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El PP se marca un gol en propia puerta con la prohibición de las pitadas al himno
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VOTA EN CONTRA DE SU PROPIA INICIATIVA

El PP se marca un gol en propia puerta con la prohibición de las pitadas al himno

El Partido Popular ha intentado este martes dirigir la atención hacia la prohibición de las pitadas al himno en los campos de fútbol, pero ha acabado

Foto: El PP se marca un gol en propia puerta con la prohibición de las pitadas al himno
El PP se marca un gol en propia puerta con la prohibición de las pitadas al himno

El Partido Popular ha intentado este martes dirigir la atención hacia la prohibición de las pitadas al himno en los campos de fútbol, pero ha acabado marcándose un gol en propia puerta. En una maniobra parlamentaria que ha rozado el ridículo, los populares han impulsado el debate sobre el respeto a los símbolos nacionales en plena tormenta económica y financiera. El Congreso de los Diputados ha dedicado casi dos horas a su discusión, pero al descubrir que los artículos que se pretendían modificar ya estaban derogados, la propia dirección del PP ha querido zanjar el asunto retirando la propuesta. Sin embargo, la norma parlamentaria no permite hacerlo en este punto del debate, por lo que, para culminar el esperpento, los populares acabarán votando en contra de su propia iniciativa.   

La primera incógnita es por qué la Mesa del Congreso, donde el PP tiene mayoría absoluta, decidió dar prioridad a esta materia para que fuera debatida y votada en la sesión plenaria de este martes. La propuesta para prohibir las pitadas al himno llegó a la Cámara, procedente del Parlamento de la Comunidad Valenciana, en 2008. Desde entonces, ha dormido el sueño de los justos, pero ahora ha revivido de la mano del Grupo Popular y de la polémica que rodeó a la final de la última Copa del Rey.

Parte de las aficiones del Barça y del Athletic de Bilbao silbaron mientras sonaba el himno de España, e incluso ironizaron con la cacería de elefantes del Rey en Botsuana coreando una popular canción infantil. Antes del partido, Esperanza Aguirre había advertido que, de producirse la pitada, el encuentro debía suspenderse y celebrarse a puerta cerrada. Desencadenada la controversia, el Congreso dio vía libre al debate de la reforma que prevé la “prohibición de utilizar los espectáculos y las instalaciones y recintos deportivos para la realización de actos de contenido político ajenos a los fines que les son propios”.

 

Sin embargo, el texto, elaborado por las Cortes Valencianas en 2006, propone reformar varios artículos de la Ley del Deporte de 1990, que ya están derogados, lo que hace imposible su aprobación. Ante este flagrante error, que hacía aún más incomprensible dedicar el Pleno a abordar esta materia, el PP ha tratado que el ponente, el diputado popular valenciano David Serra, retirara la iniciativa. Finalmente, esto también ha sido imposible, ya que el reglamento no permitía hacerlo en este avanzado punto del trámite parlamentario.

Así, el PP ha acabado por anunciar que votará en contra de la iniciativa, arguyendo que lo que se propone ya está contenido en la Ley del Deporte de 2007. La oposición ha contemplado con sorna las rectificaciones populares, y ha cargado contra la propuesta tachándola de “oportunista, “inútil” o “innecesaria”. Y, por si fuera poco, el portavoz de ERC, Alfred Bosch, enarboló una bandera estelada desde la tribuna, mientras criticaba que, en realidad, se quisiera actuar contra la exhibición de emblemas como la senyera. Fuera del hemiciclo, seguía la máxima tensión económica, con la prima de riesgo en 530 puntos y una nueva rebaja de Fitch a 18 entidades financieras.

El Partido Popular ha intentado este martes dirigir la atención hacia la prohibición de las pitadas al himno en los campos de fútbol, pero ha acabado marcándose un gol en propia puerta. En una maniobra parlamentaria que ha rozado el ridículo, los populares han impulsado el debate sobre el respeto a los símbolos nacionales en plena tormenta económica y financiera. El Congreso de los Diputados ha dedicado casi dos horas a su discusión, pero al descubrir que los artículos que se pretendían modificar ya estaban derogados, la propia dirección del PP ha querido zanjar el asunto retirando la propuesta. Sin embargo, la norma parlamentaria no permite hacerlo en este punto del debate, por lo que, para culminar el esperpento, los populares acabarán votando en contra de su propia iniciativa.