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Insultos, conspiraciones nazis y otras perlas de Orson Welles
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UN LIBRO DESVELA LAS CRÍTICAS DEL DIRECTOR A SUS COMPAÑEROS DE PROFESIÓN

Insultos, conspiraciones nazis y otras perlas de Orson Welles

Alfred Hitchcock era un director sobrevalorado, James Stewart mal actor y Richard Burton un chiste casado con una famosa. Cualquier crítico que en la actualidad se

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Insultos, conspiraciones nazis y otras perlas de Orson Welles

Alfred Hitchcock era un director sobrevalorado, James Stewart mal actor y Richard Burton un chiste casado con una famosa. Cualquier crítico que en la actualidad se atreviera a realizar semejantes comentarios sería condenado al ostracismo. Sin embargo estas declaraciones, valga el eufemismo, fueron realizadas por Orson Welles. Nada más y nada menos. 

La compleja personalidad del director y su perfeccionismo casi obsesivo en la realización de sus filmes le granjearon más de una enemistad en los pasillos de los grandes estudios. Ahora un libro (My lunches with Orson, de Peter Biskind) en el que se transcriben las conversaciones que el director mantuvo con el también realizador Henry Jaglom entre 1983 y 1985 se dispone a abrir antiguas rencillas debido a los hirientes comentarios que Welles despachó hacia sus colegas de profesión.

Una de las críticas más feroces se dirige a uno de los grandes directores de la historia del cine: Alfred Hitchcock. Welles manifestó que no entendía el culto que se rendía al realizador británico, especialmente a sus últimas películas americanas, a lo que añade: “El otro día he visto una de las peores películas que he visto nunca: La ventana indiscreta… Te diré lo que es sorprendente de la película: descubrir que Jimmy Stewart puede ser un mal actor, hasta Grace Kelly está mejor que él, está sobreactuado.” Unos comentarios chocantes, ya que la película de Hitchcock siempre ha sido considerada una obra de arte y una de las mejores de su filmografía.

Hitchcock es atacado por Orson Welles por sus habilidades cinematográficas, sin embargo otras estrellas como Bette Davis Woody Allen reciben las iras del director simplemente por su aspecto físico. De Davis confiesa que no la quiere ver actuar porque no soporta mirarla porque le desagrada físicamente. Lo mismo que le ocurre con Allen. Henry Jaglom, su interlocutor, le pregunta sorprendido si alguna vez ha conocido al director de obras como Annie Hall, a lo que Welles responde: “Sí, y casi no soporto ni hablar con él. Tiene la enfermedad de Chaplin, esa combinación de arrogancia y timidez que me pone de los nervios”.El otro día he visto una de las peores películas que he visto nunca: 'La ventana indiscreta'

Estas explosivas declaraciones no son más que el principio de lo que el 16 de julio verá la luz gracias a esta publicación que han sido posibles gracias al trabajo de edición y condensación que ha realizado el historiador Peter Biskind, y que medios como Vulture y The Guardian se han encargado de ir avanzando al público.

Otra personalidad que se convierte en blanco de las críticas de Welles es Richard Burton, del que el realizador reconoce que "tiene mucho talento, pero se ha convertido en un chiste al casarse con una famosa (Elizabeth Taylor). Peor parado sale Lawrence Olivier del que llega a decir que sus dos primeras escenas del Rey Lear para la BBC "son de las peores cosas que he visto en mi vida".

Teorías conspiratorias

Sin embargo no todo son palabras desagradables en el libro. El realizador de Ciudadano Kane, también tiene palabras de cariño hacia Carole Lombard, a la que reconoce que adoraba a la vez que añade una loca teoría sobre su prematura muerte en un accidente de avión cuando volvía de un acto para promocionar los bonos de guerra, ya que Estados Unidos acababa de sufrir el ataque de Pearl Harbour: “¿Sabes cómo se cayó su avión? El aparato estaba lleno de físicos y fue derribado por los nazis. Era de las pocas civiles del avión… Fue disparado por agentes nazis en América, es una historia muy de thriller”.

Una de las cosas que al director le gustaba de Lombard era su forma de hablar sin tapujos de cualquier tema. Esto hacía que a Welles le recordase a Katherine Hepburn, a la cual descubrió en una sala de maquillaje mientras ambos se preparaban para entrar a rodar hablando de cómo “follaba” Howard Hugues. El realizador se sorprendió de cómo la actriz utilizaba la palabra "follar" sin ningún tipo de tapujos. Sin embargo el eterno amor platónico de Hepburn, Spencer Tracy, era repudiado por Welles, que declara en estas conversaciones que era un hombre odioso

En el libro el realizador echa la vista atrás y recuerda cómo pensaba que Ciudadano Kane había sido un éxito en París. Sin embargo, cuando llegó allí se dio cuenta de que nadie le conocía. Aunque la culpa de esto se la atribuye directamente a una tercera persona: Jean-Paul Sartre. El filósofo y escritor escribió una crítica bastante tibia de la película que el realizador nunca le perdonó. Welles considera que Sartre no entendió bien la película porque era una comedia. Su interlocutor se sorprende por esta declaración, ya que Ciudadano Kane siempre ha sido considerado una obra dramática y alejada de cualquier toque de comicidad. Sin embargo el autor de la obra argumenta su opinión diciendo que a pesar de no ser una comedia desternillante sí que parodia ciertos elementos de la tragedia, algo que Sartre no pudo apreciar al no tener sentido del humor.

Una de las sorprendentes confesiones de Welles es su confirmación de lo que hasta ahora había sido un rumor, ya que se refiere a Marilyn Monroe como su novia, antes de que esta alcanzara el estrellato. El director confiesa que la solía llevar a las fiestas y que intentó promover su carrera, aunque nadie parecía fijarse en ella. Sin embargo meses después Marilyn se convirtió en una estrella en el firmamento de Hollywood.

Orson Welles nunca pudo escuchar ni ver terminadas y editadas estas conversaciones, ya que pocos meses después muere en Los Ángeles. Unas charlas que él mismo pidió que fueran grabadas y que vuelven a sacar a la palestra a un realizador único en la historia del cine, capaz de revolucionar Hollywood con su primera película y con un comportamiento alejado de cualquier convención social, elementos que solo contribuyeron a que su leyenda fuera aún más grande.

Alfred Hitchcock era un director sobrevalorado, James Stewart mal actor y Richard Burton un chiste casado con una famosa. Cualquier crítico que en la actualidad se atreviera a realizar semejantes comentarios sería condenado al ostracismo. Sin embargo estas declaraciones, valga el eufemismo, fueron realizadas por Orson Welles. Nada más y nada menos.