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El consejo de Spanair rechazó un cierre escalonado por seguridad: “Cundiría el pánico”
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LA AEROLÍNEA HA CONSIGNADO EL DINERO PARA EL CONCURSO DE ACREEDORES

El consejo de Spanair rechazó un cierre escalonado por seguridad: “Cundiría el pánico”

El cierre de Spanair ha cogido desprevenidos a todos. O a casi todos. En el consejo de la aerolínea se rumoreaba hace días que el cierre

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El consejo de Spanair rechazó un cierre escalonado por seguridad: “Cundiría el pánico”

El cierre de Spanair ha cogido desprevenidos a todos. O a casi todos. En el consejo de la aerolínea se rumoreaba hace días que el cierre era inminente, porque la Generalitat no iba a meter más dinero en el saco sin fondo en que se había convertido la compañía. De hecho, el presidente catalán, Artur Mas, y su entorno habían tratado el tema con el presidente de Spanair, Ferran Soriano, para analizar la delicada situación. La Generalitat no quería jugar más a caballo perdedor. En realidad, había decidido aplicar la medida que había sopesado hace un año: dejar caer a la compañía al cesar de insuflar dinero público en ella. Y Soriano llegó al consejo de administración de última hora del viernes con la terrible certeza de que no se podía hacer nada más para salvar a la compañía.

Por eso, expuso crudamente la situación a los miembros del órgano de gobierno de Spanair y terminó con una frase lapidaria: “No hay más dinero”. A partir de ahí, se generó un intenso debate entre los consejeros. Hubo quien pidió aguantar un poco para lograr una financiación in extremis que permitiese salvar la situación. Se sopesó también el abordar un cierre escalonado, es decir, anunciar problemas económicos y la presentación de un expediente de regulación de empleo para ir retirando a la aerolínea del mercado poco a poco. Todos acabaron admitiendo que esta estrategia era imposible. “En cuanto dijésemos que no había dinero y que íbamos a un expediente, las cosas se nos irían de las manos porque cundiría el pánico”, relatan a este diario fuentes del consejo.

Por tanto, Spanair decidió tirar por el camino de en medio y admitir que debía cerrar sus puertas de inmediato. “Especialmente por cuestiones de seguridad. Había trabajadores que podían tomárselo a la tremenda y usuarios que también podían causar problemas”, añaden las mismas fuentes. Por tanto, una vez consensuado el procedimiento, Soriano pasó a dar detalles de las cuentas de la compañía y se decidió consignar el dinero necesario para acometer un proceso de concurso de acreedores.

“En realidad, ese dinero está reservado, pero aún no está claro cómo se va a realizar la liquidación ni cuándo, aunque hay posibilidades de que sea la próxima semana”, señalan fuentes de Spanair. Pero aún mantienen vivo un atisbo de esperanza: “A pesar de la gravedad de la situación todavía se siguen sopesando opciones de salvación. Sería casi un milagro, pero podría ser que en unas semanas se consiguiese un socio financiero”, subrayan estas fuentes. El comité de empresa también pidió a la Generalitat que asuma su responsabilidad y mantiene la esperanza de que “la situación pueda revertirse”. Aún así, fuentes oficiales de la compañía admitieron a El Confidencial que no saben si se podrá pagar la nómina del mes de enero a los 2.400 trabajadores de plantilla.

Lo cierto, no obstante, es que con el cierre se esfuma la posibilidad de levantar desde Barcelona una aerolínea que fuese la insignia de Cataluña. En realidad, Spanair nació como un opción patriótica, un intento del anterior Gobierno, del Tripartito, de implicar a un puñado de empresarios en un proyecto de país. Se apeló a empresas públicas, como Catalana d’Iniciatives, Iticsa (Consorci de Turisme de Barcelona), Cimalsa y, más recientemente, Avançsa, la empresa pública de la Generalitat. Y paralelamente, a un pool de empresarios organizados en Volcat 2009 y provenientes del entorno de Femcat, la Fundación Privada de empresarios.

Operación imán

Fue una opción arriesgada, ya que se trataba de atraer a potentes empresarios que habían estado siempre cercanos o identificados directamente con Convergència i Unió (CiU) y, especialmente, con el ex presidente Jordi Pujol. En enero del 2009, el pool empresarial creó Volcat 2009 con 300.000 euros de capital. En los años 2010 y 2011, mediante sucesivas ampliaciones, lo situó en 22.278.006 euros.

Después de completar las ampliaciones, al frente de esta empresa se situaba el vicepresidente de Femcat, Miquel Martí Escursell, presidente de un potente grupo de transportes entre los que se encuentra Sarfa. Como consejeros, contaba con el secretario general de la fundación, Xavier Cambra; con Jordi Bagó, representante del grupo Serhs, el mayor holding catalán de servicios a la hostelería; con Lluís Soler, director del grupo de distribución de automóviles Quadis; y con Tatxo Benet, de Anytram Business, una empresa controlada por el propio Benet y por Jaume Roures.

El grupo, no obstante, contaba también con el apoyo de otros potentes empresarios de diversos sectores, como Joaquim Boixareu (grupo Irestal), Carles Sumarroca (grupo Emte), Ramon Carbonell (Copcisa), Josep Miarnau (Comsa) o Xavier Pujol (Ficosa).

Con este elenco, Volcat 2009 acudió a la formación de Iniciatives Empresarials Aeronàutiques (Ieasa), la empresa que finalmente compró el 80% de las acciones de Spanair a la sueca SAS. Y, consecuentemente, Volcat logró cuatro representantes en el consejo de la aerolínea: Martí Escursell, Jordi Bagó, Tatxo Benet y Josep Mateu, presidente de Femcat y director general del RACC. Pero el resto del accionariado de Ieasa era todo de capital público. Allí estaban Catalana d’Iniciatives, Turisme de Barcelona y Fira de Barcelona.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que dentro de estas tres últimas compañías también hay capital privado, por lo que obligatoriamente entraban en el juego otros muchos pesos pesados de las finanzas de Cataluña como José Manuel Lara, Joan Castells, la familia Carulla o Jordi Dagà. Porque en Catalana d’Iniciatives participaban, entre otros, Planeta, Fiatc, Repsol, Invercartera (Caixa de Catalunya), CAM, Banco Sabadell, BBVA, Telefónica, Agrolimen, La Caixa o la Once. Algunos de los empresarios que se vieron obligados a acudir en socorro de Spanair no se privaban de criticar la operación incluso en público, esencialmente porque cada nueva ampliación de capital les costaba dinero de su bolsillo. Y a través de Turisme de Barcelona, los principales empresarios hoteleros con Joan Gaspart (Husa) a la cabeza y Jordi Clos, presidente del Gremio de Hoteles.

Durante todo el año 2010, el Gobierno intentó, sin éxito, que otros empresarios catalanes entraran en el accionariado, a razón de un millón por cabeza. Pero no hubo manera. Así, en el otoño de ese año la Generalitat se vio obligada a inyectar liquidez. A cambio, la compañía pública Avançsa nombró un representante en el consejo. “Soriano podía ser muy buen gestor, pero de temas aeronáuticos no tenía ni idea”, asegura a El Confidencial un miembro del consejo de administración.

Un tema politizado

Pero, como el tema comenzó con una intencionalidad política, también acabará así. Los principales dirigentes políticos se manifestaron ayer sobre el cierre de la compañía. Ieasa había hecho público un comunicado en la noche del viernes en el que achaca la situación deficitaria de Spanair al “contexto de crisis internacional, el aumento del precio de los carburantes, la competencia en el sector y la falta de un socio financiero e industrial sólido, entre otras causas”. Y justifica las ayudas recibidas por “la necesidad de dar una respuesta adecuada a las demandas de Barcelona y Cataluña en materia de conexiones internacionales de acuerdo con su peso, la importancia de su tejido económico y empresarial y las oportunidades abiertas en un mundo global”. Además, subraya que “la existencia de una línea aérea potente con base en Barcelona tenía que contribuir de forma decisiva al posicionamiento del aeropuerto de El Prat como hub internacional que facilitase la conectividad, a través de vuelos intercontinentales, con las principales ciudades del mundo”.

El líder del PSC, Pere Navarro, no esperó mucho para hacer públicas sus intenciones: llevará el tema al Parlamento catalán “para pedir explicaciones a Spanair para que informe sobre los contactos que ha habido con capital privado. La ciudadanía tiene derecho a conocer estas cuestiones”. Navarro subrayó que “había un proyecto estratégico y una apuesta de las administraciones en el aeropuerto del Prat que pasaba por la presencia de una compañía como Spanair. Hemos de conseguir que se pueda mantener aquel proyecto estratégico, que era un buen proyecto. Y es preciso que los gobiernos de Cataluña y España lo garanticen”. Incluso Alfredo Pérez Rubalcaba, que este sábado estuvo en Barcelona, cargó por la forma “intolerable” con que la aerolínea gestionó la crisis. “No entiendo que de la noche a la mañana se deje a la gente tirada en los aeropuertos”, subrayó.

Joan Herrera, presidente de ICV (es decir, los socios del PSC en el Tripartito), en cambio, reconoció que la operación Spanair “era una operación bienintencionada pero mal orientada”. Y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, acusó al estado del cierre. “La decisión del Gobierno de bloquear la gestión autónoma de El Prat ha contribuido al fracaso de la compañía catalana, que pretendía convertir el aeropuerto en un hub con conexiones intercontinentales”. El presidente de Ciutadans, Albert Rivera, anunció la petición de su partido de una comparecencia extraordinaria de Artur Mas en el Parlamento porque “él es el responsable máximo de haber seguido poniendo dinero en un pozo sin fondo como Spanair”, por lo que hay “una responsabilidad política muy grave y tiene que pasar cuentas con los ciudadanos para explicar porqué se están haciendo recortes sociales mientras se da dinero a empresas inviables”. Rivera denunció que “las operaciones políticas no se pueden financiar con dinero público”.

Desde la Generalitat también se lamenta el fracaso. Aunque el propio Artur Mas justificó la decisión de no seguir invirtiendo en el pozo sin fondo de la aerolínea, el consejero de Interior, Felip Puig, manifestó ayer que ésta “no es una buena noticia ni económica ni para los pasajeros”. Puig lamentó que el cierre de la empresa aeronáutica penaliza el modelo de gestión aeroportuaria que impulsa la Generalitat y obstaculiza que el Prat pueda convertirse en un hub de vuelos internacionales en competencia directa con Barajas. Incluso fuentes del PP consultadas por este diario admiten que “es una noticia muy negativa para Cataluña, porque nos vamos a quedar sin vuelos desde Barcelona”.

El cierre de Spanair ha cogido desprevenidos a todos. O a casi todos. En el consejo de la aerolínea se rumoreaba hace días que el cierre era inminente, porque la Generalitat no iba a meter más dinero en el saco sin fondo en que se había convertido la compañía. De hecho, el presidente catalán, Artur Mas, y su entorno habían tratado el tema con el presidente de Spanair, Ferran Soriano, para analizar la delicada situación. La Generalitat no quería jugar más a caballo perdedor. En realidad, había decidido aplicar la medida que había sopesado hace un año: dejar caer a la compañía al cesar de insuflar dinero público en ella. Y Soriano llegó al consejo de administración de última hora del viernes con la terrible certeza de que no se podía hacer nada más para salvar a la compañía.