Dicen que ésta fue la famosa frase que gritó el vigía del RMS Titanic, cuando en la noche del 14 de abril de 1912, el lujoso trasatlántico impactó contra uno de estos gigantes de hielo que flotaban a la deriva en los océanos árticos de Terranova. El cuchillo de hielo, como si de mantequilla se tratara, abrió por el lado de estribor y a unos cinco metros de profundidad, seis brechas que en total sumaban 100 metros de apertura y cinco compartimentos abiertos al agua. El barco estaba sentenciado. 1.514 personas perdieron la vida. Pero esos gigantes están llenos de belleza y esto es lo que ahora se puede ver en el Polo Norte.
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