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La última cena del restaurador solidario
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ECHA EL CIERRE POR LA CRISIS

La última cena del restaurador solidario

Algunos piensan que no hay nada más triste que una Navidad en soledad. Es el caso de Jaime Cabrerizo, a quien que bautizaron en Marbella como

Foto: La última cena del restaurador solidario
La última cena del restaurador solidario

Algunos piensan que no hay nada más triste que una Navidad en soledad. Es el caso de Jaime Cabrerizo, a quien que bautizaron en Marbella como el empresario solidario y, por su compromiso, ha homenajeado. El restaurador ofrecía desde hace siete años, de su bolsillo, un banquete de Nochebuena para indigentes. Pero este 2012 la crisis también ha caído sobre él y no ha podido seguir la tradición de tantos años, de llenar su lujoso restaurante de personas que no tenían donde cenar en Nochebuena.

Hasta este año, Cabrerizo buscaba cada Navidad a los sin techo en los bancos de La Alameda y en las playas del centro donde hacían noche. En Nochebuena, el empresario cerraba su restaurante para ellos y les ofrecía un menú tradicional navideño: jamón, queso y croquetas, como entrantes; de primero sopa de marisco y de segundo, a elegir entre cordero y lubina. Después, como postre, escuchaba los dramas que se esconden detrás de cada persona y cantaba villancicos con ellos para alegrarles. “Era una gran satisfacción personal. Hay un senegalés que venía siempre a la cena y cuando me ve por la calle me da la mano y me llama padre. Yo siempre le digo, tengo tres hijos y el cuarto es negro y nos echamos unas risas. Para mí ya son como de la familia”.

Este año Cabrerizo está triste pero las malas cuentas del año no le han dado dan para organizar su banquete solidario y solo, junto a un socio que ha traspasado el local, pudo abrir su restaurante para los clientes habituales. “Aunque algún cliente que otro en  los últimos años venía en la tanda de los indigentes porque es muy fácil cruzar la frontera de tener a no tener”. Jaime recuerda con tristeza como los últimos años tuvo que servir su cena de Nochebuena a una antigua cliente, que como él dice, solía ir y dejar su dinero en el negocio. Ahora todo son recuerdos.

Una de las cosas que más le dolió de la última cena fue que entre los comensales cada vez había más niños. El año pasado contabilizó casi una veintena.“Los pequeños no entendían muy bien el concepto…venían cortados. A todo lo que se les ofrecía respondían que no. Es normal que les extrañara que, si su madre no podía ni darles un bollo para merendar, cenaran esa noche en un restaurante”.

Clientes sin dinero

Este burgalés afincado Marbella compró el restaurante Pozo Viejo, de más de medio siglo de antigüedad, y entabló amistad con algunos indigentes que llegaban al local en busca de sopa caliente. Hace ocho años le pregunto a un bailaor jerezano venido a menos:«Oye, Paco, ¿Y qué vas a cenar esta Nochebuena?». “Alcohol, solo eso”,  contestó el artista arruinado. Eso tocó el corazón del restaurador que decidió organizar aquella Nochebuena una cena para medio centenar de indigentes en su local del casco antiguo.  Ese primer banquete contó con las bocas más agradecidas que nunca tuvo el local. “Esa noche llegué a casa tan contento que me eché a llorar. Tanto es así que al año siguiente también traje a mis hijos. Ellos tampoco lo han podido olvidar y desde entonces nunca han faltado”. Hasta este año.

A este hombre no se le escapa un detalle. Las croquetas de la cena siempre eran de varios tipos: con setas, espinacas, chocos, para que los musulmanes que compartirán mesa y mantel  comieran tranquilos sin carne. El pescado, lo ponía «sin espinas», subraya, «porque venia mucha gente mayor». A cambio de las viandas, las condiciones eran mínimas: “Que no vinieran  borrachos y que fueran puntuales”. La cena siempre empezaba sobre las 19.30 horas y finalizaba a las 21.30 para que los camareros y cocineros que trabajaban esa noche de forma altruista pudiera luego cenar con sus familias. Este año no ha hecho falta.

Algunos piensan que no hay nada más triste que una Navidad en soledad. Es el caso de Jaime Cabrerizo, a quien que bautizaron en Marbella como el empresario solidario y, por su compromiso, ha homenajeado. El restaurador ofrecía desde hace siete años, de su bolsillo, un banquete de Nochebuena para indigentes. Pero este 2012 la crisis también ha caído sobre él y no ha podido seguir la tradición de tantos años, de llenar su lujoso restaurante de personas que no tenían donde cenar en Nochebuena.