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Los mercados hunden el imperio de Berlusconi mientras Roma arde
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ENDEMOL, AL BORDE DE LA SUSPENSIÓN DE PAGOS

Los mercados hunden el imperio de Berlusconi mientras Roma arde

Es una de las muletillas preferidas de Berlusconi y esta semana volvió a utilizarla: “También Jesús fue traicionado… y yo no soy mejor que Jesús”. No

Foto: Los mercados hunden el imperio de Berlusconi mientras Roma arde
Los mercados hunden el imperio de Berlusconi mientras Roma arde

Es una de las muletillas preferidas de Berlusconi y esta semana volvió a utilizarla: “También Jesús fue traicionado… y yo no soy mejor que Jesús”. No le faltaba razón al hombre más poderoso de Italia, tan acostumbrado a generar titulares fáciles como a regatear a la Justicia. El político todopoderoso, mecenas del fútbol, empresario imbatible, emperador de los medios y Don Juan de sábana fácil, no podía prever que en apenas unos días se vería derrocado por unos mercados que exigen su cabeza. Sin condiciones. 

Lo que sus enemigos empresariales, sus rivales políticos, los jueces e incluso los años no consiguieron, lo han logrado los parqués y la presión internacional ante el temor a un colapso apenas imaginable.

Mucho se ha escrito sobre la vida y obra del ‘premier’ italiano, el hombre más rico de Italia según la lista ‘Forbes’. Pero lo que resulta innegable es su capacidad para hacer negocios y convertir en oro todo lo que toca. Sin embargo, parece que esa habilidad puede acabar convirtiéndose en su talón de Aquiles. Berlusconi controla el 40% de todos los diarios italianos, el 53% de los semanarios y el 55% de toda la publicidad que es difundida por prensa, radio y televisión. Su grupo Mediaset intentó estar presente sin éxito en Francia y Alemania, donde las clases políticas presionaron para poder evitar que llegara a asentar sus tentáculos. No ocurrió igual en España donde es propietario de Telecinco, Cuatro, La Siete, Factoría de Ficción, Boing, Divinity, Publiespaña o Endemol, entre otros.

Berlusconi, el hombre de oro de los negocios, cierra una de sus semanas más negras. Obligado a dejar las riendas políticas de Italia, sus empresas se resienten a la vista del nuevo panorama político que se abriría en Italia, en el que lo único seguro es que Berlusconi tendrá poca o ninguna relevancia. La productora Endemol, propiedad de Mediaset desde que ésta se la adquiriera a Telefónica en 2007, se encuentra al borde de la suspensión de pagos. Abocada a la bancarrota, el flotador para la compañía llega desde Time Warner, que se ofrece a adquirir por 1.000 millones de euros una empresa que hace tan sólo cuatro años estaba valorada en 3.100. Ahora la pelota está en el tejado de los acreedores de la compañía, fondos de capital riesgo y bancos de inversión, que deben decidir sobre su futuro.

Los parqués tampoco han traído buenas noticias a Mediaset, que se desploma más de un 13,5% en Italia y un 6,7% en España durante la semana. Los analistas de Goldman Sachs se muestran cautos y mantienen la calificación de los títulos en “neutral”, con un precio objetivo a doce meses de 2,30 euros (hoy cotiza a 2,23 euros). Sin embargo, la opinión generalizada es que después de que se produzca la marcha de Berlusconi, Mediaset tendrá que lidiar con una competencia que ya no podrá ser contenida y no contará con una posición ventajosa en los concursos de asignación de frecuencias de televisión digital. No en vano, cabe señalar que un 20% de los anuncios con los que cuentan los canales de esta plataforma son de carácter institucional. Hace menos de un mes la empresa anunció que sus ingresos en publicidad en el tercer trimestre del año habían descendido un 3% respecto a los registrados en el ejercicio de 2010.

Además del negocio de la comunicación, Il Cavaliere, como se le conoce después de que consiguiera en 1977 la Orden al Mérito del Trabajo, adquirió el A.C. Milán en 1986, asumiendo su presidencia y logrando sanear las cuentas del club. La suerte y el buen hacer le acompañaron en el fútbol donde consiguió traer a golpe de talonario estrellas como Van Basten, Gullit o Rijkaard y situando a Arrigo Sacchi como director de orquesta de su primer proyecto deportivo. Italia se quedó pequeña y, tras ganar la liga, se abalanzó sobre el viejo continente donde conquistó dos Copas de Europa, dos Supercopas y dos Intercontinentales. Todos estos títulos le otorgaron un notable prestigio mientras Berlusconi seguía adquiriendo empresas como los supermercados Brianzoli, los videoclubs Blockbuster, la firma de máquinas de escribir Olivetti o el grupo editorial Mondadori.

Toda una vida dedicada a los negocios

La visión de negocio de Berlusconi empezó ya en edad temprana, cuando se encargaba de vender a sus compañeros de instituto sus apuntes. Fuera del colegio, el joven Silvio trabajaba para la multinacional Philips vendiendo a domicilio sus electrodomésticos y sacando fotografías en bodas, comuniones, bautizos y entierros. Esas actividades duraron hasta que afloró su vena artística, momento en el que comenzó a actuar como animador musical y cantante en fiestas e incluso en cruceros por el Mediterráneo.

Cuando contaba con 23 años comenzó a trabajar como agente inmobiliario en lo que sería el comienzo de uno de los pilares de su ‘emporio’ empresarial. El año en que se licenció fundó Constructores Asociados Milaneses, empresa con la que emprendió ambiciosos proyectos de inmensos barrios residenciales en Italia y en países vecinos. El crédito parecía llover del cielo a un joven que no conocía metas en el terreno de los negocios y del que las malas lenguas apuntaban constantes ‘affairs’ con la mafia variopinta de Italia.

No fue hasta los años 70 cuando Berlusconi decidió cambiar el rumbo de sus negocios orientando su ansia por acaparar hacia las empresas de comunicación. Todo comenzó en 1974 con la adquisición del canal por cable Telemilano. Tres años después el salto fue a la prensa con la compra de participaciones del diario Il Giornale. Seis años más tarde creó Canale 5 fusionando Telemilano y cuatro televisiones regionales más, y así, en apenas dos décadas, los tentáculos de la Sua Emittenza, como le apoda el tejido empresarial italiano, se hicieron inmensos. Acaparar como clave para calmar unas ansias de poder y codicia a cualquier precio.

El hombre que escribió las tablas de la Ley

Entre las, ya mencionadas, frases célebres de Silvio Berlusconi quedará para la posteridad aquella en la que aseguraba que “acusarle a él de corrupción sería como señalar a la Madre Teresa de Calcuta”. No en vano en la última década Il Cavaliere ha estado vinculado en demasiadas ocasiones a los juzgados creándose un marco legal a su medida y dilatando hasta la extenuación los procesos que tiene pendientes.

Berlusconi, que también ha dejado sentencias más o menos acertadas como “he escrito las tablas de la Ley como hicieran Napoleón o Justiniano”, mantiene varios procesos abiertos con la Justicia. A los ya conocidos relacionados con el chantaje a su abogado (caso Mills) y por incitación a la prostitución de menores (caso Ruby), se suman otros dos relacionados con sus empresas de comunicación.

El caso Mediatrade comenzó a investigarse en el año 2005 y le acusa de evadir más de 34 millones de euros al fisco por aumentar los precios de varios paquetes de películas compradas a un mayorista estadounidense. A éste se suma al caso Mediaset en el que se le acusa de desviar cerca de 280 millones a cuentas extranjeras y de evadir otros 170 millones mediante un entramado de transacciones en las que participaron empresas suyas registradas en paraísos fiscales.

En todos estos procesos, Berlusconi ha demostrado una notoria maestría en el regate acogiéndose a circunstancias legales creadas a última hora o a su medida por su Gobierno o por sus conocidos. Un ejemplo es la llamada ‘Ley Alfano’ que establece que los cuatro mayores dirigentes del Estado (el presidente de la República, el primer ministro y los presidentes del Congreso y Senado) no podrán ser juzgados por ningún delito no relacionado con su cargo mientras permanezcan en el Gobierno. Esta ley y otras como la del ‘Legítimo Impedimento’ han permitido al ‘premier’ ir dilatando su ajuste de cuentas en los banquillos. Algo “totalmente justificado” para un hombre que no duda en señalar que “a veces noto que me asalta un complejo de superioridad, pero entonces me digo: menos mal que soy yo”.

Es una de las muletillas preferidas de Berlusconi y esta semana volvió a utilizarla: “También Jesús fue traicionado… y yo no soy mejor que Jesús”. No le faltaba razón al hombre más poderoso de Italia, tan acostumbrado a generar titulares fáciles como a regatear a la Justicia. El político todopoderoso, mecenas del fútbol, empresario imbatible, emperador de los medios y Don Juan de sábana fácil, no podía prever que en apenas unos días se vería derrocado por unos mercados que exigen su cabeza. Sin condiciones. 

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