“La Roca”. Con este nombre se conoce la pequeña isla próxima al puente Golden Gate de San Francisco. En ella, como todo el mundo sabe, se levanta una de las cárceles más célebres. Un centro penitenciario de alta seguridad en el que encerraron a Al Capone, entre otros muchos reclusos, antes de convertirse en el escenario de un sinfín de películas. El cambio de delincuentes por estrellas de cine le sentó bien, viendo desfilar por sus pasillos a figuras como Lee Marvin, Clint Eastwood o Sean Connery. Este año, el uso de la ex cárcel ha cambiado: Alcatraz es una galería de arte, se ha reinsertado en la sociedad.
Su nueva vida la inaugura con una muestra llamada “@Large”, en la que se presentarán varias obras del artista y activista chino Ai Weiwei. Un proyecto cuya preparación se ha hecho a distancia, debido al encarcelamiento del artista al que el gobierno chino le tiene sometido desde 2011.
Este nuevo espacio artístico invita a reflexionar sobre el concepto de libertad a través de sus rejas, un contexto idóneo para Weiwei. Ahí la paradoja, la roca abre sus puertas a un represaliado político, para gritar a favor de la libertad y en contra del totalitarismo. Una oportunidad para que el polémico artista vuelva a manifestar sus ideales en torno a la sociedad contemporánea y critique duramente (una vez más) al régimen chino.