Los militares reconocen que el ‘caso Mena’ ha dañado la imagen que los ciudadanos tienen del Ejército

La sorpresa y el malestar ha recorrido los despachos del Ministerio de Defensa y los cuartos de bandera al conocer los resultados del sondeo de junio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), según los cuales, la profesión militar es la peor valorada por la sociedad española. A pesar del sacrificio que han representado las operaciones humanitarias y de paz en los Balcanes, Haití, Iraq y Afganistán, los españoles otorgan 5,89 puntos a los militares, y los colocan por debajo de los 6,16 puntos de los periodistas y los 6,49 de los jueces.

En una escala de uno a diez, los españoles valoran a los médicos (8,29), enfermeros/as (7,80), profesores (7,74), arquitectos (7,40), informáticos (7,35), albañiles (7,21), fontaneros (6,99), policías (6,86), empresarios (6,65), jueces y periodistas más que a los militares, que ocupan el farolillo rojo del ranking.

Algunos oficiales consultados han interpretado el resultado como "una perversión" de la encuesta. Un general ha llegado a decir que si, efectivamente, se pregunta por el trabajo, en vez de por la profesión, es evidente que los militares aparecen como "una gente que no trabaja" en el significado exacto del término, y por tanto, aunque se jueguen la vida en defensa de los demás, no reciben el aprecio de la sociedad.

Las consecuencias del ‘caso Mena’

Pero hay otros aspectos que han influido notablemente en esta percepción social que se tiene del estamento militar. Así, un coronel del Ejército de Tierra reconoció que el 'caso Mena' ha dañado “nuestra imagen”. Una opinión compartida por otros muchos miembros del Ejército. En la valoración pesa también la "falta de conocimiento" del trabajo de los militares, lo que denota un déficit de información del que cabe responsabilizar al Gobierno.

Las opiniones pulsadas por este diario en fuentes militares coinciden en que la falta de relación entre la sociedad y el Ejército puede ser la causa de esa falta de valoración. Mientras con los médicos, por ejemplo, se relaciona con mucha frecuencia el 10,9% de la población y con los policías el 2,6%, con los militares sólo lo hace el 1,7% de los ciudadanos.

Si a ello se añade el rechazo epidérmico que provoca en los nacionalistas la sola mención de la profesión militar, se podrá tener la explicación sociológica del resultado de la encuesta. Con razón pedía el ex ministro José Bono -en sus últimas declaraciones antes de presentar su dimisión- al presidente José Luis Rodríguez Zapatero que los militares vistieran de uniforme por la calle. Bono conocía el percal e intuía el resultado de la encuesta que ahora se muestra con el esplendor de su pacifismo.