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Pasión por los dramas de pasión
  1. Alma, Corazón, Vida

Pasión por los dramas de pasión

Cuando era niña, era habitual que llegara al colegio con ojeras debidas al atracón de películas de video que me había pegado con mi madre la

Cuando era niña, era habitual que llegara al colegio con ojeras debidas al atracón de películas de video que me había pegado con mi madre la noche anterior. Supongo que fue entonces cuando nació mi pasión por el cine. Mi predilección por los dramas y el sufrimiento supongo que vienen de mi Primera Comunión. ¿Y la pasión? Una vez me colé en una reunión budista en la que había un lama dando una charla doctrinal y en la rueda de preguntas, pues pregunté: “¿Y qué hacemos con la pasión? ¿Usted cree que es compatible con el desapego?” La traductora se dispuso a traducir mi pregunta y se produjo un momento de confusión interesante. El lama no entendía, la traductora dudaba. Me miran y yo repito mi pregunta. La traductora se las apaña para que el lama comprenda y tras unos segundos la mirada del sabio tibetano se posa en mí. “Esa palabra no existe como tal en nuestro idioma”, dice la traductora. Pues vaya, pienso yo, en nuestra lengua es casi un eslogan internacional. ¿Estamos pues los españoles obligados a lidiar con nuestra pasión?, ¿condenados a llenar nuestros films de relaciones imposibles y necesarias? Me ha costado elegir un montón, pero al final he conseguido elaborar una lista de los diez dramas de pasión hechos con más pasión del cine español. Me dejo un millón, pero las que están, ¡son apasionantes!

Amantes (Vicente Aranda, 1991)

Días contados (Imanol Uribe, 1994)

Es compacta, brutal, cruda y romántica. Cómo somos capaces de ponerlo todo en juego por sentirnos vivos. La música se te engancha a las tripas. Algo va a pasar todo el rato, lo sabes. Y cuando pasa, te das cuenta de que es un acto de amor. ¡Hasta en el infierno hay actos de amor! No puedo evitar llorar cuando veo el final. La dirección y los actores me arrebatan.


Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003)

Las edades de Lulú (Bigas Luna, 1990)

Alas de mariposa (Juanma Bajo Ulloa, 1991)

Lucía y el sexo (Julio Médem, 2001)

Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2003)

Los otros (Alejandro Amenábar, 2001)

¡Átame! (Pedro Almodóvar, 1990)

La pasión turca (Vicente Aranda, 1994) 

Cuando era niña, era habitual que llegara al colegio con ojeras debidas al atracón de películas de video que me había pegado con mi madre la noche anterior. Supongo que fue entonces cuando nació mi pasión por el cine. Mi predilección por los dramas y el sufrimiento supongo que vienen de mi Primera Comunión. ¿Y la pasión? Una vez me colé en una reunión budista en la que había un lama dando una charla doctrinal y en la rueda de preguntas, pues pregunté: “¿Y qué hacemos con la pasión? ¿Usted cree que es compatible con el desapego?” La traductora se dispuso a traducir mi pregunta y se produjo un momento de confusión interesante. El lama no entendía, la traductora dudaba. Me miran y yo repito mi pregunta. La traductora se las apaña para que el lama comprenda y tras unos segundos la mirada del sabio tibetano se posa en mí. “Esa palabra no existe como tal en nuestro idioma”, dice la traductora. Pues vaya, pienso yo, en nuestra lengua es casi un eslogan internacional. ¿Estamos pues los españoles obligados a lidiar con nuestra pasión?, ¿condenados a llenar nuestros films de relaciones imposibles y necesarias? Me ha costado elegir un montón, pero al final he conseguido elaborar una lista de los diez dramas de pasión hechos con más pasión del cine español. Me dejo un millón, pero las que están, ¡son apasionantes!