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“Era muy fácil ligar con los franceses, y no me extraña: ellas tienen cara de palo”
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A FONDO: AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA I

“Era muy fácil ligar con los franceses, y no me extraña: ellas tienen cara de palo”

“Era súper fácil ligar en Francia. Los franceses flipaban con nosotras porque somos mucho más abiertas. Ligabas casi sin darte cuenta. Tu no estabas flirteando pero

Foto: “Era muy fácil ligar con los franceses, y no me extraña: ellas tienen cara de palo”
“Era muy fácil ligar con los franceses, y no me extraña: ellas tienen cara de palo”

“Era súper fácil ligar en Francia. Los franceses flipaban con nosotras porque somos mucho más abiertas. Ligabas casi sin darte cuenta. Tu no estabas flirteando pero los chicos se creían que sí, sólo porque cuando te hablaban les hacías caso y les mirabas a los ojos. Las francesas no miran a los hombres a los ojos cuando hablan. Son unas rígidas, hablan con mucha soberbia, tienen un palo de escoba metido en el culo. Las españolas somos más abiertas, y eso no ha cambiado”.

La Unión Europa está en crisis. El descreimiento popular respecto de sus instituciones es creciente, aumentan los discursos que piden que la unión se rompa, los británicos insisten en que no hay futuro para una Europa común, y la división entre norte y sur es cada vez más intensa en el Viejo continente. Y no se trata sólo de un sentimiento presente en ámbitos institucionales. Los estereotipos más perjudiciales están reproduciéndose con una intensidad preocupante, de modo que españoles, italianos, portugueses y griegos somos tachados de vagos y perezosos que vivimos estupendamente a costa del sacrificio de los laboriosos nórdicos y, al mismo tiempo, como efecto boomerang, acusamos a los ciudadanos del norte de frígidos, cabezas cuadradas y explotadores que nos están sangrando al llevarse nuestros recursos. 

Europa se rompe, los lazos parecen estar desatándose para siempre, pero hay algo que resiste. Todavía hay algo que nos une, como son las relaciones amorosas. Y en ese terreno, como bien subraya la experiencia que narra Paloma, una madrileña ex residente en Francia, los bonos del amor españoles cotizan al alza en las plazas europeas. 

Los tiempos cambian. Los españoles éramos esos tipos simpáticos que acababan de sumarse a la democracia y que estaban creciendo como campeones, que tenían ciudades bonitas donde nadie dormía y que eran el destino ideal para los Erasmus. Ahora somos gente que habita en ciudades sucias, que escarba en la basura para encontrar comida y que pasa los días tumbados al sol. Pero la inversión no sólo se ha producido para mal: si en los tiempos del landismo militábamos en la tercera división del amor, el carácter y la fogosidad de españoles y españolas hace que seamos mucho más apreciados y que nos hayamos convertido en targets de los inversores en placer europeos. Nuestra tasa de interés está siempre alta, y eso es algo que nuestros compañeros de viaje continentales aprecian especialmente.

Los bonos del amor españoles cotizan al alza en las plazas europeasComo afirma Blanca, residente en Escocia, los británicos no son para nada euroescépticos en el tema amoroso: “No he encontrado grandes diferencias respecto a la forma de ligar de aquí y de allí. Lo único que he visto distinto es que aquí los tíos no tienen tanto miedo como en España a ser cariñosos físicamente y de palabra. Vamos, que para mí aquí los tíos son como las tías en España y las tías son los tíos. Es como si ellas tuvieran el toro por los cuernos y yo creo que eso al español le intimida y no le mola nada. En España los tíos tenéis esa cosa de que vosotros sois los machos y aquí las tías son (en general) unas calentonas, van a saco y por lo que cuentan amigos españoles de aquí, es un tipo de mujer que no les atrae mucho. Yo creo que estamos bien situados porque nos tienen como gente abierta y fiestera”. 

Así lo certifican también las encuestas. Según Lovegeist, el estudio realizado por el instituto internacional TNS en Alemania, Francia, Holanda, España, Bélgica y Escandinavia para la empresa de online dating Meetic, los españoles estamos entre los más ligones de Europa, sólo superados por los italianos.

Asimismo, y esta es una cualidad por la que se nos valora espacialmente, los españoles somos los más caballerosos de Europa (según el estudio, el 97% están encantados de tener detalles y el mismo porcentaje de mujeres están encantadas de que las traten galantemente).

El poder de los estereotipos

Lo cierto es que, aunque a veces pensemos lo contrario, compartimos un buen número de creencias y de actitudes con los europeos. Así lo cree el psicólogo Luis Muiño, que señala, que lo que nos falla, en realidad, es la práctica: “Desde el registro emic, el de las creencias, bien puede decirse que nuestros patrones de enamoramiento y de relación son muy similares y que estamos convencidos de que debemos abordar nuestra vida de pareja desde la igualdad y la apertura sexual, y siendo conscientes de la importancia que tiene la comunicación para que las cosas vayan bien. Si preguntas a la gente, un 90% te dirá que está de acuerdo, y da igual que viva en Cádiz que en Estocolmo. Pero desde el punto de vista etic, esto es, desde lo que dicen los datos, la realidad es que hay muchísima diferencia, y que ese tener en cuenta la honestidad, la comunicación y el diálogo continuo es más frecuente, por así decir, en Estocolmo que en Cádiz. Esa idea de que una mentirijilla puede considerarse la salsa de la relación puede funcionar en España, pero no en Suecia”.

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En ese contexto, lo que sí está teniendo mucha importancia en el nivel etic, el de la vida real, son los estereotipos. “Creemos, por ejemplo, que la posibilidad de plantear una relación sexual es más fácil con una alemana o con una finlandesa que con una española, y probablemente sea cierto, a tenor de lo que cuentan quienes residen en esos países, pero eso no es todo. Las relaciones son más amplias. Probablemente en el ritual de cortejo las alemanas son más abiertas, pero en el nivel de tirón erótico lo son menos. A una alemana le puedes parecer guapo y puede expresar cierta indiferencia. Cuando a una española le pareces guapo, le salen frases como ‘te comería’. La española es más ardiente en ese sentido”. 

Los estereotipos funcionan pero, por suerte, a favor de los españolesHay una investigación muy significativa, señala Muiño, que se realizó durante la Segunda Guerra Mundial entre soldados americanos en Gran Bretaña. Estos creían que las británicas eran muy promiscuas, y ellas pensaban igual de los estadounidenses. Y esa sensación se daba precisamente por la fuerza de los estereotipos ya que para las británicas dar un beso no era gran cosa, pero acostarse con alguien eran ya palabras mayores, mientras que para los americanos que una chica les besase era mucho más complicado, pero una vez que lo conseguían, era muy rápido conseguir que la chica hiciera el amor con ellos.  

Los estereotipos funcionan, en este caso a favor de los españoles. Pero también porque hay elementos objetivos que señalan nuestras diferencias. Nosotros, junto con los franceses, asegura el estudio Lovegeist, somos los que más buscamos estabilidad en la pareja.  Hay un 40% que asegura haber tenido una relación que haya durado entre 5 y 25 años, y somos además, los que tenemos un menor porcentaje de personas que declaran no haber tenido nunca una relación duradera. Los noruegos, miembros de un país que no figura entre los integrantes de la Unión Europea, son quienes buscan menos relaciones estables. El 17% de ellos afirma no haber tenido nunca una relación duradera.

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También somos los más decididos a la hora de dar el paso hacia el siguiente nivel de la relación. Cuando las cosas van bien, queremos más. Según Lovegeist, si los europeos solemos explicitar nuestra intención de consolidar la pareja, somos los españoles los más decididos a hablarlo. Una de las opciones preferidas para que la relación se afiance es hacer un viaje juntos. Son los franceses, sin embargo, los que más utilizan la expresión “te quiero” para ir más allá en la pareja. Los noruegos, una vez más son los más fríos en este sentido. Eso sí, no estamos muy dispuestos a dejar el cepillo de dientes en casa de nuestra pareja o cambiar al estado de Facebook hasta que la relación no está ya muy avanzada. 

Un tercer factor que nos hace ser apreciados, según el estudio Lovegeist, es que solemos ser más espléndidos que nuestros hermanos europeos a la hora de pagar la cuenta. Los alemanes, por el contrario, piensan que el gasto de la cita debe ser compartido. Cada uno lo suyo…

Nuestra generosidad, fogosidad y mayor tendencia a aceptar el compromiso son valores que puntúan alto. Como cuenta Jan, español residente en Bélgica, “los españoles tenemos fama de alegres, de fiesteros y de buenas personas. Dos cosas en concreto me han llamado la atención desde que vivo en Bruselas: todo el mundo cree que siempre dormimos siesta y que no madrugamos. Pero aparte de esto, estamos bien considerados y en general es relativamente fácil hacer amistades. Comparados con el ritmo de vida de muchos europeos, en general los españoles sacamos más tiempo al día para socializar (aunque sea a costa de dormir menos). Nos perciben como cálidos e incluso ‘calientes’, y valoran mucho la simpatía que creen que tenemos”.

En resumen, nos valoran mucho en lo humano, en lo afectivo y en lo sexual. Pero esos estereotipos que nos valen en lo amoroso, se vuelven de color negro cuando sale a escena el asunto económico y laboral…

Este reportaje continúa. Puede leer aquí la segunda parte.

“Era súper fácil ligar en Francia. Los franceses flipaban con nosotras porque somos mucho más abiertas. Ligabas casi sin darte cuenta. Tu no estabas flirteando pero los chicos se creían que sí, sólo porque cuando te hablaban les hacías caso y les mirabas a los ojos. Las francesas no miran a los hombres a los ojos cuando hablan. Son unas rígidas, hablan con mucha soberbia, tienen un palo de escoba metido en el culo. Las españolas somos más abiertas, y eso no ha cambiado”.