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Un salto ecológico: de Clifford Chance a reinventar la fregona
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Un salto ecológico: de Clifford Chance a reinventar la fregona

El treintañero catalán Carlos Rivadulla es una mezcla de inquietud y de relajo. Camina por la vida sin prejuicios y con apertura, siempre dispuesto a explorar

El treintañero catalán Carlos Rivadulla es una mezcla de inquietud y de relajo. Camina por la vida sin prejuicios y con apertura, siempre dispuesto a explorar oportunidades que pasan habitualmente desapercibidas. Durante seis años fue abogado de Clifford Chance en Barcelona.

Desde hace un mes dejó su puesto de letrado para trabajar como empresario de Ecofrego, fabricante de la fregona ecológica que él mismo inventó. "Todo surgió en la mili mientras fregaba un cuarto de baño,” explica Rivadulla. “Fue ahí cuando me di cuenta de que la forma de fregar no era la adecuada".

Y tuvo ese momento 'Eureka', ese ‘flash of genius’, como él lo llama aludiendo a la doctrina americana de patentes para determinar el proceso inventivo, que le permitió visualizar rápidamente la solución: ¡hay que fregar con dos cubos y dos escurridores! Ello supondría una mejora sustancial de la calidad de fregado, un importante ahorro de agua y jabón y, con él, la invención de la primera fregona ecológica.

Pero el alumbramiento pronto se desvaneció y después de la mili llegó su etapa Clifford Chance. Rivadulla trabajó durante 6 años en el área de propiedad intelectual del reconocido bufete anglosajón hasta que un buen día decidió explorar la posibilidad de patentar su propia idea de la fregona.

Conseguir la patente no era lo más difícil, pero su deseo de confeccionar un producto que pudiera comercializarse en el mercado, se antojaba mucho más complicado en un mercado dominado por las grandes empresas.

El empujón de la tele

En invierno de 2008, Rivadulla decide concursar en el programa “Emprendedores” de TV3, en el que ofrecían 100.000 euros al emprendedor ganador. El hecho de que le seleccionaran a él y a 9 más de un total de 700 emprendedores fue realmente alentador. Pero en la primera fase del programa se quedó fuera de combate porque seguía siendo por aquel entonces abogado de Clifford Chance. “El jurado me sancionó por no tener plena dedicación”, lamenta. “Pero el hecho de quedar seleccionado de entre tantos proyectos nos animó mucho”.

Así que decidieron su hermano, su padre y él proceder a la constitución de la sociedad en la primavera del 2008. “Aquí empieza el proceso más duro”, confiesa Rivadulla, aludiendo al desarrollo industrial. “En realidad no nos damos cuenta de lo que supone crear algo nuevo, un producto nuevo, implica la utilización de un diseño gráfico, de ingeniería, de moldes para la fabricación del cubo…” Es decir, cuatro empresas de desarrollo que tardaron un año y medio en llegar al producto final.

No sólo serlo, hay que también parecerlo

Mientras se desarrollaba el producto, los Rivadulla iban promocionándose en los medios de comunicación. Consiguieron que 'El Economista' les hiciera una entrevista que salió publicada al día siguiente. Pero la suerte quiso que su artículo saliese en la página dos…junto a Isidoro Álvarez, el presidente de El Corte Inglés. El pequeño detalle les cambió la vida. “Tuve un momento de audacia y le envié el recorte de periódico al Señor Álvarez pegado en el mismo sobre, para que lo vieran” cuenta con solera Rivadulla.

A los pocos días les llamaron de El Corte Inglés convocándoles para una reunión, que tuvo lugar un día del mes de noviembre de 2008. “Aquella reunión fue como un soplo de aire fresco”, reconoce. “En ese preciso instante es cuando nos dimos cuenta de que teníamos que ir a por todas”.

Paralelamente, comenzaron a presentarse a concursos, y ganaron entre otros, el prestigioso premio de diseño industrial que concede la Asociación de Diseño Industrial ADI-FAD, un premio con trascendencia europea que reconoce aquellos diseños fundamentalmente por su componente funcional.

Finalmente, casi un año después, volvieron a salir un sábado en la contraportada de La Vanguardia, que fue la joya de la corona. Distribuidores y clientes comenzaron a llamar interesados por el nuevo concepto de Ecofrego, la fregona ecológica, que limpia mejor y ahorra agua y detergente. finales de 2009 ya estaban comercializando su fregona en distribuidores de primera, como Carrefour, Hipercor y cadenas de supermercados ECO, como Veritas. Apuestan también por las ferreterías y droguerías más pequeñas, y también han recibido muy buena aceptación del canal profesional.

En la empresa trabajan los dos hermanos Rivadulla, Carlos y Juan, una administrativa “fantástica”, como la caracteriza Carlos, y la mujer de Juan, Zoe, que es de Malasia pero de origen chino y les ayuda con los clientes y proveedores asiáticos. Desde enero, el equipo opera en una oficina de no más de 50 metros cuadrados en el centro de de Barcelona.

Rivadulla prefiere no compartir por el momento números, pero revela que si los objetivos de facturación para el año 2010 eran de 275.000 euros, asegura que han superado "con creces" esa cifra en el mismo mes de octubre. Para crecer es necesario desarrollar más productos, más clientes. Ahora mismo Ecofrego cuenta con 15 productos además de la fregona y ya ha sacado al mercado una gama de cinco detergentes biodegradables de máxima calidad en asociación con un fabricante de detergentes ecológicos.

Vivencias de emprendedor

En julio Rivadulla dijo adiós a su puesto de trabajo en Clifford Chance y con ello inició un cambio vital que agradece a diario. “Es una sensación de libertad muy difícil de explicar,” expresa Rivadulla. “Esto es otra cosa, no es trabajo…tampoco es campo y playa, hay mucho trabajo, muchos ‘fueguecitos’ que apagar a diario, pero…no sé exactamente qué es, pero es otra cosa, otra sensación”. Carlos anima a todos los emprendedores a superar dos barreras psicológicas que él mismo ha tenido que combatir a lo largo de estos meses y que aún hoy sigue afrontando.

Una es lo que él ha bautizado como el ‘esoyaexistismo’, y que alude a la reacción de otros cuando comparte algo que te acabas de inventar…”eso ya existe”, suelen exclamar algunos de inmediato. “Pero si te conoces bien el mundo de las patentes sabes que es necesario especificar, concretar y ahí reside el valor, la exclusividad,” argumenta Rivadulla.

La otra barrera importante es el denominado “ysiismo”, que se refiere a todos aquellos argumentos por los cuales puede llegar a ser una locura emprender. “Si te paras a pensar, siempre va a haber muchos motivos que te detengan en tu impulso inicial, pero después de hacer un análisis racional y los estudios de mercado correspondientes, no deberías ceder ante miedos menos fundados. Parafraseando al presidente americano Roosvelt, “The only thing we have to fear its fear itself”.

El treintañero catalán Carlos Rivadulla es una mezcla de inquietud y de relajo. Camina por la vida sin prejuicios y con apertura, siempre dispuesto a explorar oportunidades que pasan habitualmente desapercibidas. Durante seis años fue abogado de Clifford Chance en Barcelona.

Desde hace un mes dejó su puesto de letrado para trabajar como empresario de Ecofrego, fabricante de la fregona ecológica que él mismo inventó. "Todo surgió en la mili mientras fregaba un cuarto de baño,” explica Rivadulla. “Fue ahí cuando me di cuenta de que la forma de fregar no era la adecuada".

Y tuvo ese momento 'Eureka', ese ‘flash of genius’, como él lo llama aludiendo a la doctrina americana de patentes para determinar el proceso inventivo, que le permitió visualizar rápidamente la solución: ¡hay que fregar con dos cubos y dos escurridores! Ello supondría una mejora sustancial de la calidad de fregado, un importante ahorro de agua y jabón y, con él, la invención de la primera fregona ecológica.

Pero el alumbramiento pronto se desvaneció y después de la mili llegó su etapa Clifford Chance. Rivadulla trabajó durante 6 años en el área de propiedad intelectual del reconocido bufete anglosajón hasta que un buen día decidió explorar la posibilidad de patentar su propia idea de la fregona.

Conseguir la patente no era lo más difícil, pero su deseo de confeccionar un producto que pudiera comercializarse en el mercado, se antojaba mucho más complicado en un mercado dominado por las grandes empresas.

El empujón de la tele

En invierno de 2008, Rivadulla decide concursar en el programa “Emprendedores” de TV3, en el que ofrecían 100.000 euros al emprendedor ganador. El hecho de que le seleccionaran a él y a 9 más de un total de 700 emprendedores fue realmente alentador. Pero en la primera fase del programa se quedó fuera de combate porque seguía siendo por aquel entonces abogado de Clifford Chance. “El jurado me sancionó por no tener plena dedicación”, lamenta. “Pero el hecho de quedar seleccionado de entre tantos proyectos nos animó mucho”.

Así que decidieron su hermano, su padre y él proceder a la constitución de la sociedad en la primavera del 2008. “Aquí empieza el proceso más duro”, confiesa Rivadulla, aludiendo al desarrollo industrial. “En realidad no nos damos cuenta de lo que supone crear algo nuevo, un producto nuevo, implica la utilización de un diseño gráfico, de ingeniería, de moldes para la fabricación del cubo…” Es decir, cuatro empresas de desarrollo que tardaron un año y medio en llegar al producto final.

No sólo serlo, hay que también parecerlo

Mientras se desarrollaba el producto, los Rivadulla iban promocionándose en los medios de comunicación. Consiguieron que 'El Economista' les hiciera una entrevista que salió publicada al día siguiente. Pero la suerte quiso que su artículo saliese en la página dos…junto a Isidoro Álvarez, el presidente de El Corte Inglés. El pequeño detalle les cambió la vida. “Tuve un momento de audacia y le envié el recorte de periódico al Señor Álvarez pegado en el mismo sobre, para que lo vieran” cuenta con solera Rivadulla.

A los pocos días les llamaron de El Corte Inglés convocándoles para una reunión, que tuvo lugar un día del mes de noviembre de 2008. “Aquella reunión fue como un soplo de aire fresco”, reconoce. “En ese preciso instante es cuando nos dimos cuenta de que teníamos que ir a por todas”.

Paralelamente, comenzaron a presentarse a concursos, y ganaron entre otros, el prestigioso premio de diseño industrial que concede la Asociación de Diseño Industrial ADI-FAD, un premio con trascendencia europea que reconoce aquellos diseños fundamentalmente por su componente funcional.

Finalmente, casi un año después, volvieron a salir un sábado en la contraportada de La Vanguardia, que fue la joya de la corona. Distribuidores y clientes comenzaron a llamar interesados por el nuevo concepto de Ecofrego, la fregona ecológica, que limpia mejor y ahorra agua y detergente. finales de 2009 ya estaban comercializando su fregona en distribuidores de primera, como Carrefour, Hipercor y cadenas de supermercados ECO, como Veritas. Apuestan también por las ferreterías y droguerías más pequeñas, y también han recibido muy buena aceptación del canal profesional.