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‘El Cantar de Heike’, un gran clásico para acceder al "alma" de los japoneses
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‘El Cantar de Heike’, un gran clásico para acceder al "alma" de los japoneses

El Cantar de Heike, la gran epopeya de la literatura japonesa que RBA relanza en una edición más accesible, es "un clásico muy valioso para conocer

Foto: ‘El Cantar de Heike’, un gran clásico para acceder al "alma" de los japoneses
‘El Cantar de Heike’, un gran clásico para acceder al "alma" de los japoneses

El Cantar de Heike, la gran epopeya de la literatura japonesa que RBA relanza en una edición más accesible, es "un clásico muy valioso para conocer 'el alma' de los japoneses", ha subrayado Carlos Rubio, que tradujo del original, con Rumi Tani Moratalla, esta impresionante gesta de samurais. 

Tragedia, intrigas, discursos, lances amorosos o heroicos, cobardías y "lágrimas en abundancia" intensifican sus páginas, donde "fuertes y aguerridos guerreros se conmueven y humedecen las mangas de su kimono con pudor", explica Rubio, autor de la introducción y notas aclaratorias de conceptos culturales y comportamientos "que puedan resultar extraños a un occidental".

Masculino, vibrante, vigoroso, el Heike Monogatari supone el contrapunto a La novela de Genji, obra femenina, intimista y delicada, como el yin y el yang de las letras japonesas. Gredos lo publicó en 2005 y ahora lo pone al alcance del lector en una edición menos costosa. El volumen, de 850 páginas, relata el fin de una época, la de Heian (792-1185) y el comienzo de otra, la de los clanes militares, que se prolongará hasta la entrada de Japón en la era moderna, en 1868. Los japoneses beben de sus fuentes, surgidas, como la Ilíada, de la transmisión oral.

Cinco años de guerras Gempei

El relato abarca los años 1160 a 1192, y más en detalle el quinquenio de las guerras Gempei (1180-1185) entre los clanes Taira y Minamoto, hasta la derrota total de los protagonistas en la batalla naval de Dan-no-ura, una de sus escenas más llenas de dramatismo. "El simbólico suicidio del emperador-niño en brazos de su abuela, que se tira al mar llevándose al fondo las insignias del imperio -el espejo y el joyero-, es una escena que aún hace llorar a los japoneses", comenta el traductor.

La trama arranca con el preludio del lúgubre tañido de la campana del monasterio de Gion -en el que "resuena la caducidad de todas las cosas"- y en esa frase inicial, la fatalidad del destino del poderoso y del soberbio está una sombra que seguirá los pasos de todos los miembros del clan.

El Heike narra "el fulgurante ascenso y la lenta caída" de ese clan de guerreros, con todo su aderezo de reflexiones budistas. Su narrador despierta "cierta simpatía" hacia los perdedores, que aceptan su destino, derrotados por los Genji (o Minamoto). Sus episodios están muy grabados en cualquier japonés de la época actual y han sido revitalizados por los poetas, por el Kabuki o los dramas televisivos que recrean algunas de sus escenas más dramáticas.

Los misioneros llegados al archipiélago en la segunda mitad del siglo XVI ya decidieron imprimir este monumento literario en caracteres latinos -recuerda Rubio- para, a través de su lenguaje cultural y moral, ganarse 'el alma' de los japoneses.

De la mano del monje budista Yukinaga

Si el Genji surgió de la pluma de una cortesana del siglo XI, Murasaki Sikivu, sobre la escritura del Heike hay teorías. Algunos la atribuyen al monje budista Yukinaga, en el siglo XIV, pero ayudado por manos anteriores, pues ciertas cosas sólo podían venir de testigos presenciales.

La obra parte de hechos del siglo XII recitados por músicos ciegos "bonzos" -o simplemente en hábito de monjes budistas-, que más tarde el letrado monje hilvanó con su prosa y enseñanzas morales. Y es que "los monasterios usaban así el Heike para hacerse propaganda", según el traductor, que lo compara con nuestro "mester de clerecía" y cuando Gonzalo de Berceo hablaba de las maravillas de San Millán de la Cogolla.

La obra se compone de doce libros (o rollos desplegables), hay 70 textos distintos pues debieron hacerse varias refundiciones, y socialmente representa la democratización de la cultura 
. Tanto el Heike como el Genji, son monogatari o narraciones que aluden a su trasmisión por los "kataribe", "probablemente mujeres, depositarias de la memoria transmitida", explica Rubio.

El lenguaje del Heike -mezcla de ideogramas chinos y letras japonesas silábicas- reproduce sonidos de batallas y onomatopeyas anímicas, iras, temores o ruidos como los que hacen los huesos de un guerrero al quebrarse sus cervicales, "toda una riqueza de expresividad a la que a veces -confiesa-, tuve que renunciar".

El Cantar de Heike, la gran epopeya de la literatura japonesa que RBA relanza en una edición más accesible, es "un clásico muy valioso para conocer 'el alma' de los japoneses", ha subrayado Carlos Rubio, que tradujo del original, con Rumi Tani Moratalla, esta impresionante gesta de samurais.