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Demasiado exigentes: los errores más comunes de las mujeres
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Demasiado exigentes: los errores más comunes de las mujeres

El fracaso o el éxito de una relación sentimental nunca son achacables a un solo miembro de la pareja. La convivencia no siempre es fácil y

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Demasiado exigentes: los errores más comunes de las mujeres

El fracaso o el éxito de una relación sentimental nunca son achacables a un solo miembro de la pareja. La convivencia no siempre es fácil y existen una serie de errores que pueden convertirse con el tiempo en perniciosos hábitos que acabarán por destruir la relación y complicando la existencia de ambos, y de los hijos, en el caso de que los haya. En esta ocasión seleccionamos, con la ayuda de las tesis de la psicóloga y sexóloga Laura Shlessinger, una lista de los siete errores más frecuentes que las mujeres cometen en sus relaciones.

Forzar la convivencia o el matrimonio

Muchas parejas deciden dar el paso de irse a vivir juntas, pero con unas expectativas de futuro diferentes para cada miembro de la pareja. Suele ocurrir que muchas mujeres fuerzan esta situación temporal con el objetivo de que culmine en matrimonio a medio plazo. Sin embargo, estas intenciones nunca deben estar escondidas, sino que deben ser compromisos compartidos por ambos miembros de la pareja para que tengan éxito. De lo contrario, solo se generará frustración y la sensación de haber perdido el tiempo en un proyecto de vida irrealizable.

Forzar la maternidad

No son tan escasos los casos en los que se busca forzosamente el embarazo con el objetivo de calmar un conflicto en la relación o para obligar a la pareja a irse a vivir juntos o a contraer matrimonio. En estos casos no solo se perjudica emocionalmente al hijo, al no tener un compromiso férreo para brindarle apoyo, amor y educación, sino que tendrá unos resultados contrarios a los buscados en la propia relación.

Apurar el ciclo natural de las relaciones

Cada relación de pareja es singular y tiene sus propios tiempos. De nada valdrá intentar acelerar estos procesos porque solo se conseguirá provocar confusión y que la ruptura sea mucho más traumática. Las relaciones deben construirse paso a paso para conseguir que sean exitosas y duraderas, de lo contrario se correrán riesgos innecesarios. Tampoco es positivo tener demasiadas expectativas en las primeras fases de la relación para no condicionar a la otra persona.

Ser dependiente

Cuando una mujer deja de ser independiente para subyugarse a su novio o marido se verá completamente limitada a la hora de desarrollar un proyecto de vida y su propia personalidad. Al asumir esta dependencia marital toda la existencia de la mujer se enfocará en su pareja, con los diferentes riesgos que conlleva por no ser autosuficiente, como acostumbrarse a que la pareja sea quien resuelva los problemas y quien tome las decisiones sin consultar. A la larga, si se mantiene esta actitud, la parte masculina de la relación acabará por dejar de valorar a su pareja.

Miedo a la soledad tras la ruptura

En ocasiones, algunos de los miembros de la pareja deciden seguir adelante con la relación a pesar de que hayan perdido el interés o sus sentimientos ya no sean los mismos respecto a la otra persona. Esta falta de iniciativa a la hora de romper una relación en la que ya no existe el amor solo dificultará cada vez más la convivencia, principalmente si no se discute sobre la situación. Lo mejor es que cuando surjan dudas se expongan para identificar la fuente del conflicto y buscar puntos de encuentro. Por ello, será muy perjudicial asumir pensamientos como “no quiero estar sola”, “no encontraré a otro hombre que me soporte”, “estar así es mejor que nada”… Unos argumentos que solo dan cuenta de la falta de amor propio.

Aceptar una relación de sumisión

Algunas mujeres buscan en sus parejas que les proporcionen cierta seguridad o estabilidad afectiva. Generalmente, este tipo de personas se relacionan con otras con un perfil autoritario, lo que conlleva a una sumisión y una relación de desigualdad. Bajo estos condicionantes se hace casi imposible el bienestar y la convivencia siempre estará condicionada por la falta de libertad para el miembro sumiso de la relación.

No expresar las frustraciones

Suele ocurrir que en lugar de hablar sobre aquellas actitudes reprobables de la pareja, estos se esconden con la intención de evitar un daño mayor. Sin embargo, este gesto es erróneo porque no permitirá solucionar los problemas e incluso hará que cada vez se agranden más. Cuando no se expresa la indignación ante algo que nos molesta, esta se acaba convirtiendo en frustración y, a la larga, en depresión.

El fracaso o el éxito de una relación sentimental nunca son achacables a un solo miembro de la pareja. La convivencia no siempre es fácil y existen una serie de errores que pueden convertirse con el tiempo en perniciosos hábitos que acabarán por destruir la relación y complicando la existencia de ambos, y de los hijos, en el caso de que los haya. En esta ocasión seleccionamos, con la ayuda de las tesis de la psicóloga y sexóloga Laura Shlessinger, una lista de los siete errores más frecuentes que las mujeres cometen en sus relaciones.