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Historia de la ouija, un 'juguete' no tan terrorífico (hasta que llegó el cine)
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Historia de la ouija, un 'juguete' no tan terrorífico (hasta que llegó el cine)

No se sabe a ciencia cierta cuándo los seres humanos empezaron a usar un tablero para comunicarse supuestamente con los muertos, pero lo cierto es que no tenía tan mala fama hasta que llegó cierta película

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

El tablero de la ouija es el máximo símbolo de la cultura espiritista, pues a través de él supuestamente podemos llegar a contactar con personas fallecidas o, en último término, con el mismísimo demonio. Esta es la descripción más escueta de este tenebroso 'juego' que la mayoría del común de los mortales conoce por las ficciones de Hollywood y las series de televisión, sobre todo desde que William Friedkin la popularizara tanto con su inmortal e inolvidable El Exorcista (1973). En dicha película, su protagonista, una niña de doce años, comienza a experimentar fenómenos paranormales en su casa y hasta en su propio cuerpo después de realizar una sesión de espiritismo con una ouija que había en el trastero. Y, a partir de ahí, todos aprendimos que hay juegos a los que es mejor no jugar.

Aunque la cinta es de los años 70, la ouija es un instrumento que proviene de una sólida y pretérita tradición espiritista, cuyo fin último viene a ser contactar de cualquier modo con las entidades que dejaron el mundo de los vivos. Posiblemente, nunca lleguemos a saber quién fue exactamente el primero que diseñó un tablero pensado con ese fin. Hay fuentes que aseguran que nació en China, allá por el año 1.100 a. C., durante la dinastía Song. En aquel tiempo, un médium se encargaba de trazar una serie de caracteres sobre la arena o la ceniza en estado de trance, por lo que no haría falta un instrumento físico como un tablero para contactar con espíritus.

placeholder Un mero juego de niños. ('El Exorcista', de William Friedkin)
Un mero juego de niños. ('El Exorcista', de William Friedkin)

Según el Diccionario infernal, escrito por el demonólogo francés Jacques Collin de Plancy en 1818, la cultura árabe fue la primera en diseñar un artilugio con el que trascender al más allá. Se llamaba zairagia, y se componía de una serie de "círculos o ruedas paralelas, correspondientes a los cielos de los planetas, que se colocaban unos sobre otros marcados con muchas letras que se encontraban por su movimiento, según ciertas reglas". Como vemos, la forma de usarla iba asociada a lo cósmico. Las ruedas o círculos debían alinearse exactamente según la posición de ciertos astros en el cielo.

"Mesas parlantes"

No es casualidad que Plancy fuera francés. Aunque la popularización del uso de la ouija surgió en Estados Unidos a finales del siglo XIX, fue en París donde el espiritismo empezó a cobrar una importancia cultural bastante importante, sobre todo para la alta sociedad. El filósofo Allan Kardec, a pesar de ser un hombre de ciencias y de letras, empieza a interesarse por lo oculto cuando oye hablar por primera vez de una especie de "mesas parlantes" sobre las que se reunían amigos para contactar con espíritus. Pronto, empezó a asistir a este tipo de reuniones para estudiarlas en profundidad y con cierto recelo, para acabar más que convencido por ideas tan poco materialistas como la inmortalidad del alma o la posibilidad real de comunicación con las personas fallecidas. Escribió varios libros sobre el tema que luego resultaron canónicos para la disciplina ocultista: El libro de los espíritus (1857) o Qué es el espiritismo (1862).

"Era compatible con el dogma cristiano: uno podía realizar una sesión de espiritismo el sábado por la noche e ir a misa al día siguiente"

Como decíamos, fue en Estados Unidos donde el espiritismo alcanzó su verdadero auge. Fue gracias a las hermanas Fox, tres chicas que se hicieron muy famosas por todo el país tras simular un posible caso de encantamiento a su casa en Hydesville, en Nueva York. Según relata la periodista Linda Rodríguez McRobbie en Smithsonian Mag, empezaron a afirmar que oían ruidos extraños por la noche, hasta el punto de lanzar preguntas a viva voz para que después las entidades paranormales les respondieran con golpes en la pared. Aunque finalmente una de las hermanas confesó años después de que había sido ella la responsable de engañar a sus hermanas, la semilla del espiritismo ya estaba instalada en la cultura estadounidense de la época, teniendo un recorrido que llega hasta hoy en día. Sobre todo en fechas tan señaladas como Halloween.

Hay que reparar en un dato interesante que aporta Rodríguez McRobbie: por aquella época la vida no duraba demasiado. Solo muy pocos alcanzaban los 50 años de edad, y cuando no había una guerra, aparecía una enfermedad muy contagiosa que diezmaba a la población, en especial a los niños. Se comenta que Mary Todd Lincoln, la ilustre esposa del famoso presidente histórico de Estados Unidos, organizó una sesión de espiritismo en la Casa Blanca después de que su hijo de once años muriera a causa de una fuerte fiebre en 1862. "El espiritismo funcionó para los estadounidenses, ya que era compatible con el dogma cristiano, lo que significaba que uno podía realizar una sesión de espiritismo el sábado por la noche y no tener reparos en ir a misa al día siguiente", asegura la periodista.

El juego de moda en EE.UU. a comienzos del siglo XX

Pocos años después, en 1886, la agencia de prensa Associated Press informaba de un nuevo fenómeno espiritista que empezó a ganar fuerza en Ohio: un tablero que hablaba, formulando respuestas con letras y números. Un hombre llamado Charles Kennard vio una oportunidad de negocio clara y en 1890 funda la Kennard Novelty Company, dedica exclusivamente a producir y distribuir estas "tablas parlantes". Lo único que faltaba era un nombre que el público pudiera recordar. Según cuenta Sociedad Histórica, la palabra "ouija" no proviene de la fusión del término "sí" en francés y alemán ("oui" y "ja" respectivamente), sino de una propia sesión de espiritismo llevada a cabo por uno de los miembros de la compañía que se autodeclaró a sí misma como médium. En unos pocos años, el producto empezó a distribuirse en más ciudades hasta convertirse en un rotundo éxito comercial.

La fiebre espiritista continuó escalando en el país norteamericano en el primer tercio del siglo XX, más aún después de desastres nacionales tan importantes como la Primera Guerra Mundial (1918) o la Gran Depresión (1929). Se hizo aún más famosa cuando el famoso ilustrador estadounidense Normal Rockwell publicó una portada en el Saturday Evening Post de un matrimonio celebrando una sesión de ouija con sonrisas de oreja a oreja y de manera distendida. Se trata de una portada histórica, pues refleja lo muy introducido que estaba el tablero en la incipiente clase media estadounidense, de la misma forma que ahora, por ejemplo, retratan las portadas de The New Yorker a nuestra sociedad de hoy en día.

"Sucedió como con 'Psicosis' y las duchas. Las representaciones de la tabla solían ser jocosas, cursis y tontas hasta la película de Friedkin"

En la prensa de la época, la ouija comenzó a estar presente en la crónica negra, tanto como excusa para los homicidas, como método alternativo de resolver crímenes para los detectives. El tablero llegó hasta inspirar historias literarias. Una de las novelistas más famosas de la época, Pearl Curran, afirmaba escribir sus novelas bajo el influjo de un espíritu de la sociedad inglesa del siglo VII llamado Patience Worth. Esto no fue nada comparado a cuando el escritor James Merrill, ganador de un Premio Pulitzer, publica en 1982 The Changing Light at Sandover, un largo poema épico inspirado en las sesiones de espiritismo que llevaba a cabo con su mujer con una ouija fabricada por él mismo. En él, se comunicaba con escritores ya fallecidos como Jean Genet o Gertrude Stein.

Fue gracias a El Exorcista de Friedkin cuando la ouija adquirió ese tono negativo y terrorífico para el gran público, pues hasta entonces se presentaba como una actividad más o menos divertida. "La película cambió el tejido de la cultura pop", asegura Robert Murch, investigación que ha realizado una profunda investigación sobre el tablero, a Smithsonian Mag. "Sucedió como con Psicosis y las duchas. Las representaciones cinematográficas y televisivas de la tabla solían ser jocosas, cursis y tontas hasta la película de Friedkin".

El tablero de la ouija es el máximo símbolo de la cultura espiritista, pues a través de él supuestamente podemos llegar a contactar con personas fallecidas o, en último término, con el mismísimo demonio. Esta es la descripción más escueta de este tenebroso 'juego' que la mayoría del común de los mortales conoce por las ficciones de Hollywood y las series de televisión, sobre todo desde que William Friedkin la popularizara tanto con su inmortal e inolvidable El Exorcista (1973). En dicha película, su protagonista, una niña de doce años, comienza a experimentar fenómenos paranormales en su casa y hasta en su propio cuerpo después de realizar una sesión de espiritismo con una ouija que había en el trastero. Y, a partir de ahí, todos aprendimos que hay juegos a los que es mejor no jugar.

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