Del Bosque combate el tedio con noches libres y un régimen flexible de convivencia

España es tan temida como admirada. Genera envidia, tal y como está quedando demostrado en esta Copa de las Confederaciones. Brasil teme a la Roja. Prensa y aficionados buscan explicación a lo que ven en el terreno de juego y, especialmente, lejos del césped. No entienden que los  jugadores puedan hacer lo que quieran las noches de después de los partidos, dentro de un orden por supuesto. Nadie lo aplica y por lo visto, en el ultimo lustro, la táctica de la libertad funciona: dos Eurocopas, un Mundial y, por ahora, una final de la Confederaciones.

Se preguntan cómo convive tanta estrella, cómo es ese especial régimen que Del Bosque lleva a la práctica y que permite que sus jugadores tengan noches libres en plena competición. La clave a esa libertad de movimientos es el respeto al grupo y, por su puesto, a un Del Bosque que confía plenamente en el grupo. "Son buenos chicos", dijo esta misma semana a El Confidencial.

Luis Aragonés fue el que inició este régimen de apertura. La Eurocopa de Austria y Suiza fue testigo durante las dos primeras semanas de esos ciclos de cuatro días de trabajo, combinado con uno libre, en el que los jugadores tenían que regresar bien a la medianoche, bien a la hora de desayunar. Dependía de la proximidad del siguiente partido.

Del Bosque llegó a la Selección con el ánimo de continuar con lo que ya funcionaba y una de ellas era la de la vida lejos del hotel de concentración. Preguntó y comprobó que era la mejor medida para terminar con el tedio, con el aburrimiento de las las largas concentraciones. No era cuestión de mirar hacia otro lado y sí de participar en algo que más tarde se reflejaba en el césped con buen juego y entrega en los entrenamientos.

Ninguna selección se aproxima ni de lejos a este régimen. Brasil concede cierto margen, pero a la una de la madrugada deben estar todos en el hotel. Italia, tres cuartos de lo mismo. Nadie cree que lo transciende, que lo que se aprecia a simple vista sea llevado con tanta naturalidad, la misma que permite que Shakira esté en el hotel de concentración del equipo con su hijo con absoluta normalidad. Y hablamos de la colombiana porque ha sido la única que ha estado por Brasil, pero la imagen bien podía haberse repetido con la pareja de Torres, Cesc o la próxima mujer de Xavi. Normalidad.

Del Bosque odia el tedio de las concentraciones y busca salpicar las horas de espera con actividades que rompan la monotonía y una de ellas es la presencia cercana de la familiares. ¿Acaso ha podido tener mejor medicina Piqué que la presencia de su hijo Millan en momentos puntuales de la reclusión hotelera? ¿O Casillas y sus cenas con Sara Carbonero?

Los jugadores entienden y respetan las normas al máximo por mucho que algunos se empeñen en lo contrario. Saben que cuando tienen noche libre su obligación es respetar el escudo y, sobre todo, regresar en condiciones. Algo que, tal y como dicen los resultados, llevan cumpliendo cinco años.