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Un empleado incendia un submarino nuclear para salir antes
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MANERAS DE ESCAQUEARSE DEL TRABAJO

Un empleado incendia un submarino nuclear para salir antes

Un dolor de estómago repentino, una llamada imprevista o una urgencia de origen desconocido. Estas son tres de las excusas habituales en los centros de trabajo

Foto: Un empleado incendia un submarino nuclear para salir antes
Un empleado incendia un submarino nuclear para salir antes

Quizá lo peor del asunto no sea el ataque de locura del trabajador, sino su reincidencia. Cuando el incendio se repitió un mes más tarde, el 16 de junio (esta vez sin causar ningún daño material ni físico), no había lugar para la duda: ambos incendios habían sido causados a propósito. Fue debido a dicha repetición por lo que el joven trabajador fue descubierto, que terminó confesando su fechoría después de haberla negado repetidamente. Los resultados obtenidos en un test de la máquina de la verdad llevaron al examinador a insistir hasta que Casey James se vino abajo.

La irresponsabilidad de Fury (“furia” en inglés) puede hacer que acabe con sus huesos en la cárcel de por vida, ya que el coste de los daños causados asciende a los 400 millones de dólares, aunque es posible que el trabajador de veinticuatro años apele a un ataque de locura transitoria para intentar rebajar su pena. En ambas situaciones, los incendios se produjeron a causa de los problemas de ansiedad de Fury, que se encuentra en tratamiento psiquiátrico. Como explicó el trabajador, saboteó a su empresa para poder salir antes del trabajo y aliviar su nerviosismo. En concreto, el segundo ataque se produjo después de haber discutido con su exnovia a través de un intercambio de mensajes de móviles. En este momento, Fury se encuentra preso hasta que el mes que viene comience el proceso judicial.

Excusas increíbles (pero ciertas)

Aunque el del submarino nuclear sea un caso extremo, la consultora de Recursos Humanos Career Building realizó recientemente un top ten de las excusas más divertidas utilizadas por los trabajadores para justificar su ausencia del puesto natural.  Entre ellas se encontraban el caso de una mujer que no acudió a trabajar porque pensaba que le había tocado la lotería y era millonaria (cuando realmente se había equivocado); un hombre que llegó tarde a su empresa porque estaba haciendo una entrevista de trabajo en otra compañía, lo que anunció a sus empleadores sin ningún remilgo. Para terminar, otro trabajador aseguró haber recibido una llamada del gobernador del estado y otro hombre utilizó como disculpa que su pierna había quedado atrapada entre un vagón de metro y el andén durante un par de horas. Al menos, estas dos últimas excusas eran verdad.

Según la misma encuesta, la excusa más frecuente cuando se llega tarde al trabajo es haberse quedado parado en un atasco de tráfico, que era la empleada por un 31% de los trabajadores. Inmediatamente después se encontraba la falta de sueño, con un 18%, el mal tiempo, con un 11%, y llevar a los niños a la escuela, con un 8%. Sin embargo, mucho más complicado que justificar por qué te has retrasado es abandonar el puesto de trabajo cuando uno se encuentra ya en él. Dolores de cabeza, indisposiciones súbitas y emergencias originadas por una llamada de teléfono son las excusas más habituales, pero también las más peligrosas: según la investigación realizada por la empresa de búsqueda de trabajo, uno de cada cuatro jefes aseguraron haber despedido a algún trabajador por ausentarse de su puesto sin avisar ni ofrecer ninguna explicación convincente.

Quizá lo peor del asunto no sea el ataque de locura del trabajador, sino su reincidencia. Cuando el incendio se repitió un mes más tarde, el 16 de junio (esta vez sin causar ningún daño material ni físico), no había lugar para la duda: ambos incendios habían sido causados a propósito. Fue debido a dicha repetición por lo que el joven trabajador fue descubierto, que terminó confesando su fechoría después de haberla negado repetidamente. Los resultados obtenidos en un test de la máquina de la verdad llevaron al examinador a insistir hasta que Casey James se vino abajo.