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Dejan en libertad a Christian Klar, el terrorista que no se arrepiente de nada
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Dejan en libertad a Christian Klar, el terrorista que no se arrepiente de nada

Se diría que es un clónico de Iñaki de Juana Chaos. Christian Klar fue uno de los líderes más sanguinarios de la segunda generación de la

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Dejan en libertad a Christian Klar, el terrorista que no se arrepiente de nada

Se diría que es un clónico de Iñaki de Juana Chaos. Christian Klar fue uno de los líderes más sanguinarios de la segunda generación de la RAF, la Fracción del Ejército Rojo (los sucesores de Andreas Baader y Ulrike Meinhof), una persona sin escrúpulos, un asesino brutal que hoy día sigue sin arrepentirse de lo que hizo. E hizo bastante. Nueve asesinatos tiene en su  historial, algunos tan significativos como los de un Fiscal General del Estado, Siegfried Buback, el presidente del Dresdner Bank, Jürgen Ponto, o el jefe de la patronal alemana, Hanns-Martin Schleyer.

 

Christian Klar, 56 años, fue condenado en 1985 a cadena perpetua por esos asesinatos, por su especial crueldad y por su liderazgo en la RAF. Después, esa condena quedó reducida a 26 años y ayer la Audiencia Provincial de Stuttgart, muy próxima a donde se encuentra la cárcel de máxima seguridad en la que está internado este ciudadano, ha decidido ponerle en libertad condicional a primeros de enero. Del no propósito de enmienda de Klar se tiene más que constancia. El presidente federal, Horst Köhler, le negó el indulto después de haber conversado con él y comprobado que sus ideas anticapitalistas y antisistema siguen muy vivas y que no está dispuesto a aclarar ciertos detalles aún oscuros de varios actos terroristas.

 

Y, sin embargo, hay que cumplir la ley, y la ley alemana tiene que dejar a este hombre en libertad, aunque el jefe del estado le haya negado la gracia del indulto. Es el terrorista que ha pasado más años entre rejas. Otros 21 terroristas condenados a cadena perpetua en un primer momento hace tiempo que están en la calle. Aquí en Alemania tras los primeros 15 años en la cárcel se comprueba el grado de arrepentimiento y de posibilidad de reinserción del reo a cadena perpetua, y se dicta libertad provisional si procede. En el caso de Klar, su perseverancia y cabezonería le han costado 26 años a la sombra. Pero la ley se tiene que cumplir.El semanario 'Die Zeit' puede crear esta liberación en muchos sectores políticos y sociales. “Mantener a Klar más tiempo en la cárcel -afirma 'Die Zeit'- sería vulnerar la ley. Pondría en cuestión al propio Estado de Derecho y cometería algo que los terroristas siempre evocaron: la aplicación de la justicia de los vencedores. No necesitamos que un asesino esté encerrado hasta el fin de sus días. Él está ya bastante castigado con ser él mismo”.

 

En la misma línea se expresa un editorial del 'Süddeutsche Zeitung': “Hay en la sociedad un afán de castigo que va más allá de la ley y la justicia. La sociedad debe de ser orientada hacia la idea de una legislación penal humana”.

 

Pero también hay mucho malestar. El 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' subraya que estamos hablando no sólo de un asesino sin la más mínima capacidad de autocrítica o arrepentimiento, sino de alguien que tampoco ha ayudado a la policía a esclarecer algunos aspectos de la actuación de la Fracción del Ejército Rojo en los años 70 y 80. El 'Bild Zeitung', siempre con trazos de brocha gorda, define la liberación de Klar como “una bofetaza en la cara de los ciudadanos”. "La Justicia alemana -afirma Einar Koch en 'Bild'-, se ha convertido en una burocracia basada en informes. Para liberar a un asesino basta con la previsión de que no constituirá  un peligro permanente. Cadena perpetua. Esto existe sólo para el dolor de las víctimas”.

 

Se diría que es un clónico de Iñaki de Juana Chaos. Christian Klar fue uno de los líderes más sanguinarios de la segunda generación de la RAF, la Fracción del Ejército Rojo (los sucesores de Andreas Baader y Ulrike Meinhof), una persona sin escrúpulos, un asesino brutal que hoy día sigue sin arrepentirse de lo que hizo. E hizo bastante. Nueve asesinatos tiene en su  historial, algunos tan significativos como los de un Fiscal General del Estado, Siegfried Buback, el presidente del Dresdner Bank, Jürgen Ponto, o el jefe de la patronal alemana, Hanns-Martin Schleyer.

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