Soderbergh confía en fórmula de "veneno y glamour" de 'The Good German'

El realizador estadounidense Steven Soderbergh confía en que la "mezcla de glamour y veneno" de su última película, The Good German, tenga mejor acogida en Europa que la cosechada en Estados Unidos. Quizás la clave está en que "desde el punto de vista moral es una película europea y desde el narrativo tiene el ritmo del cine estadounidense", explicó este trasgresor del celuloide antes del estreno de su película en el Festival de Cine de Berlín.

En cualquier caso no podía haber elegido mejor lugar que Berlín -aunque sea casual, ya que fue la banda sonora la que demoró su terminación-, el mismo escenario que retrata en El buen alemán, como llevará por título en español cuando se estrene en los cines el próximo 2 de marzo.

Porque este homenaje de Soderbergh al cine negro, rodado en blanco y negro y con la técnica de sonido de entonces, se remonta al Berlín de posguerra para servirnos una historia de espionaje, que "explora todos los clichés (que acompañan a la Segunda Guerra Mundial)", prosiguió el oscarizado director por Traffic.

"Ni todos los alemanes son malos ni las víctimas son sólo víctimas", explica en referencia a Lena Brandt, la bella protagonista que encarna Cate Blanchett, antiguo amor del corresponsal de guerra al que da vida George Clooney y que le llevará a investigar un extraño asesinato.

De hecho, sitúa la trama en un Berlín en ruinas (combina imágenes de archivo y escenarios reconstruidos en Estados Unidos), que ha capitulado y es escenario de la Conferencia de Potsdam, donde las fuerzas ganadoras "persiguen sus propios objetivos aunque nadie quiera reconocerlo abiertamente".

Basado en el libro de Joseph Kanon del mismo título, The Good German narra "el primer paso del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, cuando ambas potencias se disputan a los químicos, físicos e ingenieros" del nazismo, apunta el director.

Soderbergh reconoce que el libro cayó en sus manos hace seis años, y que -como es habitual en el director de filmes tan diferentes como Sexo, mentiras y cintas de vídeo, Ocean's Twelve o su último experimento Bubble- "doy prioridad a la historia y luego busco el estilo más apropiado para contarla".

En el caso de los 108 minutos que dura su última obra, admite que no escatimó herramientas como obligar a sus actores "a sobreactuar, a hacer lo contrario de lo que aprendieron en sus clases de interpretación".

Tanto Cate Blanchett como George Clooney "se llevaron en ocasiones las manos a la cabeza cuando les dije que hablaran todavía más alto y se quedaran más tiempo mirando a la cámara", y para ello recurrió a técnicas como quitarles los micrófonos inalámbricos.

"El cine que estábamos haciendo es anterior a Marlon Brando o Montgomery Cliff", apunta el director, que explica las dificultades que tiene el rodar en blanco y negro, deudor de Orson Welles, Roberto Rossellini o "Casablanca", "una película que vi con once años y que me enamoró", apuntó Soderbergh.

Para este experimentador nato, el secreto del cine norteamericano de finales de los 60 y 70 está en "la fusión del momento narrativo con la mirada europea, la forma de aproximarse a los personajes", algo que ha intentado resucitar en esta película.