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Distintas tonalidades en un sobrio y oscuro 'Rey Lear'
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Distintas tonalidades en un sobrio y oscuro 'Rey Lear'

En la negra sobriedad de un escenario en el que en su parte superior se puede leer 'Lear', el centro del universo de la obra, hacen

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Distintas tonalidades en un sobrio y oscuro 'Rey Lear'

En la negra sobriedad de un escenario en el que en su parte superior se puede leer 'Lear', el centro del universo de la obra, hacen su aparición un nutrido grupo de personajes. El rey rodeado de su corte y consciente de su vejez quiere repartir su reino entre sus tres hijas, pero antes pide que cada una demuestre la medida de su amor. Las dos primeras lo hacen, siguiendo un juego lleno de convenciones, pero la tercera, Cordelia, sincera y afectuosa, ve la tarea imposible: el amor y los números son dos términos incompatibles. A partir del reparto y el destierro de su hija menor a causa de su respuesta, el monarca se verá relegado a un segundo plano, despojado de su alta significación para ser convertido en nada: un loco que busca la compañía de su bufón, el único que le dice la verdad.

La locura, la desesperanza y un reino que sufre tribulaciones. Puro Shakespeare en manos de Gerardo Vera con la inestimable ayuda de la pluma de Juan Mayorga, último Premio Nacional de Teatro que ya colaboró en las versiones de las dos otras obras mayores dirigidas por el responsable del Centro Dramático Nacional: Divinas palabras y Un enemigo del pueblo. Y para poner en pie este monumento dramatúrgico, se hace rodear de 23 actores para los que todo son alabanzas: "Nunca he tenido un elenco así. Nunca"https://www.elconfidencial.com/cultura/2007-11-10/desequilibrada-danza-interpretativa_739056/>SEIS CLASES DE BAILE EN SEIS SEMANAS

En la negra sobriedad de un escenario en el que en su parte superior se puede leer 'Lear', el centro del universo de la obra, hacen su aparición un nutrido grupo de personajes. El rey rodeado de su corte y consciente de su vejez quiere repartir su reino entre sus tres hijas, pero antes pide que cada una demuestre la medida de su amor. Las dos primeras lo hacen, siguiendo un juego lleno de convenciones, pero la tercera, Cordelia, sincera y afectuosa, ve la tarea imposible: el amor y los números son dos términos incompatibles. A partir del reparto y el destierro de su hija menor a causa de su respuesta, el monarca se verá relegado a un segundo plano, despojado de su alta significación para ser convertido en nada: un loco que busca la compañía de su bufón, el único que le dice la verdad.