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Historia del mendigo más enigmático de España
  1. Alma, Corazón, Vida
DOS ESTUDIANTES LLEVAN AL CINE ‘EL MUNDO TRAS JULIUS’

Historia del mendigo más enigmático de España

Un día de 2006, un alemán alto, guapo y rubio como la cerveza, ecos de Tatuaje, apareció inopinadamente en el puerto de A Coruña, se colgó

Foto: Historia del mendigo más enigmático de España
Historia del mendigo más enigmático de España

Un día de 2006, un alemán alto, guapo y rubio como la cerveza, ecos de Tatuaje, apareció inopinadamente en el puerto de A Coruña, se colgó al pecho un cartel que decía 40 cts. y empezó a deambular por las calles. La mitología popular sospecha que quizá “él vino en un barco / de nombre extranjero”, también como en la canción, y que el barco zarpó sin esperarlo. Enseguida pasó a formar parte del paisaje urbano coruñés. Su estrafalaria indumentaria, sus bolsas de basura y su manta al hombro, su aire entre huraño y asustadizo, sus caprichos a la hora de aceptar o no según qué limosnas, su aspecto que devino anacoreta -luengas barbas y cabello alborotado-, su silencio insondable empezaron a atraer la atención de los periodistas, primero locales, después nacionales y hasta alguno extranjero.

Alguien descubrió que se llamaba Julius. El enigma ya tenía nombre. Un nombre además sonoro. La gente lo fotografíaba, era una atracción local, o intentaban fotografiarse con él. Un día apareció en Lugo. Nadie sabe cómo llegó hasta allí. Sucedió lo mismo exactamente que en A Coruña. Una nueva atracción popular, un misterio que deambula. Allí, un fotógrafo aficionado, Juan Carlos Fernández, empezó a retratarlo sistemáticamente. Y se convirtió, finalmente, en el único amigo que tuvo Julius. Incluso cuando las autoridades, a finales de 2011, decidieron ingresar al mendigo en un psiquiátrico. Duró poco. La primera semana de febrero, Julius apareció muerto en su cama. Otro enigma. Se dice que pudo ser la potomanía: bebía constantemente agua quizá por miedo al veneno de los medicamentos..., se dice.

Julius Lederer tenía solo 31 años. Su muerte la recogió prácticamente toda la prensa española. Los informativos televisivos también. Fue entonces cuando dos estudiantes de Audiovisual, Enrique R. Novoa y Pablo J. Colado, decidieron hacer con la historia un documental. Lo que empezó como un trabajo académico se acabó convirtiendo en El mundo tras Julius, como si necesariamente el mundo hubiera cambiado tras la muerte del mendigo, y salió una película de extraño lirismo, con trazos quizá de nostalgia épica, de vindicación de la vida, de cualquier vida, y de exaltación del misterio. La historia del vagabundo más enigmático del país llega a alcanzar un millar de visionados al día. Y sus directores ya han entrado en contacto con distribuidoras para proyectarla en cines. 

Julius se ha convertido en un símbolo. En esta sociedad, ¿cualquier mendigo es un símbolo?

No sólo cualquier mendigo, sino cualquier persona. Si bien un mendigo, vagabundo, trotamundos, o demás callejeros que vemos en cualquier ciudad son significativos por su aspecto desaliñado, costumbres o alguna característica particular (como el mendigo sincero del centro de Madrid, que pide para alcohol, para comida y demás en diferentes cajas que pone delante de sí) todas las personas de una ciudad tienen una historia. Seguro que si investigásemos a cien personas, todas tendrían algo interesante en sus vidas. Pero Julius era un enigma, y eso le hacía atractivo.

Arte social. De eso ya no queda. ¿Qué es lo primero que pensáis para hacer un documental de esta naturaleza? De comercial tiene poco.

El documental empezó como un trabajo de investigación para la asignatura de Teoría de la Comunicación, pero según iba avanzando nuestra investigación y descubríamos más sobre Julius nuestro interés iba creciendo. En enero entregamos como trabajo universitario un documental de 40 minutos que no tiene nada que ver con el que ahora puede verse online, que dura 54 minutos y cuyo aspecto es mucho más profesional que la beta, por así llamarlo, al trabajo que entregamos a nuestra profesora. Y por supuesto que no es comercial. De hecho, está registrado en Creative Commons de manera que su difusión es totalmente gratuita y no está permitido ganar dinero con su proyección. Haciendo siempre mención a sus autores, por supuesto.

Hay cine necesario, pero quizá no hay necesidad de este cine. ¿Nos estamos imbecilizando, la sociedad?

Es necesario cine de todos los géneros para complacer a todos los gustos. La sociedad se atonta porque quiere. Cualquier persona con un ordenador y conexión a Internet puede ver prácticamente cualquier película, serie o documental que quiera. Incluso los que no se estrenan en su país. Basta de tópicos como “ya no se hace buen cine”. El buen cine se sigue haciendo, sólo hay que buscarlo en vez de limitarse a ver lo que nos vende la cartelera.


Pedir por las calles es peor que ser banquero y mendigarle a los alemanes el dinero que acabaremos pagando todos?

Ser banquero no es malo. Un banquero es tan necesario como un médico, un ingeniero o un cerrajero. Otra cosa es que existan canallas en ese puesto que hagan lo que hacen, y que aún encima se lo permitamos. Si se pide dinero en la calle por algo será, no es ni malo ni bueno. En cualquier caso no pensamos que sea necesario establecer una relación entre pedir por las calles y ser banquero. Son dos conceptos diferentes.

Antes, hacer cine era imposible para un independiente a no ser que tuvieras suerte o a Querejeta, que eran sinónimos. ¿Cómo sacasteis adelante esto de Julius?

Por suerte o por desgracia nos ha tocado vivir una época en la que la tecnología de hoy será una antigualla con respecto a la de mañana, y así a su vez con la de pasado mañana. La universidad nos cedió la cámara y el equipo de audio para que realizásemos el documental; nuestro buen amigo Miguel Ángel, por entonces técnico del laboratorio de comunicación de la universidad se interesó por el tema e invirtió muchas horas con nosotros para ayudarnos en la posproducción, además del apoyo que recibimos siempre por parte de nuestras familias y amigos que estaban ansiosos por verlo.

Pero lo fundamental para sacar adelante El mundo tras Julius fue pasar muchas horas delante del ordenador, colgados al teléfono hablando con contactos, llamando a personas con las que no habíamos hablado en nuestra vida para pedirles favores, y dormir muy, muy poco. Ha sido un trabajo enorme que nos ha costado un mundo compaginar con el curso universitario, pero tanto esfuerzo y dolores de cabeza han valido la pena. No nos arrepentimos de haber dormido unas tres horas por noche el último mes de edición (risas).

Los lunes al sol. El cine se tiene que volver a la calle, creo yo. Como decía Hammett de la novela negra de los treinta: hay que devolverle la novela criminal a la calle, de donde nunca debería de haber salido.

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El cine que cuenta historias corrientes está quedando sepultado por una industria hollywoodiense plagada de efectos especiales y un star system de caras bonitas que (siempre en general, no nos referimos a todos los actores del mundo) no llega a la suela de los zapatos al del siglo pasado. La calle está plagada de buenas historias, historias corrientes que nos pasan a nosotros, a ti, a él y a todos, y que no por ello dejan de ser interesantes y conmovedoras. El problema es que para escribir un guión de estas características hay que pensar, y por desgracia es una buena costumbre que se está perdiendo. Insistimos en algo que ya hemos dicho: El buen cine sigue existiendo, sólo hay que buscarlo. Y con esto no pretendemos decir que el cine de acción, efectos especiales y demás sea malo, porque a nosotros como a cualquiera también nos gusta, simplemente es excesivo hasta el punto en que todas las películas son iguales.

Vámonos otra vez a Julius. ¿Cómo fue posible encontrar a tantas personas para documentar la historia de un hombre que apenas hablaba?

Echando muchas, muchas horas después de clase delante del ordenador leyendo artículos que hablasen de Julius. Escribimos en un papel todos los periodistas, fotógrafos, blogueros y demás personas que habían escrito sobre él, y empezamos a buscar la manera de contactar con ellas. Una vez tuvimos cuatro o cinco contactos fueron ellos mismos quienes nos facilitaron más. Fue como una red que empieza en un cabo del que salen dos, otros dos, y otros dos… así hasta hacernos con reparto variado de personas a las que entrevistar. No fue complicado encontrar a gente que supiese de un hombre que no hablaba, pues no fue necesario que Julius hablase para que la gente hablase de él. Su presencia lo era todo.

¿Hay novedades con la peli? ¿Os ha llamado alguien?

La película suele tener más de mil reproducciones diarias en Vimeo. Estamos muy contentos. Es fantástico cómo día a día tantas personas ven un trabajo que nos ha llevado más de medio año terminar. Varios medios se han interesado por el documental, lo que incrementa nuestra alegría. Cuando estemos de nuevo los dos juntos en Madrid trataremos de difundirlo por un radio más amplio e intentaremos contactar con alguna sala de cine. Desde el principio todo lo que nos ha pasado con respecto al documental ha sido una sorpresa. Sabíamos que era una historia interesante, pero no que fuese a causar tal impacto. No sabríamos decir a ciencia cierta qué noticias tendremos mañana para contaros sobre El mundo tras Julius.

Un día de 2006, un alemán alto, guapo y rubio como la cerveza, ecos de Tatuaje, apareció inopinadamente en el puerto de A Coruña, se colgó al pecho un cartel que decía 40 cts. y empezó a deambular por las calles. La mitología popular sospecha que quizá “él vino en un barco / de nombre extranjero”, también como en la canción, y que el barco zarpó sin esperarlo. Enseguida pasó a formar parte del paisaje urbano coruñés. Su estrafalaria indumentaria, sus bolsas de basura y su manta al hombro, su aire entre huraño y asustadizo, sus caprichos a la hora de aceptar o no según qué limosnas, su aspecto que devino anacoreta -luengas barbas y cabello alborotado-, su silencio insondable empezaron a atraer la atención de los periodistas, primero locales, después nacionales y hasta alguno extranjero.