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"El nuevo director del MUSAC es una vergüenza para la profesión"
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RAFAEL DOCTOR MUESTRA SU DISGUSTO TRAS LA DIMISIÓN DEL CENTRO DE EVA GONZÁLEZ-SANCHO

"El nuevo director del MUSAC es una vergüenza para la profesión"

Si alguien puede extender certificado de la cartografía de las últimas dos décadas de arte contemporáneo español ese es Rafael Doctor (Calzada de Calatrava, Ciudad Real,

Foto: "El nuevo director del MUSAC es una vergüenza para la profesión"
"El nuevo director del MUSAC es una vergüenza para la profesión"

Si alguien puede extender certificado de la cartografía de las últimas dos décadas de arte contemporáneo español ese es Rafael Doctor (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1967). Hoy presenta Arte español contemporáneo 1992-2013 (editado por La Fábrica), un manual que acaba con el silencio y el desconocimiento de la actualidad de la creación plástica de este país. El libro muestra, entre otras cosas, cómo la eclosión de espacios para el arte contrasta con la escasa atención que se ha tenido con una disciplina que “vive pendiente de resolver faltas estructurales”.

Una evolución que, como dice Rafa Doctor, director de la publicación, ha ido “tan rápido que ahora toca parar y reflexionar”. Y el producto es este volumen que reúne las voces de diez historiadores del arte que dan testimonio de un conocimiento que debe ser capaz de “generar el respeto que necesitamos para conseguir que el arte contemporáneo sea un lugar del pensamiento, necesario y posible”, escribe el director.  

Respeto que se cuestiona estos días, tras la dimisión, a los tres meses de su llegada al MUSAC, de Eva González-Sancho. Rafael Doctor lleva con honor y con orgullo haber dirigido este centro, entre 2005 y 2009, que apareció como el mayor exponente de la actualidad artística por el que pasaron los referentes internacionales más importantes y las apuestas españolas que se han consolidado. Fue su primer director y le duele todo lo que ocurre en el centro leonés.

Una decisión cuestionable

El pasado lunes la consejera de Cultura y Turismo de Castilla y León, Alicia García, anunciaba el nombre del nuevo responsable del MUSAC: Manuel Olveira (A Coruña, 1964), ex director del Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC). “Que una persona se plante para salvar su honorabilidad y la dignidad de un proyecto artístico es un ejemplo. Que llegue otra persona y se quede con el proyecto después de cómo ha salido la anterior directora es una vergüenza”, explica Doctor a este periódico.  

Eva González-Sancho decidió abandonar su cargo tras las injerencias políticas y pérdida de autonomía en la gestión del museo para el que fue seleccionada por un concurso de buenas prácticas. La ex directora reconocía a El Confidencial que cualquier decisión que tomaba debía ser preguntada a la Fundación Siglo, que no respetaron el legado del anterior director, y que ni siquiera su proyecto era tenido en cuenta. “No sé qué entienden aquí por dirección. En estos tres escasos meses he visto lo suficiente, he tenido la paciencia suficiente para seguir haciendo concesiones a un trabajo poco profesional”, añadió González-Sancho.

“Lo primero en la vida es la ética, si no hay ética no hay nada”, sentencia Rafael Doctor. “Esta persona tendría que haber valorado la dimisión de la directora anterior y no haber aceptado quedarse con el puesto por ocupar una plaza de poder, porque la institución no hacía lo correcto. La persona que ha accedido al puesto quedó en cuarto lugar en el concurso que ganó Eva González-Sancho y, además, el jurado de la prueba le suspendió el proyecto museístico. Es un horror, estoy muy enfadado, porque esta persona es una vergüenza para la profesión y para ese museo que está en mi corazón”, aseguró molesto Rafael Doctor.

De contenedores y contenidos

Es una dramática coincidencia que subraya la peor cara del arte en nuestros días, resultado de una ecuación fatídica: “Hemos dado más importancia al contenedor que al contenido”, cuenta Doctor que valora el estado de algunas instituciones museísticas y el discurrir de la política cultural de sus comunidades autónomas. El libro, que viene a suplir un grave silencio, señala la fecha de 1992 para el inicio de sus investigaciones, como año en que “se produce un punto de inflexión y el país despega, se olvida de la Transición y se transforma en un país maduro”.

Él mismo reconoce y explica que el arte contemporáneo es fruto de sociedades privilegiadas, que tienen excedentes, que cuanto más rico el país, más dinero y tiempo le dedica a las artes plásticas. “Es la nueva mentalidad de un país que crece”, dice.

Crece tan rápido que es un mundo que todavía está por descubrir por los ciudadanos y coetáneos de los artistas. De ahí que este manual sea una llamada de atención sobre nuestros creadores más relevantes de estos años. No se esperen encontrar entre las señas de identidad cultural contemporáneas de este país a artistas como Tàpies, Arroyo, Antonio López o Miquel Barceló, “porque estos artistas en estos años no hicieron nada nuevo, simplemente se dedicaron a repetir su propio estilo”.

Señas de identidad

¿Si tuviéramos que seleccionar las propias de nuestro arte cuáles serían? “Para mí existen temas que se repiten, formas de entender el arte. Por ejemplo, el desarrollo de la pintura que hay aquí es amplísimo y viene de una tradición muy asentada, que nunca ha dejado de tener su propia trayectoria”, cuenta. Pero también aparecen ciertos temas recurrentes como una memoria sin cerrar, como la cuestión de género, de su territorio, de su estética, etc.

Pero esas peculiaridades de nuestro arte tienen vínculos con los avances del extranjero. Todo es influencia en un mundo globalizado, pero advierte: “Al mismo tiempo debemos protegernos, no en términos conservadores, sino como ejercicio de autoestima que espante a los complejos que nos hacen pensar que somos peores que otros”.

Doctor señala otra cualidad muy particular que ha condicionado el arte que se hace en nuestros días: la rapidez con la que se ha actuado, mala consejera de la planificación a largo plazo de las instituciones y en las políticas culturales con raíces y bases. “Hemos comido muy rápido y no digerimos bien”, resume en una metáfora.

El mismo director lo escribe de esta manera en su capítulo en el libro: “La multiplicación  rapidez de la información, la mayor agilidad y el abaratamiento en los transportes, el mejor conocimiento de los idiomas, así como el lógico interés que despierta el mundo exterior en una sociedad nieva, han hecho que el artista español contemporáneo no solo se sienta atraído por observarse a sí mismo en su entorno, sino que de la misma manera desarrolla una gran atracción por otros mundos y sociedades más lejanas”.

Los autores que dan músculo a esta referencia básica son Juan Antonio Álvarez Reyes, Glòria Picazo, Álvaro de los Ángeles, Tania Pardo, Sergio Rubira, Óscar Alonso Molina, Manuel Segade, Beatriz Herráez y David Barro, además de Rafael Doctor. Han apoyado al desarrollo de la investigación la Fundación Helga de Alvear, La Casa Encendida y el Museo de Arte Contemporáneo Fenosa Gas Natural.

Si alguien puede extender certificado de la cartografía de las últimas dos décadas de arte contemporáneo español ese es Rafael Doctor (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1967). Hoy presenta Arte español contemporáneo 1992-2013 (editado por La Fábrica), un manual que acaba con el silencio y el desconocimiento de la actualidad de la creación plástica de este país. El libro muestra, entre otras cosas, cómo la eclosión de espacios para el arte contrasta con la escasa atención que se ha tenido con una disciplina que “vive pendiente de resolver faltas estructurales”.