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El Retorno del 'Jedi'
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El Retorno del 'Jedi'

“Yo seré siempre de los míos”, dijo el otro día Bono mientras se especulaba sobre su retorno a la política. Y uno de los suyos es

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El Retorno del 'Jedi'

“Yo seré siempre de los míos”, dijo el otro día Bono mientras se especulaba sobre su retorno a la política. Y uno de los suyos es José Maria Barreda, actual presidente de Castilla-La Mancha, una criatura política nacida del vientre de Bono. Hará lo que éste le pida, pero ni siquiera tiene necesidad de pedírselo. Le basta con dejarlo caer. Y ya ha dejado caer que le gustaría encabezar la lista de Toledo o la de Albacete para el Congreso en las próximas elecciones. En realidad, querría ir por la de Albacete, donde está su pueblo natal (Salobre, 1950) y provincia por la que debutó en el Congreso (en la Legislatura de 1979, después de haberse quedado fuera del Parlamento en la legislatura constituyente de 1977, cuando fue por las listas del PSP de Tierno Galván). Pero tampoco le importaría ir por la lista de Toledo, donde ahora tiene su residencia familiar.

Es el retorno del Jedi. “Yo haré siempre lo posible por que Pepe Bono vuelva a la política”, dijo el presidente cuando el entonces ministro de Defensa abandonó el Gobierno el 6 de abril de 2006. Se dice que ocupará la presidencia del Congreso. No ha tenido que presionar mucho para ello, porque a Zapatero le interesa sobremanera poner en a presidencia de la Cámara Baja a alguien cuya imagen compensaría los excesos del PSOE en materia de política territorial y tratos con ETA. Las circunstancias trabajan a su favor en ese sentido, pues Zapatero -ya camino de las urnas- para no estar siempre a la defensiva del PP, quiere hacerse más españolista en este final de Legislatura.

El culebrón de estos últimos días sobre el retorno a la política de Bono no fue, como otras veces, desencadenado por el propio Bono, sino que, como ha contado El Confidencial, se debió a un comentario informal del secretario de Organización, José Blanco, en el cóctel de la boda celebrada el sábado pasado entre el diputado socialista Oscar López y la periodista Marta Suárez. Blanco le contó a dos periodistas, Inma Coronel (Cuatro) y Sonia Losada (Telecinco), compañeras de la novia, que Bono sería presidente del Congreso de los Diputados en la próxima legislatura. Las periodistas hablaron con sus respectivos jefes y ambos consideraron que la cosa tenia el suficiente interés informativo como para ser publicada. Pero lo cierto es que, cuando Blanco hacía esa confidencia, que pasó de chisme a portada de todos los periódicos, José Bono estaba disfrutando tranquilamente en una playa del Levante español y fue el primer sorprendido por el eco informativo de la noticia.

La familia bien, gracias

Cuando anunció su retirada de la política, este ‘animal político’ que habita en la meseta castellana adujo motivos familiares. Eso dijo. Ahora que Bono está a punto de casar a su hija mayor con el hijo rockero de Natalia Figueroa y Raphael, a lo mejor ya no se siente tan reclamado por la familia como para utilizarla de pretexto para dejar políticamente plantado a ZP. Primero como ministro de Defensa y después como alcalde de Madrid. Alcalde frustrado, claro -aunque había dicho que “a nadie le amarga un dulce” solo por sentirse, como siempre, el muerto en el entierro, el niño en el bautizo y la novia en la boda-, pues lo de ir a perder contra su amigo Gallardón no le apetecía nada a quien está acostumbrado a ganar por mayoría absoluta. En su tierra, claro, en Castilla–La Mancha, donde reinó durante 18 años. Porque en su partido, a escala nacional, ya es otra cosa. Véase lo ocurrido cuando compitió con Zapatero en el XXV Congreso Federal del PSOE (22 julio 2000).

¿Y qué ocurrió? Pues que el rechazo que suscitaba Bono entre sus propios compañeros fue la clave para la elección “por descarte” de José Luis Rodríguez Zapatero. En otras palabras: que no se votó por Zapatero sino contra Bono. Y como quiera que éste se había movilizado en los últimos días para ganar adeptos, con la valiosa ayuda de Alfredo Pérez Rubalcaba por cierto, el guerrismo dejó tirada a su candidata, Matilde Fernández, para acudir en “ayuda” del único que podía parar a Bono con unos cuantos votos de los delegados de Extremadura (donde reinaba el guerrista Rodríguez Ibarra) oportunamente desviados hacia Zapatero a última hora. Así fue como el leonés se convirtió en secretario general: sólo para evitar que el elegido fuese José Bono.

El disgusto, inexpresado, digerido con sus amigos (José Luis Fernández Peña, Francisco Pardo, José María Barreda…), le dura todavía, pero procura disimularlo sobreactuando en la dirección contraria. A saber: “Siempre estaré en primer tiempo de saludo a lo que diga José Luis Rodríguez Zapatero”. Ya, pero del Ministerio de Defensa se fue por si lo de la política territorial (Estatut) y los tratos con ETA se llevaban por delante a Zapatero antes de tiempo. En ese caso, él hubiera sido la alternativa para sacar adelante lo que quedaba de Legislatura. Ese era su plan, aunque nunca lo reconocerá. Si no, ¿a qué venía dejar el Gobierno, e incluso la política, decía, para volver a ofrecerse solo unos pocos meses después, cuando ya se ve que lo del Estatut y lo del ‘proceso’ no ha acabado con Zapatero?

“Sé muy poco, pero lo que sé no me gusta”

Nunca olvidará un redactor de El Confidencial el día que, en vísperas de su dimisión como ministro de Defensa, se cruzó con Bono a las puertas del Congreso de los Diputados: “¿Qué sabe usted, ministro, sobre los rumores de negociaciones del Gobierno con ETA?”, preguntó El Confidencial. “Muy poco, pero lo que sé no me gusta”, respondió José Bono. A la semana siguiente (primeros de abril de 2006), anunciaba su dimisión. Y dos meses y medio después, el presidente Zapatero anunciaba en los pasillos del Congreso el inicio de las conversaciones con la banda terrorista.

Aunque ligó la dimisión a problemas de familia, era evidente que no quería estar en un Gobierno que iba a hacer algo absolutamente contrario a lo que él había defendido siempre. Tanto en el tema de los tratos con la banda terrorista como con el tirón de los socialistas catalanes que, en clave nacionalista, siempre habían visto a Bono como un referente “españolista” que obstaculizaba sus planes. Bono es mucho Bono.

“Yo seré siempre de los míos”, dijo el otro día Bono mientras se especulaba sobre su retorno a la política. Y uno de los suyos es José Maria Barreda, actual presidente de Castilla-La Mancha, una criatura política nacida del vientre de Bono. Hará lo que éste le pida, pero ni siquiera tiene necesidad de pedírselo. Le basta con dejarlo caer. Y ya ha dejado caer que le gustaría encabezar la lista de Toledo o la de Albacete para el Congreso en las próximas elecciones. En realidad, querría ir por la de Albacete, donde está su pueblo natal (Salobre, 1950) y provincia por la que debutó en el Congreso (en la Legislatura de 1979, después de haberse quedado fuera del Parlamento en la legislatura constituyente de 1977, cuando fue por las listas del PSP de Tierno Galván). Pero tampoco le importaría ir por la lista de Toledo, donde ahora tiene su residencia familiar.