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Planells se confiesa a sus íntimos: “Obedecía órdenes de mis superiores”
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Planells se confiesa a sus íntimos: “Obedecía órdenes de mis superiores”

“Era un mandado”. Quienes conocen a Eduard Planells Indurain, imputado por un delito de prevaricación mientras fue subdelegado del Gobierno en Barcelona, sostienen que su intermediación

Foto: Planells se confiesa a sus íntimos: “Obedecía órdenes de mis superiores”
Planells se confiesa a sus íntimos: “Obedecía órdenes de mis superiores”

“Era un mandado”. Quienes conocen a Eduard Planells Indurain, imputado por un delito de prevaricación mientras fue subdelegado del Gobierno en Barcelona, sostienen que su intermediación en favor de la mafia rusa se debió a su jefe: “Obedecía órdenes de mis superiores”, ha confesado a sus íntimos.

Este funcionario vio transformada su vida el 7 de mayo de 2001. Como Coordinador de Servicios de la Delegación del Gobierno en Barcelona, ese día escribió una carta de recomendación para “su exhibición ante las distintas autoridades a las que se pudiera dirigir”. Nada sería extraño si no fuera porque el escrito había sido solicitado por Malchas Tetruashvili, un ciudadano georgiano con pasaporte israelí que había montado una intrincada red de empresas mafiosas en la capital catalana.

Tetruashvili quería la carta para presentarla en el consulado español en Moscú: pensaba traer a España mano de obra cualificada para trabajar en sus cadenas de restaurantes, ubicados en su mayor parte alrededor de la populosa Rambla de Barcelona. Unos días antes, el ruso había visitado la Delegación del Gobierno acompañado de un asesor de lujo: Antoni Fernández Teixidó, diputado de CiU que poco después sería nombrado “superconsejero” de Trabajo, Industria, Comercio, Consumo y Turismo hasta que los nacionalistas perdieron el Gobierno, en 2003.

“Eduard conoció a Tetruashvili porque se lo presentó su superior, que entonces era subdelegado del Gobierno en Barcelona, David Bonet”, manifestó a El Confidencial un amigo de Planells.

Comienza su buena estrella

En aquel tiempo, Planells era un funcionario de carrera con casi 25 años de servicio en la Administración. Formado en los Jesuitas, igual que su hermano, se licenció en Derecho y en Ciencias Políticas. En 1976, entró a formar parte del engranaje público como letrado del AISS, organismo de la Seguridad Social. De ahí, pasó al Inem, donde llegó a ser director provincial en Tarragona. Su buena estrella comenzaba a brillar, ya que un funcionario de la inspección de Trabajo, Ferran Cardenal, sería nombrado Gobernador Civil de Barcelona con el PSOE en el poder y éste lo llamaría para ocupar el cargo de secretario general.

“Es un funcionario de casta, con muchas tablas”, afirma un ex compañero suyo, que además añade que “era un buen profesional, tanto en el buen sentido como en el mal sentido, ya que ser buen profesional en la Administración significa que primas la burocracia”.

Con el cambio de Gobierno, el PP le mantuvo en el mismo puesto, ya que conocía todos los entresijos de la Delegación, donde vivía y se ahorraba buena parte de su sueldo de 80.000 euros anuales brutos: “le daban para vivir con mucha comodidad, pero no hacía ostentación ninguna”, añade la misma fuente.

Coordinador de Servicios Periféricos

En el verano de 1997, Planells fue nombrado Coordinador de Servicios Periféricos. A pesar de la confianza depositada en él, la entonces delegada del Gobierno, Julia García-Valdecasas, escogió como subdelegado a un hombre de su confianza, Eduard Bonet, al que fichó en la intervención de Hacienda, de donde ella provenía.

Planells tenía bajo su influencia a la policía nacional. Y a este cargo, se le añadía el máximo responsable del área de Extranjería, la más sensible de la Delegación, así como la más mediática por los continuos conflictos relacionados con las regularizaciones y la inmigración ilegal.

“Era un mandado”. Quienes conocen a Eduard Planells Indurain, imputado por un delito de prevaricación mientras fue subdelegado del Gobierno en Barcelona, sostienen que su intermediación en favor de la mafia rusa se debió a su jefe: “Obedecía órdenes de mis superiores”, ha confesado a sus íntimos.