Es noticia
La película conservadora que arrasa en la taquilla de EE.UU.
  1. Alma, Corazón, Vida

La película conservadora que arrasa en la taquilla de EE.UU.

Es la película sorpresa en EE.UU. y es declaradamente conservadora. 2016: la América de Obama, alcanzó el octavo puesto de la lista de ingresos en taquilla

Es la película sorpresa en EE.UU. y es declaradamente conservadora. 2016: la América de Obama, alcanzó el octavo puesto de la lista de ingresos en taquilla el pasado fin de semana, a pesar de ser un documental de marcado carácter político. El retrato de Obama como antiestadounidense y como anticapitalista radical, trazado por Dinesh D'Souza, un intelectual que ha trabajado para diversos think tanks de la derecha estadounidense, ha conseguido un gran éxito, atrayendo más espectadores que películas con gran inversión publicitaria, como Sin frenos o Desafío Total, y eso en su séptima semana de proyección.

Obama ha sido educado en la rabia anticolonialista que su padre africano sentía por EEUU.

Dinesh D’Souza, nacido en la India en abril de 1961, exasesor de Ronald Reagan, es un autor popular en EE. UU., donde sus ensayos aparecen con frecuencia en las listas de los más vendidos. D’Souza preside el King’s College neyorquino, es una de las estrellas de la intelectualidad conservadora y participa activamente en la vida pública americana, donde se ha distinguido por defender ardorosamente la religión católica. 2016: la América de Obama es una adaptación para la gran pantalla de The Roots of Obama’s Rage, el ensayo donde afirma que el presidente estadounidense ha diseñado sus políticas económicas para hacer a EE.UU. más pobre que el resto del mundo, que está muy contento con que Irán tenga armas nucleares, que ve a su propio país como un estado canalla peor que Corea del Norte y que su objetivo es terminar con el estatus de EE.UU. como una superpotencia. Y ello porque Obama fue educado en la profunda rabia anticolonialista que su padre africano sentía por EEUU. Obama, afirma D’Souza, ha heredado el sueño de su padre de minimizar el poder de Occidente en el mundo.

Elecciones: tiempo de cine

Más allá de los argumentos y razones que D’Souza pueda activar en defensa de esta improbable tesis, lo cierto es que el éxito de su documental nos señala varios aspectos novedosos de las luchas políticas. El primero es que el combate electoral se ha trasladado a todas las arenas. En anteriores ocasiones, como en las elecciones de 2004 o 2008 era habitual que se proyectasen en los cines obras cinematográficas que trataban de animar a los espectadores a votar en una u otra dirección. Películas como la nueva versión de El mensajero del miedo, Fahrenheit 9/11 o Capitalismo, una historia de amor, no eran pensables en otro tiempo que no fuera el electoral. Y la peli de D’Souza es un paso adelante en la misma dirección. Cine combatiente, dirigido a fidelizar a los convencidos y a crear un estado de ánimo que pueda ayudar a la hora de derrotar a Obama.

Existe un hambre innegable de recuperar experiencias colectivas ligadas a la política

En segundo lugar, no deja de ser peculiar que un contexto hipertecnológico, en el que la creencia común es que la gente ya no acude a las salas más que a ver superproducciones, una película modesta haya generado tantos ingresos. Hay que tener en cuenta que producciones anteriores del mismo corte, como Loose Change o la europea Catastroika fueron vistas por multitud de espectadores, pero a través del ordenador, ya sea en Youtube o a través de programas de intercambio de archivos. El espectador no pagaba por ir a una sala a ver reflexión (o propaganda) política, algo que sí le gustaba hacer en su hogar. Hay que tener en cuenta, no obstante, que las películas precedentes eran de corte marcadamente progresista, y que en EE.UU., especialmente en los estados del interior, predomina el activismo de derechas. Puede que Occupy Wall Street se haya hecho popular, pero la América interior es plenamente del Tea Party, lo que contribuye a hacer de las salas un lugar de encuentro entre seguidores. Así lo cree Michael Barthelpara quien existe un hambre innegable de recuperar experiencias colectivas ligadas a la política. Serían, pues, este tipo de películas las que nos motivarían para acudir a los cines, toda vez que nos permitirían recuperar espacios, como los de los mítines, cada vez más oscurecidos por las nuevas y tecnológicas formas políticas. Necesitamos volver a sentir del calor de los nuestros, e incluso un largometraje puede servir para este fin.

El combate político cambia de piel

Pero, en tercera instancia, lo que el éxito de esta película nos dice es cómo los conservadores han adoptado plenamente medios que no les eran propios. Si con el Tea Party recuperaron en su beneficio un tipo de activismo que fue un arma progresista típica durante el siglo XX, como fueron las movilizaciones callejeras y el activismo grassroots, ahora también han aprovechado un medio, como era el documental cinematográfico, típico de la izquierda.

En definitiva, 2016: la América de Obama es una señal más de que el combate político contemporáneo está cambiando de piel, y que está sus nuevas armas,  ya no sólo están ligadas a los avances tecnológicos, sino que retoman viejas formas de activismo.

Es la película sorpresa en EE.UU. y es declaradamente conservadora. 2016: la América de Obama, alcanzó el octavo puesto de la lista de ingresos en taquilla el pasado fin de semana, a pesar de ser un documental de marcado carácter político. El retrato de Obama como antiestadounidense y como anticapitalista radical, trazado por Dinesh D'Souza, un intelectual que ha trabajado para diversos think tanks de la derecha estadounidense, ha conseguido un gran éxito, atrayendo más espectadores que películas con gran inversión publicitaria, como Sin frenos o Desafío Total, y eso en su séptima semana de proyección.