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Madre (posesiva y castradora), no hay más que una
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estreno de 'madre e hijo'

Madre (posesiva y castradora), no hay más que una

Llega a las salas 'Madre e hijo', de Calin Peter Netzer. Una película rumana que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín y el premio FIPRESCI

Foto: Fotograma de 'Madre e hijo'
Fotograma de 'Madre e hijo'

Las relaciones materno-filiales siempre han sido una buena materia prima para el cine. El recuerdo del hijo fallecido en Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999), la relación enfermiza e incluso sexual de Ma mère (Christophe Honoré, 2004) o el control absoluto en la ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián, Mon fils à moi (Martial Fougeron, 2006).

Entre la preocupación de una madre y el vampirismo sentimental hay una línea muy estrecha. Esa línea es la que sobrepasa Cornelia, el personaje central de Madre e hijo, la película rumana de Calin Peter Netzer y Ganadora del Oso de Oro en Berlín. El filmecuenta la tormentosa relación de una señora de la alta sociedad rumana con su hijo, que se verá conducida al abismocuando este atropelle a un menor de edad causándole la muerte.

Un dilema que pondrá a prueba los vínculos familiares, y que llevará a la madre a tomar cualquier medida para conseguir que su único hijo no pise la cárcel. Cornelia tiene claro que madre no hay más que una, y que ella es la quedeberá mover los hilos necesarios para cambiar la situación.

Un accidente que es tomado como excusa para tratar las difíciles relaciones familiares. Lo fácil que es que una madre acabe cegada por su propia criatura y no sea capaz de ver quién es realmentey que su vida ya no consiste en arroparle por las noches y cuidarle para que no se caiga. Algo de lo que se dará cuenta cuando otra mujer aparezca en el camino, una mujer que será vista por la madre como una 'fresca' que quiere llevarse a su hijo.

La virtud de Madre e hijo es la sutilidad. Todo este entramado de pasiones desmedidas y sentimientos enfermizos nunca se desboca, incluso unos ojos inocentes podrán pensar que Cornelia sólo quiere lo mejor para su hijo.

Calin Peter Netzer crea una película sin blancos y negros, nadie es explícitamente un villano. Tanto la madre como su hijo son dos personajes desagradables que parecen destinados a hacerse daño. Tan bien definido está el comportamiento castrador y anulador de ella, como el odio irracional que él ha creado hacia su familia.

Con un ritmo pausado, que deja respirar sus escenas, la película crece poco a poco hasta el clímax final en el que, de una forma igual de elegante, los dos personajes acaban sacando fuera la 'mierda' que escondían. Se echa de menos un poco de intensidad y a veces su contención resulta excesiva, pero Madre e hijo consigue con aparentemente poco, hablar de muchas cosas.

Para ello cuenta con la ayuda de una actriz como Luminita Gheorghiu, musa de los directores rumanos más importantes y que fue nominada al premio de la Academia de Cine Europea por este papel. Su mirada, su forma de fumar, de moverse, dicen más que sus educadas palabras. Uno puede sentir el amor excesivo que siente por su hijo, y también el miedo por hasta dónde sería capaz de llegar por él.

Por si las relaciones familiares fueran poco complicadas el filme también se atreve a radiografiar a una sociedad rumana que vive dividida entre ricachonespoderosos con influencias para modelar la justicia a su gusto, y los pobres que sólo quieren justicia y vivir en paz. Gente humilde que sin embargo han disfrutado mucho más de su vida y de sus hijos que las familias de clase alta.

Madre e hijo

Director: Calin Peter Netzer

Nacionalidad: Rumana

Género: Drama

Duración: 112 minutos

Reparto: Luminita Gheorghiu, Bogdan Dumitrache, Florin Zamfirescu, Natasa Raab, Ilinca Goia

Las relaciones materno-filiales siempre han sido una buena materia prima para el cine. El recuerdo del hijo fallecido en Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999), la relación enfermiza e incluso sexual de Ma mère (Christophe Honoré, 2004) o el control absoluto en la ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián, Mon fils à moi (Martial Fougeron, 2006).

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