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John Rosillo, empresario emblemático fugado de España, muere de un infarto en Panamá
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John Rosillo, empresario emblemático fugado de España, muere de un infarto en Panamá

Juan Manuel Rosillo, más conocido como John Rosillo, fue hallado muerto en un hotel de Panamá el pasado 21 de octubre, aparentemente de un ataque al

Foto: John Rosillo, empresario emblemático fugado de España, muere de un infarto en Panamá
John Rosillo, empresario emblemático fugado de España, muere de un infarto en Panamá

Juan Manuel Rosillo, más conocido como John Rosillo, fue hallado muerto en un hotel de Panamá el pasado 21 de octubre, aparentemente de un ataque al corazón, según manifestaron a El Confidencial fuentes cercanas a este polémico empresario. El cuerpo fue encontrado por los empleados del hotel Embassador, en el barrio de Bellavista de Panamá City, a mediodía del citado día, en la habitación 207, después de que no contestase las reiteradas llamadas que le hacían desde recepción. Su coche, un Chevrolet pick-up, estaba aparcado en la puerta. Días antes, había llamado a un amigo de Barcelona para decirle que quería volver a España, pero debía tener la seguridad de que no iba a ingresar en prisión, ya que tenía cuentas pendientes con la Justicia.

Juan Manuel Rosillo nació en México, aunque sus padres eran españoles. Su bisabuelo fundó en 1905 la compañía de seguros La Equitativa, desaparecida la pasada década. El propio John aseguraba que su abuelo fue el principal apoyo que tuvo Emilio Botín para construir el principal emporio bancario de España, una ayuda que le prestó al banquero a través de la Fundación Rosillo. También alardeó durante una década de haber llegado a tener el 10% del Banco Santander.

Juan Manuel nació en México DF y se crió en el estado norteamericano de Texas, donde compartió colegio con Jeb Bush, el actual gobernador de Florida y hermano del presidente de los Estados Unidos, George Bush. Entre esta etapa y la actualidad media un universo. En el año 2002, huyó de España, cuando ya había sido condenado por la Audiencia de Barcelona a seis años y medio de cárcel por fraude fiscal y cuando tenía pendiente aún un juicio por homicidio culposo debido a una muerte en accidente de tráfico. El Tribunal Supremo confirmó en julio de aquel año la pena de la Audiencia pero Rosillo ya había “volado” al otro lado del Atlántico.

Lujo a todo tren

Hasta ahí, su vida había transcurrido entre el lujo y los negocios en una Barcelona que despertaba entre los grandes pelotazos de las obras olímpicas y postolímpicas y las maniobras de grandes financieros que, como Rosillo, comenzaban a lucrarse de manera oscura intermediando en negocios poco claros y ocultando sus beneficios a Hacienda. Rosillo era, en aquel momento, un rival digno de otro polémico financiero: Javier de la Rosa. Los dos competían en los fastos sociales y en su interés por rodearse de políticos fieles que les hiciesen de parapeto. Incluso eran dignos rivales en determinados locales donde, además de brindar con champán (no con cava), engullían de aperitivo ingentes cantidades de cavier beluga.

Cuando John llegó a Barcelona en el año 1988, lo hizo con la intención de negociar con terrenos. Fundó Kepro, de la que era consejero delegado; y su proyecto era crear el complejo comercial de Diagonal Mar, el mayor de Europa en su momento, en el que pensaba invertir 100.000 millones de las antiguas pesetas. Era, en definitiva, el más importante negocio que iba a realizarse en Barcelona. Y empezó con mal pie: para comprar los terrenos, utilizó una empresa interpuesta que los adquirió a sus tradicionales propietarios. Inmediatamente después, los vendió a Kepro y no pagó a Hacienda.

Juan Manuel Rosillo, más conocido como John Rosillo, fue hallado muerto en un hotel de Panamá el pasado 21 de octubre, aparentemente de un ataque al corazón, según manifestaron a El Confidencial fuentes cercanas a este polémico empresario. El cuerpo fue encontrado por los empleados del hotel Embassador, en el barrio de Bellavista de Panamá City, a mediodía del citado día, en la habitación 207, después de que no contestase las reiteradas llamadas que le hacían desde recepción. Su coche, un Chevrolet pick-up, estaba aparcado en la puerta. Días antes, había llamado a un amigo de Barcelona para decirle que quería volver a España, pero debía tener la seguridad de que no iba a ingresar en prisión, ya que tenía cuentas pendientes con la Justicia.