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Los habitantes de Mogadiscio, víctimas inocentes de la guerra
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Los habitantes de Mogadiscio, víctimas inocentes de la guerra

Los civiles de Mogadiscio siguen siendo víctimas de la violencia entre tropas oficiales e insurgentes, y si por alguna razón son testigos directos de un atentado,

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Los habitantes de Mogadiscio, víctimas inocentes de la guerra

Los civiles de Mogadiscio siguen siendo víctimas de la violencia entre tropas oficiales e insurgentes, y si por alguna razón son testigos directos de un atentado, la muerte les puede llegar sólo porque estaban en el lugar equivocado. Salad Alí, un joven que el pasado martes se encontraba charlando con varios amigos en la calle Warshadaha, puede contarlo ahora, pero no ocho jóvenes y adolescentes que se hallaban en el mismo lugar cuando un convoy de tropas etíopes sufrió un atentado.

"Oímos una explosión, y salimos para ver qué estaba pasando, pero los soldados etíopes me ordenaron levantar las manos y me condujeron cerca del lugar de la explosión con otras ocho personas", dijo este jueves a Efe en el hospital Madina, donde está ingresado. Alí cuenta que los soldados etíopes les preguntaron por qué habían colocado una mina terrestre, y no esperaron mucho por la respuesta: "Comenzaron a dispararnos, uno a uno. Yo estoy aquí, pero no sé la suerte que corrieron los otros".

El joven recibió dos tiros en el pecho, pero las otras ocho personas, incluidos tres hermanos, perecieron por los disparos. No está muy claro cuántas bajas tuvieron las fuerzas etíopes en el atentado. Incidentes parecidos se han registrado en las últimas semanas en Mogadiscio, pero este es el más grave de todos ellos.

Con frecuencia, cuando a las tropas etíopes que se encuentran en Somalia desde diciembre pasado, o a los soldados gubernamentales, les estalla una mina terrestre o reciben el disparo de un lanzacohetes, la primera reacción es el tiroteo indiscriminado. Las víctimas pueden ser vecinos que están sentados tranquilamente en el lugar o que, al producirse el atentado, huyen rápidamente del lugar, llamando la atención de las fuerzas atacadas.

Hubeiro Alí Omar, la abuela de los tres hermanos asesinados el martes, todavía no ha superado la rabia. "Los etíopes los mataron, eran estudiantes, no insurgentes", insiste. Dos de los jóvenes acababan de terminar el bachillerato. "Los etíopes los capturaron en la casa y los asesinaron en la calle", dice la abuela de las víctimas.

El mayor de los jóvenes, Hussein, era el que generaba los mayores ingresos familiares, porque estaba a cargo de la tienda que manejaba la familia. Del otro lado, las tropas insurgentes también atacan a gente desarmada. Las víctimas suelen ser empleados que trabajan para el Gobierno provisional, apoyado por Etiopía, o que tienen lazos con las tropas invasoras.

Nadie "respeta la vida de los civiles"

"Los dos bandos rivales de Mogadiscio matan a la población, y ninguno de ellos respeta la vida de los civiles", dijo a Efe el reconocido escritor somalí Mohamed Osman. "Si los insurgentes están fuera de la ley, el Gobierno de transición ha perdido su papel, porque sus soldados y las tropas etíopes aliadas tratan a la población de una forma salvaje", añadió.

Desde 1991 Somalia vive en medio de un conflicto interno que tiene difíciles soluciones. Las luchas entre los distintos clanes destruyeron cualquier noción de autoridad central, y el Gobierno actual apenas supera los sobresaltos diarios. Los insurgentes son integrantes de clanes desplazados del poder o combatientes islámicos que fueron expulsados de todos los territorios que controlaban a raíz de la invasión etíope de fines de diciembre pasado.

Los militantes islámicos, que tardaron unos seis meses para extender su área de influencia en Somalia y llegaron a ocupar Mogadiscio, ahora recurren a atentados terroristas, asesinatos y operaciones de guerrilla urbana. Como respuesta, las tropas etíopes constantemente realizan búsquedas casa por casa y detienen a centenares de personas a diario, pero aún se desconoce si han detenido a algún líder importante de la insurgencia somalí.

Los civiles de Mogadiscio siguen siendo víctimas de la violencia entre tropas oficiales e insurgentes, y si por alguna razón son testigos directos de un atentado, la muerte les puede llegar sólo porque estaban en el lugar equivocado. Salad Alí, un joven que el pasado martes se encontraba charlando con varios amigos en la calle Warshadaha, puede contarlo ahora, pero no ocho jóvenes y adolescentes que se hallaban en el mismo lugar cuando un convoy de tropas etíopes sufrió un atentado.

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