe y que es importante para Axl que esté allí". En dos palabras: sombreros fuera.

Cuando Michael Jackson decidió bautizar a su primer hijo como Prince Michael Jackson I, se armó una buena chirigota. Era la enésima extravagancia de un estrella del pop que había perdido hace tiempo el sentido de la realidad. ¿No le podía haber llamado simplemente Michael y quitarle lo de Prince? Muy mal, Michael, muy mal. Salvo que lejos de ser una excentricidad, el nombre escondía una gran carga política y simbólica. Atentos:

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