Viaje de ida y vuelta a la primavera del País Vasco por sus acantilados y municipios más célebres

A más de 500 metros sobre el nivel del mar se yergue el monte Jaizkibel, en la provincia de Guipúzcoa. Aunque cualquier momento del año es bueno para subir a su cumbre y sentir el vértigo de las olas del Cantábrico golpeando en la desembocadura del río Bidasoa, las vistas ganan en plena primavera al presentar su naturaleza en plena ebullición y, sobre todo, ganar más horas de luz al día.

Este es solo un ejemplo de los muchos atractivos naturales que tiene Euskadi para visitar y deleitarse por sus montes, acantilados y municipios que año tras año están repletos de turistas. El monte Jaizkibel no puede competir con el islote de Gaztelugatxe, que en la última década ostenta el primer puesto a vistas más deseadas desde que fue escenario de la serie épica más famosa de la década, Juego de Tronos.

Esta fortaleza de piedra compuesta por 241 escalones y enclavada entre las poblaciones de Bakio y Bermeo lleva a una ermita dedicada a San Juan que data del siglo X. La primavera es la estación ideal para subir hasta la ermita debido a la exigencia física que compete llegar hasta el final, y que en época primaveral es menor al no hacer tanto calor.

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A apenas poco más de una hora en coche de este acantilado se encuentra el Bosque de Oma, conocido por ser una de las obras de arte viviente más famosas de toda la costa cantábrica. El artista Agustín Ibarrola en los años 90 lleno de pintura los árboles de este frondoso bosque localizado en la reserva de la biosfera Urdaibai de Vizcaya para ilustrar animales y figuras geométricas en su piel de madera. El visitante se perderá así entre una marea de colores que cambian dependiendo de la perspectiva, llevando a efectos ópticos de lo más curiosos.

Lekeitio es otra de las localidades imprescindibles para visitar en esta época del año, ya que si hace buen tiempo podemos permitirnos un baño en su hermosa bahía protegida por verdes colinas. Su monumento más importante es la basílica de Santa María, con una fachada gótica que custodia en su interior un retablo dorado flamenco del siglo XVI de 13 metros de alto.

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A 43 kilómetros se encuentra el municipio de Guernika, el corazón de la cultura vasca debido a su profundo significado histórico y simbólico tras ser escenario del bombardeo que supuso un antes y un después en la historia de Euskadi. El 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor, un grupo de aviación de la Alemana nazi, destruyó gran parte de la ciudad asesinando a cientos de personas. Una tragedia que inmortalizó para la posteridad el pintor Pablo Picasso en su famoso cuadro, expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid.

En este municipio se encuentra también el Árbol de Guernika, el cual simboliza el gobierno autónomo vasco, ya que desde la Edad Media se han celebrado bajo su sombra las Juntas Generales de Vizcaya, uno de los órganos políticos más importantes de todo el País Vasco. No podríamos dejar al margen de esta ruta primaveral por las localidades vascas a Hondarribia, ciudad fronteriza con Francia que contiene uno de los cascos históricos mejor conservados de toda la Península Ibérica. Precisamente fuera del núcleo urbano llegamos al monte Jaizkibel, el sitio que escogimos como punto de partida de nuestro viaje.