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La crisis llega a las tertulias: hay tortas por coger las que quedan
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La crisis llega a las tertulias: hay tortas por coger las que quedan

El fascinante mundo del tertuliano anda en estos tiempos de crisis más que revolucionado. Los presupuestos se han recortado y se producen auténticas peleas por seguir

El fascinante mundo del tertuliano anda en estos tiempos de crisis más que revolucionado. Los presupuestos se han recortado y se producen auténticas peleas por seguir siendo ‘invitado’ a los debates que, para muchos, es una manera de redondear el sueldo en esta época de apreturas. Lejos quedaron los tiempos en que la televisión pública pagaba 1.500 euros a Pedro J. Ramírez por asistir a ’59 segundos’. Un caché que causó estupor entre otros asistentes y los celos desproporcionados de, por ejemplo, Carlos Carnicero, entonces colaborador de la SER, que se negó a volver hasta que le pagaran lo mismo que al director de ‘El Mundo’. Y claro, no volvió.

Ahora, el último chascarrillo en el mundo de las tertulias es el de un diputado del PP, al que se le hicieron los dedos huéspedes cuando se enteró de que había estado yendo sin cobrar a una tertulia de la fenecida ‘Veo 7’ cuando los demás, la mayoría, pasaban por caja. Fue tal el cabreo que pilló que exigió que le pagaran todos los atrasos de un año. Y eso que tenía asegurada su reelección y su sueldo de diputado. Quizá por ello, una compañera de partido y asidua de las tertulias de varias cadenas, dejó claro en su Twitter que ella no cobraba ni un duro. Bien distinto de otra compañera de peso en el mismo partido, que además de cobrar religiosamente acudía en coche oficial a debatir.

Pronto, las Corts valencianas tendrán que hacer público lo que han venido cobrando los tertulianos de Canal 9, en su mayoría periodistas desplazados desde Madrid a los que se abonaba, además de un caché superior a los doscientos euros por programa, billete de ave o avión y noche de hotel. Una ruina, al final, para las esquilmadas arcas de la RTVV que ahora prepara el ERE que la haga viable. Y que la oposición a Alberto Fabra quiere que se dé a conocer.

Y otro tanto sucede en la televisión autonómica de Castilla-La Mancha, donde su director, Ignacio Villa, puso un especial empeño en airear los millonarios contratos del jardinero de la casa, de Teresa Viejo o lo que se pagaba por las corridas de toros, pero silenció que ha fichado a nuevos tertulianos –curiosamente, casi los mismos que van a Canal 9- a los que se paga otro mínimo de 200 euros más un coche particular con chófer para cada uno de ellos que les lleva a Toledo y les deposita luego de vuelta en su domicilio particular en Madrid los días que van al programa.

En Telemadrid, los recortes han llegado también. Se han caído ya las tertulias de la radio, Onda Madrid, y alguno de los programas de debate que apenas han durado unos meses. En Público, a puno de cerrar, los periodistas que llevan sin cobrar desde el 1 de diciembre afean a su director, Jesús Maraña, que siga yendo –previo paso por caja- a tertulias. Un dilema que hace tiempo que ‘solucionaron’ en Vocento: los periodistas de ABC que ‘tertuleaban’ en la entonces llamada Punto Radio y en la desaparecida TV ‘La 10’ lo harían, por orden del consejero delegado, gratis et amore. Sólo se pagaría a los colaboradores de fuera del grupo, lo que causó más de una indignación en algún redactor que duplicaba el sueldo gracias a los bolos de las tertulias.

Con este panorama no es de extrañar que sean muchos los que esperan los cambios en RTVE: habrá rotación ‘política’ en TVE, tanto en La 1 como en 24 Horas, y en RNE, con cambio de tertulianos que, en muchos casos, vendrán dictados desde Moncloa y su entorno… Y, de momento, la pública es una de las que mejor paga. Hasta que llegue allí también el recorte.

El fascinante mundo del tertuliano anda en estos tiempos de crisis más que revolucionado. Los presupuestos se han recortado y se producen auténticas peleas por seguir siendo ‘invitado’ a los debates que, para muchos, es una manera de redondear el sueldo en esta época de apreturas. Lejos quedaron los tiempos en que la televisión pública pagaba 1.500 euros a Pedro J. Ramírez por asistir a ’59 segundos’. Un caché que causó estupor entre otros asistentes y los celos desproporcionados de, por ejemplo, Carlos Carnicero, entonces colaborador de la SER, que se negó a volver hasta que le pagaran lo mismo que al director de ‘El Mundo’. Y claro, no volvió.