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Hungría endurece el trato a los refugiados sirios pese a la doctrina de la UE
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incidentes en la frontera con serbia

Hungría endurece el trato a los refugiados sirios pese a la doctrina de la UE

Solo esta semana 23.000 personas intentaron entrar en Hungría. Las organizaciones humanitarias piden que se respeten los derechos básicos de estos inmigrantes

Foto: Un refugiado carga con su hijo enfermo cerca del punto de control en Roszke (Hungría). (Reuters)
Un refugiado carga con su hijo enfermo cerca del punto de control en Roszke (Hungría). (Reuters)

Con el aliento de los pastores alemanes de la policía húngara en los talones y evitando los fogonazos de gas pimienta. Así continúa la marcha sin rumbo de los refugiados en Hungría. Tras ser expulsados de su propio país, vagan por los campos de Roszke, cerca de la frontera con Serbia tratando de evitar los centros de acogida. Huyen de la policía y escapan a cientos de los puestos de control. Otros desfilan por la autopista, camino de Budapest. Los menos, viajan en autobuses fletados por le gobierno húngaro con destino a alguno de estos centros.

A varios kilómetros, en Budapest, el Parlamento húngaró votó este miércoles varias medidas conta la inmigración, desoyendo las exigencias de contención y humanidad que les llegan desde Europa.

Apenas reciben comida y agua

No solo es Bruselas. Las organizaciones humanitarias piden que se trate a estos refugiados con decencia. "Muchos permanecen en condiciones precarias en los puntos de recogida. Serían necesarias mejoras", denunció Vincent Cochetel, director de ACNUR para Europa, tras visitar varios centros para refugiados en Hungría.

Amnistía Internacional (AI) también puso voz en grito al conocer que muchos niños duermen al raso pese al frío y que los inmigrantes apenas reciben comida y agua. "Hungría debe urgentemente ofrecer a los refugiados e inmigrantes que cruzan la frontera desde Serbia condiciones de recepción más humanas, más transporte y claridad sobre a dónde serán enviados", señaló AI en un comunicado.

En esos centros son internados los refugiados que llegan a Hungría, tras cruzar la frontera vallada con Serbia. Allí deben pasar los primeros días. Es donde se registran las solicitudes de asilo y donde son inscritos los inmigrantes tras tomarles las huellas digitales.

El objetivo: evitar los campos

El punto más caliente de la frontera entre Hungría y Serbia está la zona en Röszke. El procedimiento de registro se realiza en circunstancias "precarias", tal y como denuncian las organizaciones humanitarias. Los refugiados evitan a toda costa el ser registrados en Hungría ya que temen ser devueltos a su país. De acuerdo con la legislación comunitaria, los trámites de asilo deben ser procesados en el país de entrada de los refugiados.

Ante la crisis migratoria vivida la semana pasada en Hungría, los gobiernos de Austria y Alemania anunciaron que dejarían entrar en sus países a los refugiados procedentes de este país. Desde entonces han pasado ya unas 23.000 personas sin controles desde Hungría a Austria y de allí a Alemania solo este martes fueron 7.000.

La estación Keleti en Budapest, que hasta la semana pasada servía de improvisado campamento para miles de refugiados, se ha convertido ahora en una enorme "sala de tránsito". Los refugiados llegan a miles cada día para subirse directamente a uno de los trenes que los llevan a Viena o a Múnich (Alemania), sin que nadie les controle.

Hungría actúa de muro de contención

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, anunció este viernes que se acelerará la construcción de una segunda valla en la frontera con Serbia, de cuatro metros de altura, para frenar la inmigración.

El objetivo del Gobierno conservador nacionalista de Orbán es terminar la polémica valla en el mes de octubre, para cuando la ONU estima que empiece a reducirse el flujo migratorio. Las autoridades húngaras han interceptado en lo que va de año a más de 167.000 personas que cruzaron de una forma ilegal la frontera, según datos de la policía.

Con el aliento de los pastores alemanes de la policía húngara en los talones y evitando los fogonazos de gas pimienta. Así continúa la marcha sin rumbo de los refugiados en Hungría. Tras ser expulsados de su propio país, vagan por los campos de Roszke, cerca de la frontera con Serbia tratando de evitar los centros de acogida. Huyen de la policía y escapan a cientos de los puestos de control. Otros desfilan por la autopista, camino de Budapest. Los menos, viajan en autobuses fletados por le gobierno húngaro con destino a alguno de estos centros.

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