Messi ya sabe que con Neymar tiene al enemigo en casa

Leo Messi ya sabe que tiene al enemigo en casa. Había pocas dudas respecto a la calidad de Neymar, pero la Copa Confederaciones ha servido para demostrar a todo el mundo que el brasileño es un jugador diferente, decisivo y que en cualquier momento es capaz de solucionar un partido o, como ha sucedido en este caso, un torneo. El ya azulgrana ha sido el mejor, tal y como demuestra el Balón de Oro que en breve se llevará para Barcelona. Iniesta y Paulinho completaron el podio de los mejores, con Fernando Torres como Bota de Oro, repitiendo el trofeo conseguido en la pasada Eurocopa.

Neymar inició la competición señalado. Brasil buscaba su líder, la referencia que le devolviera a lo más alto del fútbol. La prensa local hablaba de él como única baza para una selección que se movía en parámetros muy alejados de los que señalan las cinco estrellas que figuran en el pecho de la camiseta amarilla. El jugador no rehuyó la responsabilidad y a los cinco minutos de iniciar la competición ya había demostrado, con un gol ante Japón, que venía a por el título y a ser declarado mejor jugador del torneo, ambas cosas conseguidas. 

En el segundo partido repitió aparición, para terminar la Confederaciones con cuatro goles y guiando a su selección al triunfo. Es el líder del grupo pese a que cuenta con tan sólo 21 años. No le asusta la responsabilidad y, tal y como ha demostrado durante los veinte días de competición, asume el mando con naturalidad. Brasil juega para él, algo que no va a suceder en cuanto pise el Camp Nou.

Ante España destrozó a Arbeloa, para colocar a Brasil en el camino del título. Sembró el pánico en la defensa. La amarilla al lateral madridista fue definitiva. Se sentía superior y el español temía cualquier arrancada del brasileño, que forzó y forzó hasta que Arbeloa le concedió los metros suficientes para desbordar y golpear a su antojo. Es vertical, rápido y tiene gol. ¿Le suena? 

Scolari sabe lo que tiene y ha decidido armar un equipo alrededor de un joven de 21 años, al que no le asusta la responsabilidad de tener a 198 millones de brasileños pendientes de lo que hace, que no es otra cosa que jugar bien al fútbol. Ayer decidió celebrar su gol, el cuarto de cinco partidos, con la afición. Y es que es el futbolista del pueblo, algo que escasea en estos momentos en el país que dentro de un año dará forma al Mundial, ese que España ganó hace tres años en Sudáfrica. No nos olvidemos de ese detalle.