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La huelga del Real Servicio Postal puede amargar las Navidades a los británicos
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LA ANTIGUA JOYA DE LA CORONA YA NO TIENE LUSTRE

La huelga del Real Servicio Postal puede amargar las Navidades a los británicos

Reino Unido se ha quedado sin una de las joyas de su corona, al menos durante 48 horas. El Royal Mail, el servicio británico de Correos,

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La huelga del Real Servicio Postal puede amargar las Navidades a los británicos

Reino Unido se ha quedado sin una de las joyas de su corona, al menos durante 48 horas. El Royal Mail, el servicio británico de Correos, el mismo que antaño presumía de ser uno de los mejores del mundo, ha convocado una huelga general para hoy y mañana. El servicio público, de los pocos que no han sido externalizados para minimizar costes, realiza 84 millones de entregas diarias. El resquemor de los ciudadanos es, por tanto, comprensible. Sobre todo teniendo en cuenta que los trabajadores han amenazado con extender los paros durante las próximas Navidades en caso de que no se llegue a un acuerdo con la empresa. De momento, las huelgas regionales convocadas los últimos días como medida de presión han dejado 30 millones de cartas y paquetes paralizados en las oficinas.

 

Y esto es algo que los británicos llevan muy mal. Acostumbrados a comenzar con sus compras navideñas incluso en el mes de septiembre se echan ahora las manos a la cabeza preguntándose cómo acabará todo este embrollo.

Millones de consumidores han empezado ya a hacer sus pedidos vía Internet y se quieren asegurar de que los productos lleguen a sus casa las próximas semanas en caso de que el panorama empeore de cara a los días claves. Hermes, por ejemplo, uno de los rivales del servicio de Correos, ha aumentado su actividad un 25%.

Por su parte, las compañías de energía y los bancos están animando a sus clientes para que operen on line y evitar así que las facturas y los posteriores abonos lleguen con retraso. Aquellos que disponen de tarjetas de crédito ya han sido avisados de que tendrán recargos por cada pago tardío. Se prevé que el gran parón cueste a la economía británica 1.500 millones de libras. Si se prolonga por más de una semana, el coste diario podría llegar a los 300 millones de libras. Sólo las pérdidas de las suscripciones de revistas suponen 8 millones de libras y las ventas de los minoristas on line 220 millones.

Alertado de la situación Ebay, el portal dedicado a subastas, ha retirado de sus páginas el compromiso de rebajar el precio del producto si éste no llegaba a los domicilios a tiempo.

Por su parte, Amazon, el gigante americano de comercio electrónico, rompió relaciones con el Royal Mail en cuanto éste anunció sus planes, llevándose consigo un contrato de 25 millones de libras. Ya había actuado de la misma manera en 2007, cuando el servicio de Correos convocó la última huelga general. El paro terminó entonces con un acuerdo entre ambas partes para introducir reformas en el servicio. Lo paradójico es que ahora ese mismo documento ha sido el que ha provocado la huelga que hoy ha comenzado.

Máquinas frente a hombres

El punto más escabroso del documento es el que alude a una máquina que organizaría las cartas y los paquetes postales y que, según los empleados, supondría miles de despidos y un aumento masivo de turnos a tiempo parcial.

El Sindicato de Trabajadores del Sector de las Comunicaciones considera que, a pesar de que hace dos años se acordó que habría recorte de plantilla, los detalles específicos sobre la naturaleza real de las modernizaciones eran desconocidos.

Tanto el Royal Mail como los sindicatos están de acuerdo en la necesidad de hacer recortes para adaptarse a la reducción del volumen postal y a los nuevos tiempos. Pero los representantes de los trabajadores se quejan de que la dirección se niega a firmar un convenio que determine la magnitud de los recortes y dé garantías salariales y de otro tipo a los que continúen en la empresa.

La coyuntura es complicada. Además, la tensión entre las partes ha crecido aún más esta semana, tras el anuncio del Gobierno de que iba a contratar a 30.000 trabajadores extra de cara a los próximos periodos festivos, en vez de los 15.000 habituales. Los sindicatos han amenazado incluso con tomar acciones legales al respecto.

Predisposición al diálogo no existe. Pero todos saben que hay que buscar soluciones (y de manera rápida) porque el servicio de Correos británico ya no es lo que era. El número total de entregas de cartas y paquetes cae cada año un 10%, lo que supone una pérdida anual de 170 millones de libras (187 millones de euros).

Fondo de pensiones

Por otra parte, el déficit del fondo de pensiones de la empresa se calcula que asciende a unos 10.000 millones de libras (casi 11.000 millones de euros). Para tapar el agujero financiero el Royal Mail tendría que contribuir al fondo triplicando la cantidad actual que ingresa, lo que agravaría aún más su situación, ya que el año pasado registró pérdidas por primera vez en 20 años.

El Gobierno planteó entonces la posibilidad de privatizar el 30% de la empresa para hacer frente al problema. Sin embargo, las buenas palabras de Lord Mandelson no convencieron a sus señorías. El premier Gordon Brown estaba convencido de las habilidades del ministro de Negocios para convencer a los diputados, pero se negaron hasta los de sus propias filas alegando malestar ciudadano de cara a las elecciones generales. Muchos ahora querrían rectificar. Al fin y al cabo, la huelga tan sólo trae los recuerdos desagradables de la última vez que el Laborismo perdió el poder en las elecciones de 1979.

Reino Unido se ha quedado sin una de las joyas de su corona, al menos durante 48 horas. El Royal Mail, el servicio británico de Correos, el mismo que antaño presumía de ser uno de los mejores del mundo, ha convocado una huelga general para hoy y mañana. El servicio público, de los pocos que no han sido externalizados para minimizar costes, realiza 84 millones de entregas diarias. El resquemor de los ciudadanos es, por tanto, comprensible. Sobre todo teniendo en cuenta que los trabajadores han amenazado con extender los paros durante las próximas Navidades en caso de que no se llegue a un acuerdo con la empresa. De momento, las huelgas regionales convocadas los últimos días como medida de presión han dejado 30 millones de cartas y paquetes paralizados en las oficinas.

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