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Los concursantes de 'El juego del calamar' destapan el infierno que Netflix no muestra: "La gente colapsaba"
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Los concursantes de 'El juego del calamar' destapan el infierno que Netflix no muestra: "La gente colapsaba"

Varias participantes del ya exitoso 'reality show' de Netflix revelan las durísimas condiciones en las que se rodó: "La prueba de 'Luz verde, luz roja' duró nueve horas sin parar"

Foto: Concursantes de 'El juego del calamar'. (Netflix)
Concursantes de 'El juego del calamar'. (Netflix)

Tras numerosos meses de espera, el reality show de El juego del calamar: el desafío ha desembarcado por fin en Netflix tratando de emular el éxito de su serie madre. En él, un grupo de más de 400 concursantes se enfrentan a las pruebas más míticas de la ficción, pero también a diferentes juegos psicológicos, tras los cuales hacerse con un premio que asciende a más de cuatro millones de euros. Cinco son los primeros episodios disponibles en la plataforma, una emisión que ha generado cierto revuelo en redes sociales, donde varios de los participantes han destapado el infierno vivido en el programa y que, lamentablemente para ellos, no se ha visto reflejado. Tanto es así que algunos de ellos incluso han amenazado con emprender acciones legales contra los responsables del formato.

Una de las concursantes más activas a lo largo de estos días ha sido Keema, conocida en redes sociales como Grandma Gone Wild. En el reality show participa con el número 358, aunque no logra superar el primer reto. Ella es, por cierto, la única participante que decide quedarse hasta el final en Luz verde, luz roja pese a haber sido eliminada, con el objetivo de ver todo lo que sucedía en una prueba mucho más dura de lo que los espectadores pueden imaginarse: "Muchos de los que consiguen traspasar la línea, caen eliminados luego. Eso es algo que no se ve", asegura, poniendo en cuestión la validez de la prueba.

Al margen de esto, el principal problema que ella destaca es que el equipo no tuvo en cuenta las condiciones climatológicas a la hora de planificar esa jornada de grabación: "Nos dijeron que duraría aproximadamente dos horas, pero fueron finalmente nueve. Debieron posponer esa prueba hasta que el tiempo fuese mejor, porque todo el equipo tenía que andar con abrigos, guantes y bufandas, mientras que nosotros nos estábamos congelando. Eso no era lo planeado, ahí está el problema, en que no tenían un plan B. No tuvieron en cuenta en ningún momento nuestras condiciones a la hora de hacer esa prueba".

Tanto Keema como otros participantes desvelan que el rodaje de la mítica prueba se produjo a prácticamente a cero grados, lo que dificultó muchísimo el transcurso de la misma. Aunque en pantalla parece un juego de cinco minutos, lo cierto es que se habría prolongado durante nueve horas: "La paraban constantemente para hacer diferentes tomas con cámaras y drones. También para rescatar a la gente que colapsaba. La gente colapsaba por todas partes, durante todo el juego, llamando a los equipos médicos. Esas cosas hicieron que el juego se retrasase mucho. Se puede apreciar en cómo la gente salta cuando puede, para entrar en calor, o en que lleven las manos siempre en los bolsillos. ¡La madre incluso abraza a su hijo con las manos en los bolsillos todo el tiempo!".

placeholder La prueba de 'Luz verde, luz roja' en 'El juego del calamar'. (Netflix)
La prueba de 'Luz verde, luz roja' en 'El juego del calamar'. (Netflix)

"El equipo estaba tan confundido como nosotros. No teníamos ninguna pausa para beber agua o para comer, tampoco para ir al baño. ¡Jugamos de forma continuada durante nueve horas!", sentencia indignada en uno de sus vídeos en TikTok

Su versión casa con la que ofrece Rora, otra de las participantes, sobre esa primera prueba con la que se abre el concurso: "Cada vez que se giraba la muñeca era una pausa de unos 20 minutos o media hora, por eso tanta gente no podía resistir en la misma postura sin moverse. Fue una de las cosas más difíciles que he hecho físicamente en mi vida", asegura la joven, unas palabras que hacen entender por qué otra de las concursantes tira la toalla al estar parada realizando una sentadilla o por qué muchos de ellos optaban por tumbarse en el suelo.

Lil, otra jugadora, confirma lo dicho por sus compañeras: "Sé que las pausan duraban de media unos 30 minutos porque contaba los segundos para pasar el rato. Me parece lamentable que no enseñaran esa parte, porque creo que realmente haría el formato más atractivo y reflejaría bien la dureza del programa".

placeholder El dormitorio de 'El juego del calamar'. (Netflix)
El dormitorio de 'El juego del calamar'. (Netflix)

Curiosamente, Lil es otra de las participantes que entró en el programa con su progenitor, algo que los responsables del programa no explotaron, como sí sucede con la madre y el hijo: "Él era el concursante 325, pero no pasó la primera prueba. Aun así, fue muy bonito haber vivido parte de la experiencia juntos, involucrarnos en el casting y todo eso. Aunque no pudiera tener su apoyo dentro durante mucho tiempo, me dio fuerza para pelear por los dos".

Gran desgaste físico y psicológico

Esa dureza física y mental de la que habla Lil no solo se circunscribe al frío del primer reto, sino a toda la convivencia: "Me da pena que no hayan sabido trasladar lo duro que era el programa psicológicamente. Lo venden como un programa de estrategia, pero era mucho más que eso. Era casi como un programa de supervivencia, por la dureza de algunas pruebas, por las condiciones en las que vivíamos, por el hambre,...".

Ese hambre era una de las cosas que peor llevó Rora: "El 90% de lo que vivimos no sale en el programa. Nos moríamos de hambre. Nos daban menos de 1.000 calorías diarias. Cuando yo salí, había perdido cerca de ocho kilos, y solo duré dos semanas en el juego. Imaginaros lo que podían estar viviendo los hombres grandes, fue una locura. Todo lo hacían para manipularnos psicológicamente, como lo de no dejarnos salir de esa sala durante días".

Foto: Concursantes de 'El juego del calamar: el desafío'. (Netflix)

Y es que, como ellas mismas apuntan, las pruebas se producían cada dos o tres días, por lo que matar el tiempo se hacía muy complicado. Cabe recordar que previamente les habían despojado de todo, pudiendo solo tener únicamente sus gafas o lentillas. El contacto con el exterior era nulo. "No había nada que hacer más que hablar. No hablábamos tanto del juego como parece, tratábamos de conocernos a nivel personal porque estábamos 24 horas juntos. Es por esto que cuando un amigo es eliminado lo vivimos tan intensamente, por eso se llora tanto. Sientes que la gente se ha muerto porque sale automáticamente de esa realidad en la que estás viviendo durante semanas", explica Rora.

Es por eso que los participantes se inventaban coreografías o incluso llegaron a organizar un concurso de talentos entre todos ellos, cualquier cosa con la intención de matar el tiempo. Sin embargo, como Lil reconoce, lo que siempre tenían en su cabeza era la comida: "En el 90% de nuestras conversaciones fantaseábamos con comida, porque lo que nos daban era poco y además, malo. No es que esperase comida cinco estrellas, pero era realmente lamentable lo que nos daban". A eso había que sumarle las pocas horas de sueño, ya que las luces nunca se apagaban del todo, por lo que no había oscuridad total. Los nervios estaban, como es natural, a flor de piel durante todo el concurso.

Tras numerosos meses de espera, el reality show de El juego del calamar: el desafío ha desembarcado por fin en Netflix tratando de emular el éxito de su serie madre. En él, un grupo de más de 400 concursantes se enfrentan a las pruebas más míticas de la ficción, pero también a diferentes juegos psicológicos, tras los cuales hacerse con un premio que asciende a más de cuatro millones de euros. Cinco son los primeros episodios disponibles en la plataforma, una emisión que ha generado cierto revuelo en redes sociales, donde varios de los participantes han destapado el infierno vivido en el programa y que, lamentablemente para ellos, no se ha visto reflejado. Tanto es así que algunos de ellos incluso han amenazado con emprender acciones legales contra los responsables del formato.

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