80 años del voto femenino en España

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Las pioneras
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Las pioneras

En el debate en Cortes sobre el voto femenino, Clara Campoamor y Victoria Kent mantuvieron posiciones contrarias: la primera defendía su aplicación inmediata ('Sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre'), mientras que la segunda abogaba por retrasarlo, por su escaso apego a la República ('Por hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer'). En la imagen, mitin femenino de Unión Republicana presidido por Clara Campoamor. FOTO: EFE

Consejos de actualidad
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Consejos de actualidad

'¿Qué vamos a esperar de la actuación política o administrativa de un hombre o de una mujer que se hayan enriquecido riéndose del escrúpulo administrativo, que se mofen de los que anteponen la dignidad personal a la descocada rapacería?'. La revista republicana para la mujer por excelencia, 'Mundo Femenino', las animaba en 1932 a elegir bien a los merecedores de su novísimo derecho al voto con este lúcido consejo, que bien valdría para los electores de hoy. La imagen pertenece a la muestra 'El voto femenino en España', organizada por el Instituto de la Mujer.
Primeras votantes
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Primeras votantes

En abril de 1933, algunos ayuntamientos celebraron elecciones, pero no fue hasta el 19 de noviembre cuando todas las españolas pudieron acudir a las urnas. Buena parte de los historiadores les atribuyeron en su día un gran peso en el triunfo de la derecha, que dio lugar al 'bienio negro' de 1933-1936.
Las paradojas de la historia
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Las paradojas de la historia

Tanto Kent como Campoamor quedaron fuera del Parlamento tras la primera votación por sufragio universal. Ambas fueron al exilio: Kent regresó a la España democrática de 1977, pero Campoamor no volvería a verla: murió en 1973. (FOTO: Efe)
El punto y final... por cuatro décadas
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El punto y final... por cuatro décadas

Tras las elecciones de 1936 y la sublevación franquista, el voto libre femenino tuvo que esperar tanto como el masculino, hasta la vuelta de la democracia, las elecciones legislativas de 1977 y la aprobación, en 1978, de la nueva Constitución, que, siguiendo los pasos de la republicana equiparó, como esta, los derechos electorales 'de uno y otro sexo'. En la imagen, una miliciana, Marina Ginestá, posa el 21 de julio de 1936 en la azotea del hotel Colón de Barcelona. Foto: EFE/Juan Guzmán
Fruto de la casualidad
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Fruto de la casualidad

La primera vez que se formalizó el sufragio femenino en el mundo se hizo por descuido: en 1976, en Nueva Jersey, se autorizó al utilizar en la norma la palabra 'personas', en vez de 'hombres', pero se abolió en 1807. Australia (1902), Nueva Zelanda (1893) y algunos territorios de Estados Unidos fueron los pioneros. En Europa, Noruega (1913) y Suecia (1921).
'Me siento ciudadano antes que mujer', dijo Clara Campoamor en su encendido discurso ante las Cortes de la II República española el 1 de octubre de 1931, de donde salió aprobado el derecho universal al voto de todos los españoles, fueran hombres o mujeres, mayores de 23 años. Salió, sí, pero por estrecho margen: 40 votos de los diputados, incluidas la propia Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken, pues las mujeres podían ser elegidas, pero no elegir. Antes, las congéneres de Campoamor difícilmente pudieron sentirse ciudadanas, puesto que su paso por las urnas estuvo limitado a las elecciones municipales (y sólo para mujeres de cierta condición civil) bajo la dictadura de Primo de Rivera. Ya en la República, el primer ensayo se hizo en abril, en algunos ayuntamientos, pero la gran cita habría de esperar unos meses más, hasta el 19 de noviembre de 1933, con más de seis millones de electoras censadas. Esta semana se cumplen 80 años.
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