Campaña a cara de perro por el control de ERC

Menos de 24 han tardado los malos resultados cosechados por ERC en generar turbulencias en el tripartito. Joan Puigcercós, secretario general del partido y conseller de Gobernación, ha tomado la decisión unilateral "según fuentes de la dirección- de abandonar el ejecutivo. Un hecho consumado que ha obligado a Carod Rovira y Joan Ridao a poner buena cara cuando no tenían cuerpo para ello.

El acuerdo de la dirección de ERC de avanzar el Congreso extraordinario que tenían previsto de octubre a junio revela la imposibilidad de mantener ni un minuto más la bicefalia que hasta ahora gobernaba el partido: Carod en la presidencia y Puigcercós en la secretaría general. Desde ahora se abre en ERC una nueva campaña -aunque ya llevan bastante tiempo en ello-, sólo que en este caso no es por ocupar un escaño en el Congreso sino por el poder interno. Una campaña a cara de perro.

Formalmente, José Montilla, presidente de la Generalitat, afirma que la salida de Puigcercós no generará ninguna crisis porque los republicanos se mantendrán en el Govern y el problema se resolverá con su sustitución por otro dirigente del mismo partido. A pesar de que hay voces que aconsejan al líder socialista que aproveche el momento dulce que está viviendo su partido para convocar anticipadamente elecciones autonómicas, en el entorno de Montilla se apuesta por la estabilidad.

Los 25 argumentos de Montilla

La posibilidad de que ERC firme un acuerdo con CiU para poner en marcha un eje nacionalista se ve todavía muy lejana a la luz de los resultados del domingo. Los 25 diputados del PSC, que expresan con rotundidad su triunfo en las urnas, son un buen argumento contra los que piensan que se podría echar a Montilla de la presidencia de la Generalitat sin un elevado coste.

El drama para los nacionalistas, los moderados de CiU y los independentistas de ERC "una definición cuestionable a veces-, es que su capacidad de incidencia en la política española ha caído en picado tras los resultados del domingo. A Zapatero le bastaría un pacto con el PNV, o con BNG, IU y CC, u otras combinaciones para llegar a los 175 diputados. Sin esa capacidad de influir y con un Montilla al alza, el eje nacionalista no es hoy por hoy una opción ganadora.