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La estrategia del PP: acorralar a Rubalcaba por su exceso de funciones y cargos
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La estrategia del PP: acorralar a Rubalcaba por su exceso de funciones y cargos

El Partido Popular no da tregua a Alfredo Pérez Rubalcaba. Su acumulación de poder como vicepresidente primero, portavoz y ministro del Interior ha obligado a los

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La estrategia del PP: acorralar a Rubalcaba por su exceso de funciones y cargos

El Partido Popular no da tregua a Alfredo Pérez Rubalcaba. Su acumulación de poder como vicepresidente primero, portavoz y ministro del Interior ha obligado a los populares a dedicarle parte de su artillería, que hasta ahora solo apuntaba a José Luis Rodríguez Zapatero. El objetivo es que Rubalcaba se sienta sobrepasado por sus múltiples cargos y responsabilidades. En definitiva, sacarle de quicio. Para ello, el PP exige al número dos del Gobierno que responda sobre cuestiones tan diversas como la politización del Cuerpo Nacional de Policía, el caso Faisán, la violencia de género, el conflicto con los controladores aéreos, el "expansionismo de Gibraltar", el estado de alarma o las redes de explotación sexual.

 

Mariano Rajoy se muestra escéptico ante la capacidad de Rubalcaba para afrontar con éxito el cúmulo de funciones que el presidente del Gobierno le ha encargado. En privado, el líder del PP recuerda las dificultades que padeció cuando José María Aznar le hizo conjugar similares funciones. En febrero de 2001, cuando era vicepresidente, portavoz y ministro de Presidencia, tuvo que sustituir a Jaime Mayor Oreja al frente del departamento de Interior, donde permaneció hasta julio de 2002.

 

No obstante, y a diferencia de Rubalcaba, Rajoy no ejerció como azote de la oposición en mítines de partido (el vicepresidente participó el domingo en un acto del PSOE en Gijón); ni actuó como presidente in pectore visitando a las tropas desplegadas en el exterior. Por ello, el líder del PP pretende que sus portavoces dejen en evidencia la sobrecarga de trabajo del número dos del Ejecutivo, y traten de forzar su colapso. Sea o no un señuelo de Zapatero para despistar al PP, lo cierto es que los populares han estrechado el cerco sobre Rubalcaba dentro y fuera del Congreso de los Diputados.  

 

En la Cámara, el principal partido de la oposición pidió el pasado miércoles la comparecencia del ministro del Interior para que se pronuncie sobre lo que tachan de "expansionismo" de Gibraltar por "tierra, mar y aire". La petición fue dirigida a Rubalcaba, pese a que el diputado José Ignacio Landaluce responsabilizó de esta situación a "los desaciertos de los distintos ministros de Exteriores".

 

Del caso Faisán a la violencia de género

 

Al margen de los eléctricos duelos entre Soraya Sáenz de Santamaría y Rubalcaba en las sesiones de control parlamentarias, el portavoz de Interior popular, Ignacio Cosidó, y el diputado Ignacio Gil Lázaro tratan de convertirse en los principales azotes del vicepresidente en el Parlamento. En diciembre, Cosidó le acusó de politizar a la Policía con su criterio de ascensos, destinos y recompensas; mientras que Gil Lázaro ha registrado 270 preguntas escritas relativas al caso Faisán.

 

El PP también ha pedido a Rubalcaba que explique en el Congreso las medidas que piensa adoptar para proteger a las mujeres, tras las 72 asesinadas en 2010; así como las iniciativas desarrolladas por su Ministerio para frenar la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

 

Por otra parte, Esteban González Pons se esfuerza por ser el malo del PP, provocar a los socialistas e interceptar los ataques a su jefe, Mariano Rajoy. Así, tildó al vicepresidente de "perro del hortelano" por su visita a Afganistán, y le ha acusado de "caminar por el lado oscuro de las leyes" para alcanzar sus aspiraciones personales. Mientras, María Dolores de Cospedal suele incidir en la amenaza que supone el número dos de Zapatero para las libertades, tanto por su control de las Fuerzas de Seguridad e inteligencia, como por su papel protagonista en la declaración del estado de alarma para meter en cintura a los controladores. Y es que, para tumbar a Rubalcaba parece que es necesario más de un dirigente popular.

El Partido Popular no da tregua a Alfredo Pérez Rubalcaba. Su acumulación de poder como vicepresidente primero, portavoz y ministro del Interior ha obligado a los populares a dedicarle parte de su artillería, que hasta ahora solo apuntaba a José Luis Rodríguez Zapatero. El objetivo es que Rubalcaba se sienta sobrepasado por sus múltiples cargos y responsabilidades. En definitiva, sacarle de quicio. Para ello, el PP exige al número dos del Gobierno que responda sobre cuestiones tan diversas como la politización del Cuerpo Nacional de Policía, el caso Faisán, la violencia de género, el conflicto con los controladores aéreos, el "expansionismo de Gibraltar", el estado de alarma o las redes de explotación sexual.

Mariano Rajoy