Es noticia
Cómo pedir perdón cuando te pillan con otra
  1. Alma, Corazón, Vida
EXPERTOS EN COMUNICACIÓN PÚBLICA CONSTRUYEN LOS DISCURSOS DEL ARREPENTIMIENTO

Cómo pedir perdón cuando te pillan con otra

“Tuve una relación inapropiada. De hecho, cometí una falta moral”. Lo que se parece notablemente a: “Tuve una relación que no fue apropiada. De hecho, estuvo

Foto: Cómo pedir perdón cuando te pillan con otra
Cómo pedir perdón cuando te pillan con otra

“Tuve una relación inapropiada. De hecho, cometí una falta moral”. Lo que se parece notablemente a: “Tuve una relación que no fue apropiada. De hecho, estuvo mal”. La primera frase la pronunció Dominique Strauss-Kahn en el transcurso de la entrevista en la televisión francesa en la que trataba de lavar su imagen tras ser acusado de violación. La segunda es de Bill Clinton, y fue pronunciada en una rueda de prensa que concedió para frenar la pérdida de popularidad que estaba sufriendo tras descubrirse que no solamente había tenido diversas relaciones sexuales extramatrimoniales, sino que había mentido para ocultarlo.

Pero hubo más similitudes entre las declaraciones de uno y otro, como si el político francés y sus asesores hubieran estudiado minuciosamente las declaraciones del norteamericano, sabedores del éxito que tuvieron sus excusas (Clinton arrasó en las elecciones presidenciales posteriores a su petición de perdón). Variaban algunas expresiones, pero la esencia era la misma. Donde Clinton afirmaba que había cometido un error que afectaba a su mujer, DSK decía que había cometido una falta (moral) que hacía daño a la suya; donde uno aseguraba lamentar profundamente lo ocurrido, el otro lo lamentaba infinitamente, y así.

Un parecido lógico, dado que estamos ante explicaciones medidas que se ponen en juego con la intención de ganarse a la opinión pública, que llevan consigo una tarea de planificación enorme y que tienen que ver, asegura Josetxo Beriain, profesor de sociología en la Universidad Pública de Navarra, con el manejo estratégico de impresiones, un concepto tomado del teatro y popularizado a mediados del siglo XX por Erving Goffman. Para Beriain, DSK quedó en entredicho porque la apariencia que tenía, la del hombre público respetable, se quebró tras una serie de actos que iban en sentido completamente contrario de lo que se esperaba de él.  Así, “hubo de intervenir para recuperar las enormes dosis de credibilidad perdidas, y para ello recurrió a estrategias de desmitificación que le dibujaban como un antihéroe, como una víctima a la que le han tendido una trampa poderes ocultos”. ´

El perdón, sólo a la familia

Pero más allá de la estrategia que cada cual escogiera para dirigir la percepción pública y de las expresiones concretas utilizadas por ambos, los discursos de Clinton y de Strauss-Kahn compartían un elemento común. Ninguno de ellos compareció ante la opinión pública por haber sido infiel a su esposa. El problema de Clinton era que había mentido a representantes institucionales para ocultar sus escarceos amorosos y el de DSK que la mujer con la que mantuvo relaciones sexuales le acusó de violación. La estrategia que ambos siguieron fue la de intentar apartar las miradas del problema político y jurídico para centrarlo en lo personal; ambos trataron de convertir un asunto público en uno privado.  Por eso, señala el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí, “los dos centraron su discurso en pedir perdón a la familia, a los amigos y a los conocidos, tratando de hacer ver que habían fallado, con su desliz sexual, a la gente más cercana. Sin embargo, lo que estaba de fondo era algo muy distinto: una falta política muy grave, en el caso de Clinton, y una supuesta conducta delictiva en el caso de DSK”.

Su estrategia consistió, pues, en  subrayar que el hecho de haberse equivocado en su vida privada no debía extrapolarse a lo público, que ser alguien que no respetaba sus lazos de pareja no llevaba implícito ser un mal gestor. Pero, para Gutiérrez-Rubí, esa separación difícilmente puede darse hoy, cuando las figuras políticas han de contar con un plus de ejemplaridad. “Cuando eres una persona normal y corriente, puedes cometer errores y decir que te han causado problemas de conciencia, que han disminuido tu autoestima y que han hecho que te arrepientas enormemente, pero cuando eres un cargo público no puedes escenificar esa situación. Al político se le exige ejemplaridad, por lo que resulta insostenible decir que al final todo el lío no fue más que un pecadito privado por el que ya se está pagando el precio del sufrimiento”. Y más aún en el caso de DSK, una persona que todavía no ha aprendido, asegura Gutiérrez-Rubí, que “cuando una mujer dice no, es no. DSK es de esa clase de hombres que piensan que, al decir no, la mujer está invitándole a que persista”.

Una historia impagable

Sin embargo, y más allá de los actos cometidos, estas escenificaciones públicas de la constricción suelen traer consigo notables beneficios. En primera instancia, asegura Gutiérrez-Rubí, porque hacen a los políticos más humanos, acercándoles a sus electores. “Transmiten el mensaje de decirles soy como tú, soy normal, también hago y digo cosas de las que acabo arrepintiéndome”. Además, al reconocer que has metido la pata pero que estás dispuesto a regenerarte, y hacerlo apoyado por tu familia y amigos, “transmites la idea de que también el elector debería estar dispuesto a darte una oportunidad. Si tu familia, que parece la más afectada, es capaz de perdonarte, por qué no tus votantes”. Y, en último término, “la historia de la persona que toca fondo y que es capaz de superar la adversidades es impagable en términos de relato político”.

El perdón público, en este estrato, puede ser un buen arma electoral. Principalmente porque, asegura Beriain, vivimos en una sociedad en la que el factor emotivo está cada vez más presente en los medios. “Nuestra sociedad depende mucho del momento, del impacto, del tiempo real, priorizándose un elemento expresivo que lleva a que esas emociones que antes aparecían sólo en lo privado hayan pasado a ser públicas”. El problema, señala Beriain, es que en muchos casos las emociones son utilizadas desde el simple espectáculo. “Se banaliza y explota la expresividad, sin ir a la raíz del asunto. Nos quedamos en el morbo emocional sin dar un paso más allá e ir a los elementos racionales que nos permitirían resolver los problemas. Hay más emoción que razón, y más expresividad que entendimiento racional”.

“Tuve una relación inapropiada. De hecho, cometí una falta moral”. Lo que se parece notablemente a: “Tuve una relación que no fue apropiada. De hecho, estuvo mal”. La primera frase la pronunció Dominique Strauss-Kahn en el transcurso de la entrevista en la televisión francesa en la que trataba de lavar su imagen tras ser acusado de violación. La segunda es de Bill Clinton, y fue pronunciada en una rueda de prensa que concedió para frenar la pérdida de popularidad que estaba sufriendo tras descubrirse que no solamente había tenido diversas relaciones sexuales extramatrimoniales, sino que había mentido para ocultarlo.