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Así son los ricos españoles
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Así son los ricos españoles

“Hay un riquísimo para cada ocasión. Una Feria de Abril en Sevilla hay que vivirla con la Duquesa de Alba. Para visitar Santiago de Compostela elegiría

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Así son los ricos españoles

“Hay un riquísimo para cada ocasión. Una Feria de Abril en Sevilla hay que vivirla con la Duquesa de Alba. Para visitar Santiago de Compostela elegiría a Amancio Ortega. Como modelo empresarial – relación empresario, cliente, empleado- está Juan Roig Alfonso, Mercadona, y para ir de vinos, a Francisco Hernando, El Pocero”. Esa misma variedad de caracteres es la que dota de interés a Riquísimos (ed. La esfera de los libros), un texto en el que el periodista Jesús Salgado nos cuenta los perfiles, trayectorias y posesiones de los 88 riquísimos españoles.

Claro que, por más diferencias que haya entre ellos, existen aspectos que les unen, como la competición continua por adquirir mayores cuotas de poder o el gusto por exhibir signos distintivos que muestren las cotas que han alcanzado. Según Jesús Salgado, “el riquísimo lo es por todo, y por lo tanto aquello que contribuya a consolidar su estatus está bien en aras de la causa. Nunca un riquísimo competirá directamente con otro para apropiarse o destruir su fortuna de forma directa. La táctica es la que en su mundo se conoce como 'envolvente'. Es decir, utilizando la puerta de atrás, si es posible, para demostrar su fortaleza y acabar minando al adversario. Al final, la ambición de los riquísimos, más que en dinero, se centra en el poder, y éste se ejerce con influencia, aviones, hombres o mujeres “resultones”, personal a su servicio, y por supuesto, dinero”.

Así, nuestros riquísimos han ido incorporando nuevos signos de riqueza y nuevas formas de distinción a las habituales. “La cultura –colección de pintura privada, patrocinio de actos culturales y similares- forma parte del pedigrí que define a las grandes fortunas planetarias. Un riquísimo que no cuelgue en sus inmuebles un Goya, un Zurbarán o un Chillida pierde peso en el escalafón de los ricos por mucho dinero que atesore. Pero viajar, la alta costura y la cocina forman ya parte del acervo cultural, y por lo tanto nuestros riquísimos no son ajenos a ellas. Todo esto sirve de baremo a la hora de situarse en el escalafón”.

Claro que uno de los elementos esenciales para saber qué lugar ocupa cada cual en las listas de ricos parece ser la composición y el número de integrantes de sus séquitos. Y también los tiempos han traído novedades en ese sentido. Según Jesús Salgado, “un séquito que se preste, además de un buen mayordomo para la cuestión doméstica (cocina, vivienda, etc.), tiene que contar con un buen plantel de chóferes, guardeses de fincas, escoltas, pilotos de náutica y aviación. Las nuevas incorporaciones son los asesores para la comparecencia en los medios de comunicación, los estilistas, las pitonisas y, por encima de todo, un buen marchante de arte. La pintura y la colección de antigüedades es lo que marca el pedigrí de nuestros riquísimos”.

En esa continua renovación de gustos y signos de distinción, hay posesiones que en el pasado denotaban prestigio y que hoy, sin embargo, decaen como elementos que otorgan estatus. Así, tener un yate ya no está de moda porque “significa estar atado a la tierra. Podemos decir que nuestros riquísimos ya no son de este mundo y buscan, con aviones privados de largo alcance, apartarse de la mirada del resto de los mortales y mirarles por encima del hombro. Tener un yate no es que sea signo de mal gusto sino que ya no es un objetivo. Uno de nuestros riquísimos me reconoció que lo mejor del yate es que lo tenga tu amigo, por si te hace falta”.

El dinero y el tiempo

Pero si hay algo que quiera tener el rico, que verdaderamente envidie, no son otros bienes, sino “la libertad para manejar el tiempo y los tiempos a su antojo, sin las preocupaciones inherentes a los mortales menos afortunados que no tienen más remedio que emplear la mayor parte de su vida en ganarse la subsistencia. La disponibilidad del tiempo es el valor más importante”.

Esa es una de las paradojas del rico, que cuando ya ha conseguido llegar al nivel de éxito que se había propuesto, trata de conseguir tiempo desesperadamente. Y, sin embargo, ha dedicado todo el tiempo de su vida a triunfar en los negocios. Y es que, para llegar a ser rico, hace falta sobre todo, querer serlo. Esto es, “ser rico es una actitud ante la vida. Uno se plantea voluntariamente ser corredor de bolsa, soldador metalúrgico o cantante de ópera y generalmente lo acaba consiguiendo. Además, por mucho dinero, o patrimonio que se acumule, no sirve de nada si uno no quiere ejercer como tal”.

En muchos casos, sobre todo en los de la riqueza sobrevenida, los ricos se alejan del entorno en el que crecieron, forjando nuevas amistades y alianzas. Pero incluso en esos ejemplos, los riquísimos viven en un mundo cerrado, ya que “generalmente son muy conservadores, no en el sentido político, sino en el de mantener su estatus económico siempre en línea ascendente. Sus mejores amigos son los de la infancia, que generalmente han desarrollado proyectos vitales muy divergentes. Unos han alcanzado la fortuna en su grado máximo y otros no es que estén en la indigencia, pero la fortuna no les ha sonreído de la misma forma. Algunos no es que renuncien a su pasado, pero puede molestarles. Tenemos un ejemplo claro. Los cuatro hermanos Koplowitz, por parte de padre, han vivido y viven situaciones muy distintas”.

Esas dificultades para encontrar referentes fuera de su misma clase producen, cómo no, endogamia. “Es un fenómeno que se está generando en estos momentos, y más entre los riquísimos que vienen, que coinciden en colegios, centros de ocio, etc.”. Lo que no favorece que las nuevas generaciones conserven las fortunas de sus padres. Jesús Salgado cataloga a los hijos de los riquísimos según tres clases. “Tenemos los herederos a los que su fortuna les viene por genes, que son en la mayoría de los casos calcos de sus padres, abuelos y bisabuelos, y a buen seguro seguirán con la tradición. Los que han vivido la dureza con la que sus padres han generado la fortuna se aplican para mejorarla y transmitirla a la siguiente generación. Los que de repente se han encontrado con la fortuna –los del pelotazo- no es que muestren menos ambición, es que posiblemente en su mayoría no acaban de entender como se ha generado su fortuna para mantener lo que el azar les ha deparado. En todo caso, en España hay un dicho que compila la situación: el abuelo empezó el carro, los hijos acabaron el carro y los nietos acaban con el carro. Salvo honradas excepciones, claro”.

Eso sí, por más que siempre haya dinastías que se apaguen y otras que surjan, puede afirmarse que el panorama general es hoy mas que propicio para quienes ocupan la cúspide económica: “los ricos son cada vez más ricos (y los pobres más pobres) porque dinero sigue llamando a dinero. Otra cosa es que no todos puedan mantenerse. En un mundo globalizado, aunque nuestros riquísimos mantienen el tipo, el escalafón está en constante movimiento, y muy posiblemente algunos de los 88 que he incorporado en esta edición del libro quedarán apeados antes de fin de año”.

Otra cosa que ha cambiado, al menos en la medida en que la riqueza se desterritorializa ahora con mucha mayor frecuencia que décadas atrás, es que la cúspide económica de un país ya no permanece ligada a éste. Es decir, que los riquísimos españoles ya no son tan españoles. “Las grandes fortunas hace tiempo que no conocen de fronteras. La movilidad de los capitales es mucho mayor que las de las personas. Ningún riquísimo, desde el punto de vista sentimental, ha renunciado a sus orígenes, pero su fortuna no conoce de países, es global. El dinero es una de las pocas materias que no tiene patria”.

“Hay un riquísimo para cada ocasión. Una Feria de Abril en Sevilla hay que vivirla con la Duquesa de Alba. Para visitar Santiago de Compostela elegiría a Amancio Ortega. Como modelo empresarial – relación empresario, cliente, empleado- está Juan Roig Alfonso, Mercadona, y para ir de vinos, a Francisco Hernando, El Pocero”. Esa misma variedad de caracteres es la que dota de interés a Riquísimos (ed. La esfera de los libros), un texto en el que el periodista Jesús Salgado nos cuenta los perfiles, trayectorias y posesiones de los 88 riquísimos españoles.