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  1. Alma, Corazón, Vida

misterios bautizados por el tiempo

De Arcimboldo a la Virgen de las Rocas: secretos escondidos en obras de arte

'El Jardín de las Delicias' de El Bosco daría para un análisis muy exhaustivo, pues los misterios de la vida de Jheronimus van Aken siguen creando conjeturas

'Tríptico del Jardín de las delicias'. El Bosco. 1490-1500. Museo del Prado

Desde que un primer hombre (o mujer) decidió retratar lo que veía en alguna cueva perdida hasta lo que expone en ARCO, ha pasado bastante tiempo y, como es lógico, el arte ha evolucionado. No solamente sirve para representar nuestra subjetiva concepción del mundo, también para polemizar o incluso herir sensibilidades. Y además de todo eso, también para esconder pequeñas pistas o secretos en ellos que, como matrioshkas, van descubriéndose poco a poco.

Probablemente, los más sorprendentes son aquellos a los que ha bautizado el tiempo, pues sabemos poco de ellos y solo nos queda intentar comprender a partir de esas pequeñas pistas. Aquí te dejamos algunas de ellas.

El hombre árbol de El Bosco

'El jardín de las Delicias' de El Bosco daría para un análisis muy exhaustivo, pues Jheronimus van Aken no solo dejó para la posteridad un sinfín de simbolismo en su pintura flamenca, sino que los misterios de su propia vida siguen creando conjeturas. En el caso del tríptico más famoso del autor, la figura central del panel derecho ha dado muchos quebraderos de cabeza a los expertos. Algunos creen que se trata nada más y nada menos que del propio artista, que lleva un vendaje que cubre una llaga producida por la sífilis. De hecho, algunos historiadores llegan más lejos y aseguran que sus creaciones podrían venir de las alucinaciones sufridas por dicha enfermedad.

Para otros, sin embargo, sería una alusión a la Divina Comedia y a Dante, concretamente a la parte en la que se narra el tránsito por el noveno y último círculo del infierno.

Una de las teorías es que el hombre-árbol es el propio pintor, con un vendaje a causa de la sífilis que sufría (y que le provocaría alucinaciones que después plasmaría en sus cuadros)

La Mona Lisa, siempre la más misteriosa

Se ha teorizado tanto acerca de los cuadros de Da Vinci que ya no tiene ni gracia. Especialmente, 'La última cena' y 'La Gioconda'. Este último, retrato de la noble florentina Lisa Gherardini, siempre ha fascinado por la extraña sonrisa triste que se le intuye a la que fue mujer de Francesco del Giocondo. De todo se ha dicho al respecto. No solo costó saber quién era la modelo de uno de los cuadros más famosos de la historia, sino que con el paso del tiempo se han encontrado muchos detalles ocultos: en su ojo derecho pueden reconocerse las letras LV y en el izquierdo CE o CB (no hay consenso).

Fuente: REUTERS

De la misma manera, se ha llegado a decir que la mujer estaba enferma de sífilis por la mancha blanquecina que se observa en uno de sus ojos (que también podría ser una simple mancha de barniz), y que era prostituta porque lleva las cejas depiladas, rasgo que se correspondía con estas mujeres que decidían hacerlo para marcar su mirada. De cualquier manera hasta los dermatólogos han hablado y algunos han dicho que sus cejas y la ceja alta con retroceso en la línea del cabello (es decir, alopecia frontal) podría asociarse con alguna enfermedad autoinmune.

El enigma del niño en la Virgen de las Rocas

Otra obra sin duda enigmática y misteriosa de Leonardo es 'La Virgen de las Rocas', un encargo de la Cofrafía de la Inmaculada Concepción y de la que se conocen hasta tres copias entre las cuales hay diversas diferencias perceptibles. La escena es simple: la Virgen María, dos niños y el arcángel Uriel. Uno de los niños es, presumiblemente, Jesús, pero, ¿quién es el otro?

La versión del Louvre.

Según parece, el pintor florentino decidió pintar un momento apócrifo de la infancia de Cristo, cuando la Sagrada Familia en su huida a Egipto encontró a San Juan Bautista niño en una gruta. Hay varias curiosidades: en la versión que se encuentra en el Louvre, Uriel apunta a Bautista con una misteriosa sonrisa, mientras observa al espectador. En la versión que está en la National Gallery de Londres los personajes tienen halos, pero carecen de ellos en la de París. Pero la razón por la que se decantó por añadir estas diferencias en cada cuadro es desconocida.

Los misterios de Giuseppe Arcimboldo

Los retratos del pintor italiano son, sin duda, de lo más particular que se ha visto. Su técnica de las 'cabezas compuestas', en el que crea cabezas con animales, frutas o flores mediante ilusión óptica, le convertirían en un pintor considerado extravagante para sus contemporáneos y sin duda interesante para los surrealistas que vinieron después.

'La primavera'.

Su obra simbólica adquiere la máxima expresión en sus cuatro estaciones: cuatro retratos enfrentados que representan cada uno una parte de nuestra idiosincrasia. El verano sería la época más vibrante del ser humano, la primavera representa la juventud, el invierno se mezcla con el frío y el otoño, terroso, es el final de la vida.

Su obra simbólica adquiere la máxima expresión en sus cuatro estaciones, que poca gente sabe que se trata de una 'publicidad' encubierta de la Casa de Austria

Lo que mucha gente desconoce es que el diálogo de las cuatro obras es, además, una publicidad encubierta de la Casa de Austria. Desgraciadamente, su pintura caería en el olvido los siglos posteriores a su muerte y en la actualidad muchos de sus cuadros se encuentran perdidos.

Auge y caída de Rembrandt con 'La ronda de noche'

Algunos apuntan que este misterioso cuadro provocó la caída en desgracia de Rembrandt. Como dijo su amigo Jan Six al verlo por primera vez: "No veo nada. ¿Esperas que tomemos esto en serio?". La obra tampoco ha sufrido la mejor de las suertes: ha sido acuchillada, rociada con ácido y también ha inspirado obras posteriores (e incluso 'La Sinfonía nº7' de Mahler).

EFE

Y en cuanto a los misterios de la obra: el autor decidió pintarse a sí mismo escondido dentro de una escena que parece fotográfica, con los personajes pillados de improvisto. Solo hay tres personajes iluminados y céntricos, además del capitán y el teniente Willem van Ruytenburch se encuentra la niña, quizá el personaje más misterioso de todos. Muchos han querido ver en el único personaje femenino del cuadro a Saskia, la primera esposa del pintor (recuérdese, que murió en el mismo año). Viste un traje amarillo limón y en la cintura le cuelga un gallo blanco con pinceladas azules (el emblema de la compañía), que Rembrandt representó de esta singular manera, en sustitución del habitual blasón de este tipo de retratos colectivos. ¿Por qué un gallo y no un águila, que habría sido más apropiado para la compañía? A costa de la dignidad, Rembrandt elige este animal. El cuadro no agradó a los contemporáneos del pintor, porque hería las convenciones de su gusto.

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