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Zapatero quiso echar a Magdalena Álvarez del Gobierno en 2007 pero Chaves lo impidió
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Zapatero quiso echar a Magdalena Álvarez del Gobierno en 2007 pero Chaves lo impidió

Se salvó por los pelos. Magdalena Álvarez estuvo a punto de ser destituida en el verano de 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero desconcertó a propios y extraños

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Gobierno en 2007 pero Chaves lo impidió
Zapatero quiso echar a Magdalena Álvarez del Gobierno en 2007 pero Chaves lo impidió

Se salvó por los pelos. Magdalena Álvarez estuvo a punto de ser destituida en el verano de 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero desconcertó a propios y extraños con una inesperada remodelación del Gobierno entre cuyas víctimas estaba la ministra de Fomento. Fuentes socialistas solventes han asegurado a El Confidencial que la decisión de relevar a Álvarez ya era firme, después de que el presidente de la Generalitat, José Montilla, exigiese su cabeza por el caos en los trenes de Cercanías de Barcelona y el retraso en las obras del AVE. Pero, en el último momento, el jefe del Ejecutivo dio marcha atrás por las presiones del presidente andaluz y antiguo mentor político de Álvarez, Manuel Chaves, que le convenció de la "inconveniencia" del cese.

El 6 de julio de 2007, dos días después del debate sobre el estado de la Nación celebrado en el Congreso y a sólo ocho meses de las elecciones generales, Zapatero anunció por sorpresa el relevo en cuatro ministerios. Pero aún más asombroso fue que entre los cesados no estuviese la controvertida y cuestionada titular de Fomento, que figuraba en todas las quinielas como la principal candidata a salir del Gobierno por la puerta de atrás. En su lugar, los sustituidos fueron Carmen Calvo (Cultura), Jordi Sevilla (Administraciones Públicas) y María Antonia Trujillo (Vivienda). Elena Salgado cedió Sanidad a Bernat Soria para pasar a cubrir la vacante de Sevilla, y entraron también en el Gabinete César Antonio Molina  -por Calvo- y Carme Chacón en el hueco dejado por Trujillo.

Si Álvarez se salvó de la quema in extremis se debió, única y exclusivamente, a la mediación de Chaves ante Zapatero. El presidente del Gobierno había tomado la decisión de relevar a la gaditana y diputada por Málaga cuatro días antes de anunciar públicamente la remodelación de su Gabinete. El 2 de julio de 2007, Zapatero comunicó a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y al número dos del PSOE, José Blanco, que Álvarez, Calvo, Sevilla y Trujillo iban a ser destituidos. Y les pidió que guardasen un absoluto hermetismo hasta el viernes, cuando él mismo daría a conocer los cambios durante una rueda de prensa en La Moncloa.

Desgaste del Gobierno

La desastrosa gestión de Álvarez al frente de Fomento ya había provocado un considerable desgaste de la imagen del Gobierno a lo largo de la legislatura, y la proximidad de las elecciones generales aconsejaba taponar esa posible fuga de votos. Por si fuera poco, 2007 estaba siendo un año nefasto para Álvarez -y lo sería aún más en el segundo semestre-, especialmente en Cataluña, por el caos en el servicio de Cercanías de Renfe y los retrasos acumulados en las obras del tren de alta velocidad a Barcelona. Había que cortar por lo sano, y Zapatero empezó a madurar la idea de destituir a la quemada ministra antes de que el fuego se extendiese.

Fue entonces cuando el presidente de la Generalitat advirtió a Zapatero de que, si Álvarez seguía en Fomento, no sólo peligraba la victoria socialista en las generales de marzo de 2008 -el malestar ciudadano se había disparado, y un mal resultado en Cataluña podría costarle a Zapatero la reelección-, sino también la estabilidad del tripartito autonómico, porque los socios de Montilla -ERC e ICV- reclamaban insistentemente la cabeza de la ministra. El presidente del Gobierno comprendió que había llegado el momento: la suerte de Álvarez estaba echada.

El 5 de julio, la víspera de anunciar la remodelación de Gobierno, Zapatero convocó en La Moncloa a los ministros cesantes, de uno en uno, para comunicarles personalmente su decisión. El secreto saltó entonces por los aires, y la noticia, todavía al alcance de unos pocos, llegó a oídos de Chaves, que se encontraba en China de visita oficial. El presidente de la Junta de Andalucía, que al día siguiente emprendió el viaje de regreso a España, telefoneó inmediatamente a Zapatero con el propósito de persuadirle de que no debía destituir a Álvarez. Y logró convencerle.

Una jugada redonda

Chaves, según las fuentes consultadas, no actuó movido por simpatía hacia Álvarez. De hecho, las relaciones entre ambos se habían deteriorado mucho antes de que, en 2004, el presidente andaluz recomendase a Zapatero que incorporase a su primer Gobierno a la hasta entonces consejera de Economía y Hacienda de la Junta, cargo que ocupó durante casi una década. Las mismas fuentes aseguran, incluso, que Chaves le metió un gol a Zapatero al desembarazarse de Álvarez, con la que aquél había tenido numerosos encontronazos en el Ejecutivo autonómico. Y, de paso, lograba que la cuota territorial del PSOE andaluz en el Gobierno central fuese más que considerable: Álvarez, Calvo y Miguel Ángel Moratinos. Una jugada redonda para Chaves.

Desde China, el presidente andaluz trasladó a Zapatero los argumentos por los que, en su opinión, Álvarez debía seguir en el Gobierno. Entre ellos, que la destitución de la ministra de Fomento -que había sido cabeza de lista por la circunscripción de Málaga en 2004- podía tener un alto coste electoral para el PSOE en esa provincia en las generales de marzo; que el presidente del Gobierno no podía permitir que "los compañeros del partido" -en alusión a Montilla- decidieran por él a qué ministros tenía que cambiar; o que tanto la CEOE como Seopan -la patronal de las grandes empresas constructoras- verían con malos ojos su relevo porque la ministra mantenía con ambas -vía contratos de obra pública- unas excelentes relaciones.

Pero el argumento más contundente -e inquietante para ambos- que Chaves expuso a Zapatero en aquella conversación telefónica, según aseguran las fuentes consultadas, fue que, si echaba a Álvarez del Gobierno, ésta podría "tirar de la manta".

Se salvó por los pelos. Magdalena Álvarez estuvo a punto de ser destituida en el verano de 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero desconcertó a propios y extraños con una inesperada remodelación del Gobierno entre cuyas víctimas estaba la ministra de Fomento. Fuentes socialistas solventes han asegurado a El Confidencial que la decisión de relevar a Álvarez ya era firme, después de que el presidente de la Generalitat, José Montilla, exigiese su cabeza por el caos en los trenes de Cercanías de Barcelona y el retraso en las obras del AVE. Pero, en el último momento, el jefe del Ejecutivo dio marcha atrás por las presiones del presidente andaluz y antiguo mentor político de Álvarez, Manuel Chaves, que le convenció de la "inconveniencia" del cese.